Lecciones del gato

Por Milagros Aguirre

Ilustración: Adn Montalvo E.
Edición 462-Noviembre 2020

Estaba muy asustado. Y yo también. Nunca había tenido mascota aunque mi padre amaba a los perros y mi hermano tiene uno adorable. Este gato-garabato, como decía la poeta Gloria Fuertes, apareció como aparece el sol entre las nubes negras para alegrar los tediosos días de confinamiento pandémico. Por eso lo llamé Inti, rey sol. Esta cosita, tierna y asustadiza, de pelo suave y rojizo, con pecho y patas blancas, vino a iluminar los días grises y a hacer de mi casa, la suya.

Llegó para hacerme compañía, aunque él y yo somos dos seres solitarios. He aprendido con él, entre otras cosas, lo difícil que en realidad es ponerle el cascabel al gato.

Pero además, me ha enseñado algunas otras cosas, a las que no daba importancia:

Que hay que estirarse al despertar y luego, estirarse varias veces al día, tantas como el cuerpo necesite.

Que hay que comer cuando se tiene hambre, beber cuando se tiene sed y descansar lo suficiente (para él lo suficiente son muchísimas horas al día).

Que hay que tomar un poco de sol cada día y beber el agua siempre fresca.

Que uno puede ser feliz con las cosas más simples… a él le basta un poco de lana, un pedazo de papel, una tapa, una caja de cartón y jugar a las escondidas. Él se esconde y yo lo busco. Él es feliz. Y yo también.

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