Francia Márquez: liderazgo afrofemenino en América Latina

EDICIÓN 485

Francia Márquez
Fotografías: Alamy Photo Stock

Francia Márquez, vicepresidenta de Colombia, era hasta hace poco un personaje desconocido y exótico en el mapa político. Hoy es la autoridad y, basada en propuestas progresistas e incluyentes, promete cambiar la realidad colombiana.

En 1986 la construcción del embalse La Salvajina implicó el desplazamiento forzoso de los habitantes de cinco municipios ubicados sobre el río Cauca, el segundo más importante de Colombia, pues atraviesa siete departamentos, además de otras afectaciones sociales y económicas. “Quieren desviar el río [Ovejas] para producir más energía, causando un grave impacto en nuestras comunidades, pues somos mineras, agricultoras. Del río se extrae el material de arrastre, se hace la pesca, la recreación. Terminar con ese río es terminar con la vida”.

Y así denunció una joven Francia Márquez, en un canal de televisión regional, la palabra no cumplida de la empresa que prometió proveer de energía y agua potable a la región de Suárez para compensar los daños causados, cosa que, para inicios de la década de 2000, aún no había ocurrido.

Años más tarde, en 2014, lideró a un grupo de mujeres que caminaron más de seiscientos kilómetros hasta Bogotá para pedirle al entonces presidente, Juan Manuel Santos, que se suspendiera la minería ilegal y fueran retiradas las retroexcavadoras plantadas en el mismo río.

La locuacidad y tenacidad de esta mujer negra, que apenas pasaba los veinte años pero ya era reconocida como lideresa en su territorio, levantó la envidia de los detractores que, sin reconocerlo, la admiran hoy.

Ahora, como integrante fundamental del Pacto Histórico, el primer partido del ala izquierda que llega a gobernar la nación en toda su historia, Márquez asume un cargo en el que no quiere ser “un adorno”. Después de una gira por cuatro países de Latinoamérica asistió a la I Cumbre de alcaldesas y alcaldes del Litoral Pacífico, se reunió con el presidente de la Fundación Ford y con Dilma Rousseff, y lideró un panel en el marco de la celebración del Día Nacional de Lucha contra la Corrupción.

Su activismo no es una casualidad

Márquez es una gestora social, activista ambiental y abogada nacida en el Cauca. Este departamento tiene un índice de pobreza multidimensional del 39 %. Entre 2016 y 2022 cuenta ya 299 líderes y lideresas asesinados por actores armados ilegales, que pretenden desechar a quienes defienden los procesos sociales y ambientales de sus territorios. Con la ceremonia de posesión presidencial, del pasado 7 de agosto, tanto Petro como Francia ratificaron la reivindicación urgente del legado negro, campesino e indígena de una nación que desde la Constitución de 1991 se declaró pluriétnica y multicultural. La realidad parece demostrar otra cosa.

Francia Márquez es originaria del territorio del oro, el mangle y el tambor, donde “blancos, indios y negros (son) una sola ilusión (e) hijos de la misma tierra”, como reza el himno del departamento. Con ella se hace efectiva la posibilidad de lo imposible en un país donde, según el Departamento Nacional de Estadística, en 2019 el 40 % de la población negra manifestó tener alguna privación y el 37,5 % había sido desplazada por la violencia.

“Juro a Dios y al pueblo cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia. También juro ante mis ancestros y mis ancestras, hasta que la dignidad se haga costumbre”, fueron las palabras con las que tomó posesión de su mandato. En su hablar sereno y firme se reavivan las luchas que reclama el país.

En 2018 Francia Márquez obtuvo el Premio Ambiental Goldman, considerado el Premio Nobel de Medioambiente, que reconoce a “los individuos por sus esfuerzos sostenidos y significativos en la protección y mejoramiento del medio natural”, que, en muchos casos, han puesto en riesgo su vida.

Las 37 lideresas asesinadas en Cauca entre 2016 y 2022 son muestra de los riesgos para aquellas que apuestan por la defensa de los derechos sociales y ambientales de sus comunidades. Márquez fue amenazada infinidad de veces por grupos paramilitares que la culparon por oponerse al “desarrollo” de la región, al punto que tuvo que desplazarse con su familia para instalarse en Cali. Intimidada, todos los días; abatida, jamás.

Estudió en la modalidad bachillerato para adultos en Puerto Tejada y obtuvo un título de técnica para la formación agropecuaria, que luego complementó con una carrera de Derecho en Cali. Con este cúmulo de saberes y sus gestas sociales previas, emprendió una serie de batallas jurídicas con las que consiguió que se reconociera el valor ancestral y se frenara la minería ilegal de La Toma, corregimiento de su natal Suárez, territorio contaminado y vejado por la explotación aurífera.

“Mi comunidad ha sido agrominera. La minería que hemos practicado es tradicional, que se caracteriza por la sostenibilidad económica en una lógica de sobrevivencia”, dijo en un tuit reciente. Los 93 123 gramos de oro que se extrajeron en 2021 en el municipio son una muestra de lo atractiva que resulta la obtención del metal en una región vulnerada y asolada por la pobreza y las violencias ejercidas por los grupos armados ilegales, que para ese mismo año produjeron un total de 473 533 víctimas.

Resignificar lo simbólico

Durante su campaña fue objeto de burlas por su lenguaje, cotidiano e incluyente, cargado de mensajes contundentes y en los que posiciona a los mayores como sabios y protectores que guían. Su narrativa coloquial y un conjunto de términos que buscan acercar la experiencia política al sentir cotidiano de los ciudadanos de a pie fueron parte del éxito de una campaña con un tono inédito.

Bajo el principio de hacernos humanos mediante los otros, Márquez busca dar voz a los nadies, protagonistas en el relato nacional. El concepto, prestado del escritor uruguayo Eduardo Galeano, se convirtió en la voz de las comunidades más vulneradas y desbancó a los partidos atornillados al poder durante décadas.

Muchos le han criticado el exceso de colores y accesorios, que consideran redundantes para la sobriedad que se espera de este tipo de figuras públicas. Pero su vestuario atesora un simbolismo que recoge saberes ancestrales, ideales y principios.

Estampados ghaneses y tipo wax, telas kente, bordados artesanales, aretes con los mapas de África o de Colombia y pulseras hechas por las comunidades indígenas del Cauca visten a la mujer que emprendió su campaña a la vicepresidencia bajo cuestionamientos por su escasa experiencia en la arena política. Lejos de los extravíos que hoy cobran factura a los partidos tradicionales colombianos, en 2021 Márquez fundó su propia colectividad, Soy Porque Somos, concepto central de la filosofía ubuntu difundido por Nelson Mandela y Desmond Tutu: “Una persona es una persona a través de los demás”.

Francia Márquez, compañera de fórmula de Gustavo Petro, es actualmente la vicepresidenta de Colombia. El caso es único, tanto por su ideología de izquierda como por su origen afro
Francia Márquez, compañera de fórmula de Gustavo Petro, es actualmente la vicepresidenta de Colombia. El caso es único, tanto por su ideología de izquierda como por su origen afro. Fotografías: Alamy Photo Stock.

La consistencia del “vivir sabroso”

En diálogo con la filosofía ubuntu, la campaña de Márquez esparció como pólvora la noción del “vivir sabroso”, conectada con el “buen vivir” de los indígenas nasas. Se trata de un “modelo de organización espiritual, social, económica, política y cultural de armonía con el entorno, con la naturaleza y con las personas”, según se explica en un análisis del libro Vivir sabroso (2016) de Natalia Quiceno y que, en las palabras frescas de Márquez, implica poder vivir sin miedo, con dignidad y en pleno ejercicio de los derechos.

Estas consignas, sumadas a propuestas como la “política del amor” y el “gobierno de la vida”, fueron aspectos clave de la campaña. En concordancia con sus propuestas de campaña, espera que se haga realidad la creación del Ministerio de la Igualdad, institución que convertirá en política pública la garantía de los derechos de las mujeres, los jóvenes, las comunidades étnicas y la población diversa LGBTIQ+.

Su campaña, también enraizada en la justicia ecológica, planteó la importancia del desarrollo erigido sobre acciones social y ecológicamente sostenibles. La transición a las energías limpias y una economía regenerativa que reduzca las cifras de desplazamiento y violencia formó parte de la propuesta de una “economía para la vida”.

Días después de la asunción oficial del cargo la vicepresidenta viajó a su tierra natal y allí tuvo una posesión simbólica, bendecida por su gente y las autoridades ancestrales y espirituales. “La esperanza de transformación está en el pueblo colombiano”, afirmó la misma mujer que un día soñó con otra historia para su historia.

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