
Dicen que esta novela “tiene peso”, calificación que significa “ser digna de mucho aprecio”. Pero también quiere decir que se trata de un texto contundente, gravitante, de mucha sustancia. Además, su tema se desenvuelve en el mundo de la construcción, industria cuya mención sugiere maquinaria y materiales pesados, por no hablar de su peso económico y social. ¿Por qué hay tan pocas obras literarias ambientadas en esta actividad tan importante? No olvidemos que las crisis de las que se habla como “reventones de burbujas inmobiliarias”, causadas por la hipertrofia del sector, han puesto en jaque a la economía mundial.
En torno a un cadáver
El título suscita una idea de truculencia funeraria que el libro no tiene. En realidad, se inicia con la visión de un cadáver a punto de ser incinerado en un horno crematorio y termina con la culminación de ese proceso. Pero estas lúgubres escenas son simplemente la lanzadera desde la cual se proyecta la vida de la familia Bertomeu.
La narración es coral, los personajes cuentan su experiencia y exponen su visión. La voz de tenor del arquitecto Rubén predomina con la rememoración de las peripecias de su grupo constructor, con el que ha desarrollado varios proyectos en la costa valenciana.
El que trabaja en construcción siempre termina contaminado con cemento, arena, cocaína y otros materiales usados en esta industria que requiere remociones y demoliciones del entorno geográfico y social. Todas las otras personas retratadas son de alguna manera antagonistas del poderoso empresario: su hija, sus esposas, sus socios mafiosos, los matones a los que recurre, las autoridades que soborna, un amigo de juventud coaligado con su yerno escritor… pero el supremo contrapunto lo pone quien está por ser incinerado, el utopista y fracasado hermano menor del pragmático y exitoso constructor.

La España de la transición
Es un retrato de la sociedad española de la transición y de la postransición, etapas de doloroso crecimiento y adaptación a la modernidad. El peso aplasta, pulveriza, el lector es sometido a una experiencia de la que no sale indemne. Un discurso casi sin puntuación, trepidante como el paso de una aplanadora o la labor de un buldócer.
Crematorio fue bien recibida y reconocida. Ganó importantes premios y se adaptó a una serie que el autor no condenó, distinguiendo sabiamente los dos artes, pero señaló con énfasis que la versión cinematográfica tenía un encuadre policíaco, mientras que su texto es íntegramente existencial, a pesar de algunos incidentes feroces.
La estatura literaria de Rafael Chirbes fue reconocida paulatinamente. Ante la cálida fuerza de su prosa se derriten los merengues dulzones del posboom posmodernista de la novela española. Desgraciadamente su muerte, más inesperada que temprana, nos dejó con sabor a poco.