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¿El güisqui volverá a ser whisky?

Los extranjerismos en la lengua española
Fotografía: Shutterstock.

Quienes queremos y cuidamos nuestra lengua española muchas veces nos asombramos por ciertas decisiones que, lejos de defenderla de los extranjerismos, notamos que algunos cambios propuestos no siempre son los más acertados.

En 2001 tanto la Real Academia Española (RAE) como el Diccionario panhispánico de dudas (DPD) coincidieron en que el famoso licor, al que también se conoce como escocés, se adapte al español con g inicial, seguida de una ü con diéresis y una vocal i al final de la palabra.

En la mayoría de manuales de estilo de diarios latinoamericanos esa sugerencia se quedó solo en lo anecdótico y no sabemos si ocurrió lo mismo en medios de comunicación españoles.

Ahora académicos y filólogos desestiman esa adaptación y prefieren rescatar la etimología de la palabra extranjera, con mínimas y casi imperceptibles modificaciones, pero, definitivamente, de mayor reconocimiento para quienes la utilizan o beben.

La grafía w

En el libro Los extranjerismos en el español académico del siglo XXI de David Giménez Folqués, editado por la Universitat de València (2012), se recogen decenas de adaptaciones o préstamos que recibe el español de varios idiomas, principalmente del inglés.

La nueva gramática de la lengua española (2011), la primera desde 1931, que recibió el aporte de veintidós Academias de la Lengua Española durante once años de trabajo e investigación, es otro valioso aporte a la buena escritura.

En el libro de Giménez Folqués se cita al filólogo Leonardo Gómez Torrego, quien advierte que algunas palabras extranjeras entraron en su forma original y no se las puede modificar ni adaptar a nuestras normas gramaticales muy especiales, por ejemplo, rock (terminada en ck), imposible que se acepte como roc.

Aunque la derivación roquera (persona que practica o admira el rock) se adapta perfectamente y evita que vayan juntas las consonantes ck (pero esto será materia para un próximo artículo de Lenguaje y estilo).

Volvamos entonces a la w de whisky, cuya consonante entró al diccionario español por la vía del préstamo recién en 1969, tal como lo anota Giménez Folqués.

Como ya es considerada una letra más de nuestro abecedario, en la actualidad, la w transita libremente en palabras como waterpolo, web, sándwich (en nuestro país el sándwich es sánduche y en Perú es sánguche).

Por su condición de extranjera, cuando la w pretendía entrar en nuestra lengua era adaptada con otras grafías, como gu, u o v. Por ejemplo, vagón del inglés wagon, suéter del inglés sweater o vatio también del inglés watt.

En la actualidad, dice el autor, “desde la Ortografía se aboga por el uso de la w etimológica, ya que todos los hablantes hispanos la consideramos hoy en día como propia”.

Entonces, como la w ya no tiene la oposición de los puristas de antaño, Gómez Torrego defiende dos casos específicos, el de la fruta conocida como kiwi (desecha la pretensión de kivi), y finalmente la del licor con w wiski, más parecida al étimo whisky, pero preferible a güisqui.

Lea más artículos de Lenguaje y estilo.

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