La muerte de las lenguas.

Por Milagros Aguirre.

Ilustración: Adn Montalvo E.

Edición 445 – junio 2019.

Firma--Milagros

Este 2019 se celebra el Año Mundial de las Lenguas Indígenas. La pena con estas celebraciones es que hacemos conciencia de las cosas cuando están en camino de desaparecer. Las lenguas desaparecen como desaparecen también quienes las hablan pues, en la aldea global de hoy, poco espacio hay para la diferencia, para los matices. Por eso se dice que cuando desaparece una lengua desaparece un pueblo, una cultura.

Las lenguas indígenas han muerto no precisamente de muerte natural. Han muerto por imposición. Miles de lenguas y dialectos desaparecieron dominadas por el quechua y el náhuatl que hablaban los incas y los mayas. Para los conquistadores también resultó más fácil aprender una lengua y enseñarla, que lidiar con las cerca de dos mil lenguas que se supone se hablaban en América antes de la conquista.

También han muerto de vergüenza. Así me contaba una mujer kichwa a quien su madre le prohibió hablar en su lengua para que a la niña no le hagan de menos en su escuela o en la calle. A ella, a su vez, le daban un castigo cada vez que se le escapaba una palabra en kichwa. Por eso no entendía cómo es que hoy los misioneros preparaban sus misas en kichwa, publicaban cosas en kichwa y les pedían conservar ese tesoro, si cuando niña tuvo prohibido usar su lengua en la escuela regentada por los mismos misioneros.

Las lenguas indígenas se mueren también de desprecio: una mayoría cree que el único bilingüismo posible es el inglés o, quizá, el mandarín, que son las lenguas necesarias para conseguir el éxito. Por eso, en escuelas y colegios se exige hablar inglés. Cuando una lengua tiene mayor prestigio sobre las otras “padecemos diglosia”, como dice el lingüista Luis Montaluisa, es decir, cuando el inglés se impone bajo el discurso dominante de la “educación de calidad”.

El olvido es otra causa de muerte de las lenguas. Los abuelos y abuelas indígenas las hablan, pero los jóvenes no. Muchos entienden, pero se les olvida contestar.

Una muerte muy grave es por ignorancia. La educación bilingüe intercultural poco tiene de bilingüe y poco de intercultural. En las escuelas faltan maestros que las repliquen, faltan textos, falta… todo falta.

El Ecuador tiene a su haber catorce lenguas (awapít, cha palla, siapede, tsa´fiqui, aíngae, paikoka, wao tededo, shiwiar chicham, zapara, achuar chicham, andoa, kichwa amazónico, kichwa de la Sierra, shuar chicham) y eso debería ser motivo de orgullo: las lenguas son un patrimonio invaluable de los pueblos. Pero en lugar del orgullo parece que nos queda la tristeza de que el andoa haya desaparecido pues no queda ni un solo hablante, aunque sí algún estudio que lo hará permanecer. La lengua zapara está en peligro: la hablan algunos abuelos que viven dispersos y que ya no tienen con quién conversar. Hay que salvar las doce lenguas que se resisten a morir.

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