Ese cartelito maltrecho que reza “Se habla español” ha quedado impreso en el imaginario global gracias a la industria audiovisual estadounidense. Desde hace unos años ese cliché —mitad en broma, mitad en serio— es cada vez más una realidad; y ya hay quienes se plantean que el español sea lengua oficial de Estados Unidos.

El 7 de febrero de 2023 el idioma español ascendió de manera informal, pero contundente, a lo que casi podría llamarse categoría de idioma oficial en Estados Unidos. Este hito quedó marcado por la decisión de la Radio Pública Nacional (NPR, por su sigla en inglés) de transmitir por primera vez en la historia del país un Estado de la Unión —la rendición anual de cuentas que el presidente hace al Congreso— tanto en inglés como en español.
Este ritual, que viene realizándose más o menos puntualmente desde 1790, cuando George Washington estableció el cumplimiento regular del mandato constitucional, ha tenido sus variantes (a veces por escrito, a veces en persona) y sus pausas, pero jamás había sido transmitido en otro idioma que no fuera el inglés.
Es cierto que el español está “de moda” en Estados Unidos, como afirma el director del recientemente inaugurado Instituto Cervantes en Los Ángeles, el escritor Luisgé Martín. Una moda que se sustenta en los números y la realidad política y económica del país —todavía— más poderoso del mundo: Estados Unidos camina rápidamente a situarse como el segundo país con más hablantes de español en el planeta. A esos más de 62 millones de hispanohablantes (votantes, contribuyentes, influencers…) fue dirigido el Estado de la Unión de 2023.
Si bien la decisión de transmitir en ambos idiomas no fue federal, porque NPR es un ente independiente, financiado por la sociedad civil, la Radio Pública estadounidense es una de las instituciones que mejor toman la temperatura social, cultural y política del país. Este gesto muestra que el español ocupará un lugar importante en el futuro de Estados Unidos. Incluso con miras a ser declarado idioma oficial, con toda la legalidad del caso. Hace pocos meses un grupo de hispanófilos se reunió en Seattle para plantear formalmente esta posibilidad, según cuenta Martín.
El desembarco del Cervantes en LA

Ninguna moda se da por generación espontánea. La historia del español en California data de antes de su pertenencia a Estados Unidos, primero con España (1697-1821) y luego con México (1821-1848). Y aunque por décadas trató de ser erradicado, a fuerza de castigos de todo tipo —como la prohibición de hablarlo en las escuelas, por ejemplo— o con sanciones tácitas más relacionadas con el escarnio social, el español no ha hecho más que crecer en este próspero estado donde alrededor del 40 % de su población es de origen hispano y cerca del 30 % habla español.
Con la película muy clara, aunque quizás un poco tarde, el Instituto Cervantes finalmente inauguró una sede en Los Ángeles en diciembre de 2022. Así se suma a los 89 institutos Cervantes que existen alrededor del mundo desde 1991, cuando esta institución fue creada por el gobierno español
El de Los Ángeles se creó para llevar a cabo tres tareas estratégicas. Una de ellas, crucial para la salud del idioma en todo del mundo: la inclusión del español como una de las lenguas dominantes en el universo de la inteligencia artificial. El hecho de habitar en la zona de influencia de Palo Alto es una cuestión de calidad de vida para el idioma.
“Es imprescindible que la inteligencia artificial hable español desde el principio, porque si no lo hace ya no podremos montarnos a ese tren”, dice Martín en su despacho aún a medio armar en Hollywood Hills. La tarea se antoja un poco quijotesca por todas las voluntades políticas e intereses económicos que tendrán que juntarse para que esto ocurra. Pero siempre valdrá la pena intentarlo.
El segundo cometido apunta a la industria audiovisual, que determina la cultura global, “como vivimos, cómo nos comportamos, las modas… y precisamente aquí —dice Martín refiriéndose a Hollywood— la presencia del español, de lo latino, es muchísimo menor de lo que debería y el Instituto Cervantes quiere apoyar para que esto cambie”.
La tercera línea de trabajo es quizá la que más camino tiene hecho: consolidar a Los Ángeles como un gran centro de lo hispano, de lo latino, de la gente que habla español con distintos acentos y bagajes culturales, y que sea esa lengua en común la generadora de fenómenos potentes en todos los ámbitos. Es decir, sacarle el jugo a la diversidad en un contexto de unidad.
Sevilla y Cádiz en el siglo XVI, Los Ángeles en el siglo XXI
Esa cualidad de ciudad frontera que muchos ven en Los Ángeles es lo que, estirando un poco la analogía, la podría equiparar ya sea con Sevilla o con Cádiz del siglo XVI. Puntos de concentración de gente con diversos orígenes, que comparten o aprenden a compartir una lengua para poder llevar a término un proyecto en común.
Al igual que ocurrió siglos atrás con esas otras dos ciudades españolas, en Los Ángeles, gracias a las comunidades de migrantes y primeras generaciones de salvadoreños, mexicanos, hondureños, argentinos, colombianos, peruanos, ecuatorianos… hoy se está produciendo un interesante proceso de nivelación del idioma que no es más que la gestación del español del futuro.
La lingüista y filóloga hispanomexicana Concepción Company Company, en su estudio breve titulado El español en América: de lengua de conquista a lengua patrimonial (El Colegio Nacional, 2021), explica de manera detallada y reveladora cómo en los puertos de Cádiz y Sevilla empezó a cobrar vida una lengua nueva, a fuerza de convivencia entre gente llegada de diversos rincones del reino de Castilla y León; así como de otros aventureros deseosos de probar suerte, provenientes de Cataluña, de regiones de lo que hoy conocemos como Francia o Italia, incluso Alemania. Africanos esclavizados también fueron incluidos en estos viajes hacia lo que para todos ellos era el nuevo mundo.
En los largos meses que tomaban los preparativos en tierra y las varias semanas de viaje a bordo de las embarcaciones se fraguaron nuevos términos, tomados de uno y otro idioma, de simplificaciones y hasta de equivocaciones. Esa fue la lengua común que desembarcó en lo que hoy es América. La nivelación tuvo una nueva vuelta de tuerca apenas se afianzó el contacto con las poblaciones originarias. Estas nivelaciones son las que hacen posible la comprensión, de hecho, son permanentes y se reconstituyen con fuerza en cada movimiento migratorio significativo.
La condición de metrópolis y, por tanto, de imanes migratorios, de la que gozan grandes ciudades estadounidenses como Nueva York o Los Ángeles en la actualidad, las convierte en los nuevos centros de nivelación del idioma español. Gracias a estos roces, que muchas veces llegan a ser verdaderas fricciones, el idioma se revitaliza. No son pocos a quienes se les pone los pelos de punta al escuchar la palabra troca —camioneta— que es más o menos como suena la palabra truck en inglés, o carpeta por carpet —alfombra—. Las mutaciones son infinitas y, aunque ahora a muchos nos cueste asimilarlas, la historia nos muestra que son saludables.
Otro de los apuntes destacables que hace Company Company es que la voluntad política es clave para que un idioma no solo sobreviva, sino que se imponga. La corona española y su gobierno civil llevan siglos poniendo en práctica esta norma. Tan temprano como en el siglo XIII, con el rey Fernando III el Santo, la cancillería de España cambió el latín por el español como lengua oficial del reino para asegurarse de que los súbditos entendieran los edictos y pagaran impuestos. Y tan recientemente con la apertura del Cervantes en Los Ángeles. Es más, España tiene una Dirección General del Español en el Mundo, como parte de su Ministerio de Asuntos Exteriores. Una lengua es muchísimo más que un vocabulario, es también —o sobre todo— una de las formas del poder.
El testimonio de un fracaso
Este dato que muchas veces enorgullece a algunos hispanófilos: que para el año 2060 Estados Unidos será el segundo país de hispanohablantes en el mundo —después de México—, es en realidad la confesión de un fracaso. Lo han dicho ya varias personas, entre ellas el escritor y periodista argentino Martín Caparrós. Este dato prueba que, por la inviabilidad de sus sociedades, América Latina (la región con más hispanohablantes del mundo) ha expulsado sistemáticamente hacia el norte a millones de personas.
El director del Cervantes en LA le da la razón a Caparrós y cree que es hora de que el español cobre protagonismo por más razones que las puramente demográficas. Específicamente en la inteligencia artificial, así como en una presencia no estereotipada en el cine o con hispanohablantes ocupando cargos relevantes en la política o las finanzas globales.
El idioma español aún tiene cancha (palabra castellanizada del quechua) para crecer. Pese a que es el segundo idioma en el que más investigaciones científicas se publican, detrás del inglés, todavía el porcentaje es bajo: 4,4 %, según datos publicados en diario El País en octubre pasado.
El reto es enorme. Pero el idioma sigue escribiéndose y sobre todo hablándose en este mismo instante tanto en las calles de Latinoamérica como de España o Norteamérica. Específicamente, en alguna esquina de East LA, donde la única certeza que tenemos es que salvadoreños, mexicanos, colombianos, hondureños… están inventando el español del futuro.

Lengua y diversidad
7,9 % de los usuarios de internet se comunica en español.
El español
- Es la segunda lengua materna de 7000 existentes (en número de hablantes).
- Es el tercer idioma más usado en la ONU, tras inglés y francés.
- Se habla en Hispanoamérica: 12 millones de km2, 500 millones de personas.
Los hispanohablantes
- La mayoría está en América: en 19 países.
- Tienen un poder de compra del 9 % del PIB mundial.
- Generan el 6,2 % del PIB del planeta.
- Fuente: Instituto Cervantes.