La belleza rudimentaria de los circos

Por Bertha Díaz

Estas imágenes son una pequeña muestra de las fotografías realizadas por Amaury Martínez en sus andanzas por el mundo de los circos. Esta serie del fotógrafo guayaquileño será editada por el Consejo Nacional de Cultura, en la colección Temas de fotografía. La publicación recogerá entre 80 y 100 gráficas y corresponderá al segundo número de esta colección, inaugurada por Eduardo Quintana, el año pasado, con su libro titulado La danza. Hasta que este segundo número de la colección sea editado, el fotógrafo comparte estas imágenes a modo de provocación para volver al mundo circense, cada vez más menguado por otras formas de espectáculo vivo.

Esta historia comienza en 2008: Amaury Martínez, fotógrafo independiente, amplía el universo que solía capturar hasta tal momento con su lente, constreñido a imágenes de desnudos y retratos de músicos y otros artistas escénicos. A propósito de su trabajo, en aquel momento para un periódico nacional, este arquitecto, que desembocó en una búsqueda constante por hallar lo que hay detrás del artificio fotográfico, comienza a experimentar nuevas formas de acercamiento al registro de la realidad, a través de crónicas gráficas de historias levantadas fuera de los márgenes urbanos. De ese modo, explorando lo que hay más allá de los bordes, llega caprichosamente a los circos, esos espacios móviles de mágica fiesta, que cada vez deambulan menos por nuestras ciudades.

El primer contacto con los cirqueros enciende su ojo inquieto. Entonces, Amaury comienza un viaje por el país, en búsqueda de la posteridad de esta magia artesanal y a veces rudimentaria, que encierran estos mundos que se mueven gracias a sus carpas y la creatividad de muchos soñadores de oficio.

Fascinado por cómo los cirqueros preservan su espíritu nómada y de permanente creación de otros mundos posibles, en medio de las imposibilidades económicas, se comienza a adentrar en sus códigos, en sus modos de comunicación, de creación, de sistema de producción. El espectáculo habita en la escena, pese a que, detrás de ella, los artistas solo tengan para comer un plato de comida muy básico. Ahí está lo que lo maravilla: el poder transformador, a todo nivel, que encierran los circos.

El Oro, Santa Elena y Guayas han sido las principales provincias donde se ha movido Amaury en su exploración. Hasta la fecha se ha involucrado con unos 25 circos y ha registrado lo visible y lo no visible habitualmente en ellos. En estas fotos aquí expuestas no solo muestra la belleza rudimentaria del espectáculo, sino, además, la cotidianidad detrás de la escena, que también encierra una belleza sencilla.

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