Hillary Swank: amo a los personajes que interpreto

Por Daniela Creamer

Me mira con complicidad de mujer fuerte. Me sorprende la energía de su cara resuelta y huesuda. Nos hacemos una foto juntas en un selfie —me la ofrece ella misma con una enorme sonrisa—, y al verla ilusionada, compruebo que su rostro rotundo empequeñece todo lo que no sea ella misma. Hillary Swank acaba de cosechar una enorme ovación en el Festival de Cannes por su papel en The Homesman, en la que vuelve a interpretar lo que en realidad es ella, una mujer excepcional, como lo fue en Million Dollar Baby o en Boys Don´t Cry. Y en esta ocasión también a las órdenes de un director y coestrella no menos singular, Tommy Lee Jones, quien sin embargo debe emplear todo su gran carisma para no verse desbordado por los enormes ojos destellantes de la actriz de los dos premios Óscar y sonrisa infalible, que pega como un hombre y siente como una gran mujer. “Tener a Tommy Lee de director y de actor, como compañero de semejante aventura, fue todo un reto. Él sabe muy bien lo que hace y cómo manejar a todo su equipo”, admite la actriz norteamericana. El término homesman se refiere a aquellos voluntarios que devolvían a personas descarriadas a los hogares que habían abandonado. Dan segundas oportunidades a todos. Son hombres. Todos, menos —de nuevo una excepción— Hillary Swank.

The Homesman arranca en un remoto rincón de la indómita Nebraska, del siglo XIX, donde vive Mary Bee Cuddy, una mujer rígida, libre, poco atractiva, luchadora, aunque demasiado autoritaria e independiente para los cánones de la época y para el gusto de los hombres que rechazan desposarla. Con extraordinaria valentía, decide ayudar a tres mujeres con severos trastornos mentales, debido a las difíciles condiciones de vida del rudo Oeste, y conducirlas en una carreta a un hospicio en Iowa, la civilización. En el camino, salva de la horca a George Briggs (Jones), un desertor del ejército sin principios, ladronzuelo y malviviente, y lo compromete a enfrentar juntos los graves peligros de esta misión penosa que atraviesa tierras áridas e invernales. “Fue un rodaje muy exigente. Ambos personajes debían resistir el frío y la nieve, apaciguar a las dementes, superar las amenazas de los indios pawnee y sobrevivir a las duras circunstancias del periplo. De una inicial hostilidad, comienzan a encontrar una armonía que los modifica a los dos. Golpeada por el dolor de estas mujeres y de la brutalidad que presencia, Mary Bee cede a la fragilidad. Y George se convierte en una buena persona”, explica la actriz, con elocuencia, durante esta entrevista en el exclusivo hotel Majestic, en la Croisette. En efecto, es una película que apuesta al honor, a la redención y al heroísmo, aunque su personaje masculino no sobresale precisamente por ello.

En realidad, la película, de narrativa brillante, pausada y con inteligentes toques de humor, habla de argumentos que van más allá: el imperialismo norteamericano, la condición de las mujeres en aquella época, los trastornos mentales que sufrían tras vivir horribles experiencias debido al abuso masculino. Este interesante western, el segundo esfuerzo bien logrado como director de Tommy Lee Jones, después de Los tres entierros de Melquíades Estrada, podría definirse como feminista, y es una grata aportación al género que parecía casi desaparecido. Aquí demuestra Jones ser un realizador solvente, con dominio del lenguaje cinematográfico, de la cadencia y de la dirección de actores. Jones ha centrado esta vez la acción en Hillary Swank y en las tres psicópatas, mujeres a las que George Briggs desprecia en un inicio, para luego de lidiar con ellas entre conflictos y desventuras, las termine valorando.

 

—Como bien se ha dicho, se trata de una historia compleja, ambientada en tiempos complejos.

—Sí. Era una época extrema en todos los sentidos y un lugar sumamente complicado para las mujeres. Había que mantenerse fuertes todo el tiempo. Creí que lo más difícil sería aprender a conducir la carreta o arar la tierra con las mulas o montar a caballo. Sin embargo, el mayor obstáculo fueron los elementos de la naturaleza. Hacia frío, y el viento y la nieve nos congelaba, y ninguno de nosotros se lavó el pelo por mucho tiempo. Solo la falda de mi vestido pesaba diez libras y era difícil cabalgar con él. Solo soñaba con regresar a mi casa por la noche y beber un chocolate caliente. Pero todo esto te permite comprender a fondo cómo vivían en esa época y cómo padecían. Las mujeres eran sometidas a trabajos agrícolas pesados, violadas por los propios maridos, víctimas de desgracias, enfermedades horrorosas y otras brutalidades.

—¿Cree que la situación actual de la mujer ha cambiado respecto a aquellos tiempos tan duros?

—Para nada. Creo que desafortunadamente la mujer sigue siendo tratada así, con violencia y mucha agresión. Hay mucha discriminación en todo sentido, incluso en nuestro campo profesional. Por darle un ejemplo, a los actores les pagan cifras absurdas por cada película y a nosotras nos tocan las migajas que quedaron después de su sueldo (sonríe). Los prejuicios, en general, me vuelven loca. Ya sean de género, de raza o de religión. Creo que son muy injustos.

—En sus películas, la mayoría de sus personajes son fuertes, con mucho carácter. Esta no es la excepción.

—Personajes como este son los que tienen sentido. Me atrajo la simplicidad y la belleza de este ser humano tratando siempre de conectarse con las emociones de la gente, con estas mujeres tan sometidas, incluso a través de la música, lo que fue tomando más cuerpo cada vez a medida que avanzaba el rodaje. Amo a todos los personajes que interpreto. De lo contrario, no podría meterme en el papel. Deben tener valores y principios. No podría hacer de killer, por ejemplo. Son demasiado problemáticos. Siempre estoy tratando de probarme a mí misma, tratando de ser mejor persona y actriz. Busco un constante crecimiento en todo sentido.

—¿Leyó mucho sobre la época para preparar su personaje?

—No. En realidad había mucha información en el libro y, de hecho, en el guion que era impecable. Además, me gusta el desafío de lo desconocido.

—¿Ha sentido envidia alguna vez viendo a una actriz en el papel perfecto para usted?

—Jamás. Por el contrario, apoyo mucho a las mujeres y a las actrices. Me encanta verlas en roles que abren mi mente, que me inspiran. Sandra Bullock fue muy convincente en Gravity, Cate Blanchett se lució en el último filme de Woody Allen. Y, obviamente, Meryl Streep en todos los papeles que hace, incluido en esta breve aparición en The Homesman, como la esposa de un predicador, en que nos brinda una soberbia interpretación. ¡Es realmente admirable!

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