Por Salvador Izquierdo.
Ilustración: Diego Corrales.
Edición 455 – abril 2020.

Nada más tonificante para el alma que mudarse de casa. Renueva el ánimo, saca lo mejor de nosotros, es bueno practicarlo lo más a menudo posible. En 2005 yo vivía en una casa de El Batán Alto pero un año después me mudé a Tumbaco, a una casa que tenía más jardín. A finales de 2008 cambié mi destino en el valle por un departamento de dos habitaciones en un suburbio de Seattle, Estados Unidos. Y en 2009, ávido de cambios, me mudé dentro de la misma ciudad, a una townhouse lindísima en el conjunto de residencias familiares de la Universidad de Washington. Llegó 2010 y vino otro cambio de país, más al norte todavía, esta vez a Canadá, y por un año alquilé un departamento en una planta baja de East Vancouver. Pero en 2011 cambié eso por un departamento con balcón, que quedaba unas pocas cuadras más al sur.
Contenido exclusivo para usuarios registrados. Regístrate gratis
Puedes leer este contenido gratuito iniciando sesión o creando una cuenta por única vez. Por favor, inicia sesión o crea una cuenta para seguir leyendo.