
Chuck Berry, al que le debemos todo, escribió una canción llamada “Roll Over Beethoven”, un tema sobre el apogeo juvenil de mediados de los años cincuenta, una música nueva y el declive de la anterior. El coro dice: “Hazte a un lado Beethoven, hemos llegado”.
En su momento, el periodista y cineasta Tony Palmer, refiriéndose al Álbum blanco de Los Beatles, decía que eran, sin duda, los más grandes compositores de canciones desde Schubert, y la serie documental Get Back, disponible en Disney Plus, nos permitió ver de cerca cómo trabajaban en la intimidad del estudio. Además, cómo se vestían, qué comían, de qué hablaban, su forma de ser amigos y cómo, con buen y mal humor, trabajo incesante y creatividad desenfrenada, iban avanzando sobre el paso cebra que los llevó hacia el fin.
La serie nos suelta, como espectadores, entre unos Beatles desarmados, aún sin temas que valgan la pena publicar en un nuevo disco. Sonríen y juguetean, pero hay tensión en el área chica: ellos y sus instrumentos bajo las luces de un set de filmación. Twickenham Studios, en Londres, parece a las primeras horas de la mañana un enorme hangar del tedio. Cuatro melenudos que no llegan a los treinta años, conocidos hace nueve álbumes por todo el mundo, en todo el mundo, se preparan para el que sabemos (nosotros, no ellos) será su último show juntos.
El material viene de los días de Let It Be, el documental dirigido por Michael Lindsay-Hogg que salió a la luz en 1970, apenas disuelta la banda más famosa de todas, y que se editó y vendió como el triste rumor que antecede al más famoso de todos los divorcios. Get Back, estrenado en noviembre de 2021 luego de un retraso pandémico, es entonces la versión alterna y extendida de otro documental, armado con sesenta horas de filmaciones y 150 horas de audios que fueron desechados de la ahora llamada “versión original”. Con esa maraña de archivos beatle tuvo que enfrentarse el cineasta de las sagas y los anillos (antes de los de Ringo, los de Tolkien) Peter Jackson, director de El señor de los anillos. El resultado es una serie documental de tres episodios, cerca de ocho horas sobre el trabajo del cuarteto para grabar/filmar doce de las catorce canciones buscadas.
Jackson ha logrado con esto eliminar de la memoria colectiva el mal gusto de la separación. El cuidado y el metraje dedicados a la ejecución de una colección de canciones da cuenta no solo de la importancia cultural del proyecto, sino que, además, en el fondo, podría estar gestionando cierta angustia por aquello irrecuperable.
Get Back: 2021 en 1969 y viceversa
Al éxito, al hit tras hit tras hit, a los discos inolvidables de tapas inolvidables, a las películas inolvidables por olvidables —con excepción quizá de A Hard Day’s Night—, a los yeah, yeah, yeah, a las ruedas de prensa que eran en realidad un performance o un happening cómico, y luego de la muerte del mánager Brian Epstein, le sigue ahora esto: Paul McCartney convertido en líder del grupo pero con miedo de ser el Jefe; John Lennon, de ironía instantánea, más que trabajar se muestra ausente y drogado; George Harrison, que duda de la autoridad de Paul, también duda de su papel en la banda y renuncia; y Ringo Starr siempre a tiempo y eficiente, aunque bostezante y silencioso. La idea —de McCartney, claro— es grabar un disco entero frente a las cámaras (lo que se volvería el álbum y filme Let It Be), pero la sospecha de todos es que se trata de una muy mala idea.
¿Inventaron Los Beatles el reality show y casi toda la televisión actual? Puede que Los Beatles no hayan inventado nada o, más bien, que su mayor obra haya sido consolidar su propio mito hasta bien entrado el siglo XXI.
Peter Jackson le imprime cronología y suspenso al tratar el filme como la historia de un reto, tan pertinente hoy que el challenge es una de las fórmulas de la autocreación de contenido para redes. El show aún debe continuar y la meta que marca la recta final es clara: componer y grabar catorce canciones nuevas en menos de un mes.
Pero es 1969 y, como indica el nueve, algo se acaba. Get Back, sin embargo, parece decirnos más sobre nuestro propio tiempo que sobre las preguntas supuestamente trascendentales de la mitología beatle, tipo ¿en serio fue Yoko Ono la que disolvió el cuarteto en un dueto/matrimonio dedicado a meterse en fundas negras para cambiar el mundo?
Libre de ironías, Get Back consolida con una contundencia medida en horas-beatle la impopularidad actual del rock. La importancia cultural, dada la banda y al rock por extensión, se debe a que todo esto se percibe y se vende como documento histórico, es decir, algo que ya pasó y hace mucho. Los cuatro de Liverpool son la cifra carismática de una época que se atesora en canciones cuya composición fue tan importante como el producto final. Además de apuntar a ciertos nichos, así como a públicos de ciertas edades (boomers y posboomers), el éxito de Get Back es el éxito del formato de estrenos por suscripción y streaming. Es el éxito del rock como museo de historia natural, el lugar en el que se aprende de dónde viene nuestra manera de vivir.
Las estatuas suelen erigirse cuando el héroe ha muerto: una película sobre una lista de canciones, la huida de Harrison y el concierto en el tejado puede también ser un monumento-documento.
Si bien esta docuserie puede resultar espesa para el no fan, no hay duda de que, para el fan fan, se trató de otro superhit, el mapa del tesoro y el tesoro a la vez. La atomización de los gustos y la infinidad de contenido digital, sobre todo audiovisual, así lo garantiza: hay mercado y público para todo. En la era de las series, hacía falta una serie beatle y esta parece la mejor posible hasta la fecha.
Hoy que la cultura del registro se constata cada vez que actualizamos el feed del smartphone, desde food porn hasta asesinatos en prisiones, Get Back nos entrega la fantasía del fan ya habituado al teléfono. Sin embargo, como un espectro, en medio del supuesto all access al epicentro, la materialidad misma, la textura de ese tiempo, como de todo tiempo, se nos escapa. Lo que quedan son restos, detalles filmados que, más allá de estos intentos por interpretar o entender algo más sobre la banda y sobre el formato documental, quisiéramos rescatar o simplemente mirar y enumerar para creer que pasaron en realidad:

- Ringo como el rey de las camisas psicodélicas.
- Los discos que acaban de comprar, entre ellos el Beggars Banquet de los Stones.
- La cantidad incontable, y hoy impublicable, de cigarrillos que se fuman.
- La dieta en el estudio de grabación, compuesta casi exclusivamente de tostadas (¿con mermelada?).
- Una calidad visual que deja ver, en el volumen y brillo de los cabellos, si se han bañado o no, así como todos los tonos de la melena de Ringo.
- Los besos de Yoko y Lennon; el abrazo de Paul y la futura Linda McCartney, además de su escena premonitoria sentada al teclado (ya casada con Paul, será su tecladista).
- La cara de niño en juguetería de Billy Preston cuando es invitado a tocar el piano eléctrico y, de paso, salva el día.
- Cuando le meten periódicos al piano para que suene como grabado en otras épocas en “For You Blue”, de Harrison.
- Cuando leen, frente al micrófono y tocando sus instrumentos, chismes sobre sí mismos en los periódicos.
- El poema/cuento delirante que improvisa Lennon frente a la cámara y cómo Paul se parte de la risa con cada frase, totalmente consciente del genio de su socio.
- Paul es el menos interesado en trabajar en “Something” (la mejor canción del cuarteto, según Sinatra).
- La atención que le presta George a “Octopus’ Garden”, la última canción de Ringo para Los Beatles.
- La felicidad de Lennon al anunciar el divorcio de Yoko mientras ensayan “Oh! Darling” de Paul.
- La huida de Harrison, que ya tiene demasiadas canciones propias como para seguir estando a la sombra de Lennon/McCartney.
- El micrófono escondido que registra la discusión de John y Paul cuando reconocen que han dejado a George a un lado.
- La forma de trabajar de Paul y John como si se tratara de una pareja de comediantes lanzándose líneas para que el otro redoble el chiste.
- Cuando Los Beatles hacen una pausa, se van a comer y los empleados del estudio agarran sus instrumentos y se ponen a tocar felices.
- La solución que hubiera salvado a la banda y que Harrison pronuncia sin énfasis, como algo evidente y fácil: ojalá cada quien pudiera hacer sus propios proyectos y también regresar (Get Back) a trabajar juntos.
- El adhesivo que dice bassman en el bajo Hofner de Paul que aún lleva pegado un papelito con la lista de las viejas canciones que tocaban en vivo.
- La composición como aquello que ocurre entre un cover y otro.
- La visión del tejado antes de que empiece el concierto final y cómo suben los policías para reportar treinta quejas de ruido en los alrededores.
- Cuando un policía logra subir, ya hacia el final del show que cierra la serie, más interesado en ver a Los Beatles de cerca que en hacer cumplir la ley británica y cortarles el sonido.
- La banda y sus parejas, menos la de Harrison, frente a la consola escuchando lo que han conseguido grabar para el nuevo disco.
- Pensar que Lennon sería asesinado once años después, justo cuando había terminado un nuevo disco, su décimo álbum como solista.