Por Ramiro Garrido.
Fotografías: Instituto Smithsonian y Shutterstock.
Edición 462 – noviembre 2020.

más de 125 millones de especímenes, entre las que destacan plantas, animales, minerales y hasta meteoritos.
El Museo Nacional de Historia Natural de Washington D. C. es una visita imprescindible, tiene un componente educativo grandioso en tiempos de virtualidad en la era covid.
¿Existe algo más fascinante que explicar el lugar donde vivimos? Las respuestas a tan amplia interrogante transitan entre el campo de la filosofía y la ciencia en un vaivén histórico. Aquello ha permitido descubrir los ciclos del planeta y cómo se han comportado los seres que han vivido aquí millones de años antes que el ser humano comience a hacer de las suyas.
“La historia natural es la clave para el futuro de la Tierra” es una de las premisas del museo más renombrado del mundo y poseedor de una muestra que atrapa a sus visitantes en su recorrido por los fósiles, los dinosaurios, el hombre de las cavernas, las formaciones geológicas o simplemente la vida natural.
El museo está en Washington D. C. (Estados Unidos) y recibe una visita anual promedio de cinco millones de personas que acceden sin costo; ofrece 146 millones de piezas o especímenes, la colección de historia natural más grande del mundo. Además, forma parte de una red de entidades dedicadas a rescatar el conocimiento del lugar donde vivimos desde distintas aristas, sobre todo desde la naturaleza y la cultura de los pueblos de Norteamérica.
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