La última mujer sobre la Tierra

Por María Fernanda Ampuero
Ilustración: Mauricio Maggiorini
Edición 457-Junio 2020

El pasado Domingo de Ramos mi hermano me envió una foto de mi mamá con su ramo improvisado —trasquiló una de las palmeras del patio— viendo la misa por televisión. No sé bien por qué pero esa imagen detonó una antorcha en mi corazón.

Por un lado, claro, un corrientazo de amor por esa mujer aferrada, como si fuera un escudo, a ese ramito que ella mismo armó y, por otro, una enorme envidia por esa fe de hierro que tiene, que ha tenido siempre, que no ha perdido incluso cuando Dios, el dios en el que ella cree, le ha dado la espalda.

Llevo tantos años entregada al cinismo, esa secta amarga, que la imagen de mi mamá rezándole a su dios por la salud de todo el mundo en medio de este apocalipsis me quebró por dentro: ¿cómo es posible que siga creyendo, si la vida no ha hecho más que darle pruebas de que estamos solos?, ¿en qué cimiento inquebrantable se sostiene su padre nuestro, su ave María, oraciones que para mí son como llamadas perdidas a un número que no existe?

Puedes leer este contenido gratuito iniciando sesión o creando una cuenta por única vez. Por favor, inicia sesión o crea una cuenta para seguir leyendo.

¿Te resultó interesante este contenido?
Comparte este artículo
WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email

Más artículos de la edición actual

Recibe contenido exclusivo de Revista Mundo Diners en tu correo