La piel pulpo

Por Tamara Izco
Fotografía: Cortesía
Edición 456 – mayo 2020

Hace más de cuatro años viajé con Ana Cristina Barragán al Festival de Cine Latino de Toulouse, con la intención de escribir acerca del evento. Entre las películas seleccionadas se encontraba su ópera prima, Alba, y confieso que lo que me impulsó a acompañarla al festival en primer lugar fue saber que aquella sería mi oportunidad de ver por primera vez en la pantalla grande su largometraje. Fui una de las personas que, en una sala llena, se levantó emocionada a aplaudir la película que puso a Barragán en el panorama del cine internacional. Desde entonces su recorrido ha continuado con su proyecto más reciente en proceso de rodaje. Ante la imposibilidad de encontrarnos cara a cara por el confinamiento global, me conecté con ella desde mi computadora y, después de compartir palabras sobre la situación crítica de los países en los que nos encontramos —ella en el Ecuador, yo en Inglaterra— nos centramos en su segunda película, La piel pulpo.

—T: En 2016 se estrenó oficialmente Alba, ¿qué frutos recogiste de ese primer largometraje y cuándo comenzaste a trabajar en la idea de la nueva película?

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