
Snæland, tierra de nieve, ese fue el nombre impuesto por los primeros pobladores de las islas, las que más tarde cambiarían a Island, en alusión a sus hermosos paisajes invernales.
Los primeros colonos nórdicos, entre los que se encontraba el vikingo Ingólfur Arnarson, ocuparon en el año 874 la mayor parte del terreno cultivable y construyeron las primeras granjas agrícolas. Sin embargo, los suelos estériles, el implacable clima y las erupciones volcánicas hacían la vida muy difícil en dicha sociedad.
Pero eso no es todo, porque en 1783 la erupción del volcán Laki produjo una de las peores catástrofes de la historia de Islandia. El fenómeno duró cerca de ocho meses y acabó con las granjas y los asentamientos de la población. Las consecuencias fueron una hambruna de aproximadamente tres años que mató a más de seis millones de personas en Europa.








La actual capital de Islandia es Reikiavik y cuenta con cerca de 400 000 habitantes. En el interior del país hay una meseta de desiertos, montañas y glaciares, cuyos ríos fluyen al mar, lo que genera, en las tierras bajas, un microclima ligeramente templado, producto de los efectos de la corriente del golfo.
- Te podría interesar: Groenlandia, tierra alucinante en el remoto Ártico
Los asombrosos paisajes de Islandia, en sus diferentes y marcadas estaciones, se deben a su localización mesoatlántica, con gran actividad volcánica y geológica.
Además de sus atractivos naturales —playas negras, una apabullante naturaleza—, Islandia cuenta con una cultura basada en la herencia nórdica. Esto quiere decir que en ella habita una sociedad desarrollada y avanzada. La mayor parte de la población es de origen celta y escandinavo, pero ha conseguido mantener como idioma oficial el islandés, una lengua germánica vinculada con los dialectos occidentales del noruego.