¿Qué empleos esperan a los jóvenes? ¿Qué habilidades blandas deben desarrollar para esos empleos? El mundo laboral actual requiere destrezas que la educación formal no está fomentando.

Las habilidades blandas o soft skills son un conjunto de competencias personales y sociales que podrían hacer de un individuo un candidato con mayores opciones de empleabilidad. Algunas de estas habilidades son la comunicación asertiva, el trabajo en equipo, la creatividad, entre otras.
El concepto de habilidades blandas proviene del ámbito militar. En la década del sesenta, el ejército de Estados Unidos detectó que sus mejores tropas tenían competencias distintas de las relacionadas con la formación técnica: se trataba de habilidades interpersonales como la responsabilidad, la capacidad de resolución de conflictos, el liderazgo, etc., que no habían sido consideradas en el currículo de formación. A partir de entonces, se empezó a hablar de soft skills en los programas de entrenamiento militar, para visibilizar y desarrollar estas habilidades como parte de una formación en liderazgo.
Luego, el concepto de habilidades blandas pasó al mundo empresarial. De hecho, al terminar el siglo XX, la revolución digital transformó las relaciones humanas, y el ámbito laboral se volvió cada vez más competitivo, especializado y cambiante. La rapidez de estas transformaciones tecnológicas evidenció que, además de capacitar a los empleados en técnicas, maquinaria o equipos (habilidades duras), que rápidamente quedaban obsoletos o que podrían ser ejecutados por software, había que enfocarse en fortalecer la adaptabilidad del personal a nuevas tecnologías.
Los jóvenes y su empleabilidad
La inestabilidad laboral y los problemas económicos, políticos y ambientales ha hecho que se empiece a reflexionar sobre la empleabilidad de los jóvenes que llegan a un mundo laboral que requiere habilidades para las que la educación formal no les está preparando. El sistema educativo se transforma lentamente y les da herramientas para los trabajos que existen hoy, pero que probablemente no serán los mismos cuando ellos se incorporen a la fuerza laboral.
Según los datos de la Unesco: “Los índices de desempleo juvenil se han incrementado en el último decenio en todo el mundo. Uno de los principales motivos es la creciente disparidad entre la oferta y la demanda de competencias, algo que afecta sobreproporcionalmente [sic] a los jóvenes, particularmente en los países en desarrollo.
Los desfases de competencias pueden adoptar formas diferentes: algunos países, por ejemplo, pueden tener una oferta excesiva de trabajadores cualificados y un déficit simultáneo de empleos correspondientes; en otros, los jóvenes pueden simplemente carecer de competencias básicas como la lectonumeración que les permitan encontrar un empleo o iniciar su propio negocio”.
Es decir, existe una brecha entre lo que los empleadores buscan y la formación que los jóvenes están recibiendo. Esta discrepancia se agudizó tras la pandemia, pues se interrumpió el aprendizaje no solo por la virtualización de la educación, sino porque muchas familias sufrieron crisis económicas que no les permitieron invertir en este rubro.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) también ha identificado la divergencia entre lo que requiere el mercado laboral y la formación de los jóvenes, y menciona algunas “competencias de empleabilidad” que deberían desarrollar los jóvenes. Estas son destrezas técnicas, cualidades profesionales como la honestidad, la puntualidad y la lealtad, y habilidades clave. Estas últimas son aquellas que permiten un aprendizaje continuo para una mejor adaptación a condiciones cambiantes, y que coinciden con el concepto de habilidades blandas.
Equidad de género y liderazgo
De la población joven perjudicada por el decrecimiento del empleo, las mujeres son las más afectadas, pues todavía hay disparidad en relación con los hombres, en cuanto al acceso a puestos de trabajo dignos. Tras la pandemia, también se evidenció que las mujeres profesionales son quienes llevan la carga del trabajo doméstico sobre sus espaldas y que aún existe una distribución inequitativa de las tareas de cuidado. Según el estudio realizado por el World Economic Forum, en 2022 los porcentajes de mujeres que han accedido a educación superior siguen subiendo, pero la participación de mujeres en puestos directivos o en representaciones políticas aún no se equipara con el de los hombres. Por los datos recogidos, afirma que se necesitarán 132 años para alcanzar la paridad. Entonces, la falta de oportunidades no está dada por una carencia de preparación académica, sino por una cultura organizacional sin conciencia de equidad de género y por falta de una formación en habilidades como el liderazgo y la confianza en las mujeres.

Por otra parte, las mujeres requieren, además de una formación en liderazgo, otras habilidades blandas para incrementar su participación en puestos directivos y cargos políticos. Según Carolina Rosero, directora del programa Amazonía de Conservación Internacional, se ha hecho evidente que para que las mujeres ejerzan un liderazgo formal en sus comunidades, en espacios regionales o nacionales, requieren desarrollar habilidades blandas como la comunicación, la confianza y la capacidad de resolución de conflictos. Sin esta formación, será difícil para ellas acceder a niveles más algos de representación.
La confianza en las propias capacidades profesionales no es una habilidad que se desarrolla solo individualmente, sino que debe ser fomentada por la cultura organizacional. Aún hoy en día, muchas mujeres temen comunicar sus embarazos a sus empleadores, porque creen que pueden perder su trabajo. Se necesitan líderes con habilidades blandas como la empatía y la conciencia de desigualdades de género para fortalecer la confianza de sus subalternas, y garantizar la permanencia laboral y el respeto de las leyes que amparan a las madres trabajadoras.
Las habilidades blandas más buscadas
En este contexto varias organizaciones proponen listas de habilidades blandas que los jóvenes, hombres y mujeres, deben desarrollar para mejorar su empleabilidad. Algunas de las más sugeridas son las siguientes:
• Aprender a aprender: consiste en tener actitudes y aptitudes para lograr un aprendizaje continuo, de forma autónoma e independiente. Tener curiosidad y apertura para integrar nuevos conocimientos y buscar oportunidades de aprendizaje. Ser capaces de organizar, procesar y transferir la información aprendida a sus tareas diarias.
• Comunicación: es una habilidad que integra cuatro destrezas: leer, escribir, escuchar y hablar. Lectura competente, comprensiva, crítica y variada (de documentos, gráficos, tablas, mensajes personales, etc.) en soportes físicos o digitales. Escritura de documentos, mensajes, informes y otras comunicaciones, de forma eficaz, clara y pertinente. Saber escuchar para comprender y aprender, tanto en las relaciones interpersonales como en situaciones formales de trabajo. Hablar en público, comunicar instrucciones y normas con claridad y de forma asertiva.
• Trabajo en equipo: requiere saber cómo interactuar con compañeros de trabajo, respetando opiniones y pensamientos ajenos, trabajar según las pautas culturales de un grupo, asumir responsabilidades, formar alianzas, reconocer y usar estratégicamente habilidades individuales, coordinar, planificar y tomar acciones, liderar cuando sea oportuno, apoyar el liderazgo de otros, aceptar retroalimentación, entre otras.
• Resolución de problemas: implica pensamiento creativo, identificar causas y consecuencias de los conflictos, reconocer la veracidad de hechos u otra información, manejar adecuadamente la comunicación interpersonal, identificar posibles mediadores, sugerir soluciones.
• Organización del tiempo: planificar y gestionar las tareas, distribuir el trabajo, mantenerse enfocado en objetivos, identificar prioridades, manejar herramientas de organización de tareas, asignación de responsabilidades, flexibilidad para reorganizar y reasignar, agilidad, capacidad de simplificación.

Actualmente, ya existen varias opciones de capacitación para desarrollar este tipo de destrezas.
Organismos internacionales como la Unesco tienen proyectos de formación y desarrollo de habilidades para jóvenes. También las universidades y sistemas educativos del mundo han tomado en cuenta algunos de estos requerimientos para fortalecerlos en los currículos. Por ejemplo, en el Ecuador, en 2021, el Ministerio de Educación expidió un Currículo priorizado con énfasis en competencias comunicacionales, matemáticas, digitales y socioemocionales, en el que se reconoce la necesidad de visibilizar y dar prioridad a esas competencias para la vida.