Las tragedias de Sófocles, ahora en verso castellano

En su importante trayectoria intelectual descuellan sus traducciones de las siete tragedias de Sófocles, de la obra completa de Virgilio y de la lírica de Horacio, que sobresalen por su fidelidad a los originales y por haber sido realizadas en cuidado verso castellano; tradujo también fragmentos característicos de Tucídides, Ovidio, Dante Alighieri, William Shakespeare, Víctor Hugo, Francis Thompson, Joan Maragall y Paul Claudel, por citar a algunos de los autores que frecuentó.

El quiteño Aurelio Espinosa Pólit (1894-1961) es uno de los más sobresalientes humanistas hispanoamericanos del siglo XX.

La bibliografía nacional acaba de verse enriquecida con la aparición de la tercera edición del Sófocles en verso castellano de Espinosa Pólit, primero de seis volúmenes proyectados en el marco de un ambicioso proyecto editorial del Centro de Publicaciones de la PUCE, publicación que coincide con los 75 años de fundación de ese importante centro educativo.

Dentro de sus actividades concernientes a la enseñanza de la lengua griega en el centro jesuita de Cotocollao, Aurelio Espinosa Pólit pensó inicialmente en verter al castellano la Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides, tratando incluso, para asumir ese reto, de contactarse con alguna editorial española que tuviese interés en dicha publicación; pero, finalmente, ante la complejidad discursiva de la obra del gran historiador, consideró que eran más apropiadas para sus fines educativos las maravillosas tragedias de Sófocles, mejor adaptadas a los dos campos que a él más le interesaban, el formativo y el estético.

Finalmente, de Tucídides solo tradujo —y por razones coyunturales: no es coincidencia que lo hiciera tras las pérdidas territoriales del Ecuador frente al Perú en 1942— tan solo el brillante “Diálogo de Melos” del libro V de la Historia, precisamente para ejemplificar cómo quien detenta el poder político y militar siempre se impondrá a cualquier adversario débil, con independencia de a quién acompañe la razón.

El método que Espinosa Pólit utilizó como maestro de literatura —sustentado en la Ratio studiorum (1599) de la Compañía de Jesús— fue el llamado de las prelecciones, sistema que, lejos de constituir un mero protocolo de enseñanza, está basado en un análisis profundo de las obras estudiadas mediante un diálogo permanente con los estudiantes, considerados copartícipes de su propia educación.

El P. Aurelio, así, en su condición de docente fascinado por los autores de la Antigüedad, dedicó varias décadas a estudiar y a traducir la obra de tres de los mayores clásicos de Occidente: Sófocles, Virgilio y Horacio.

Tras una sólida formación académica en Europa, Espinosa Pólit se estableció en la casa jesuita de Cotocollao en 1928, donde, aparte de las muchas responsabilidades que su función de sacerdote le imponía, asumió la de la traducción, publicando ya en 1930 algunas versiones de Virgilio para conmemorar el bimilenario de su nacimiento, actividad que no concluyó sino con la traducción de la obra completa del poeta mantuano. Su tío Manuel María Pólit Laso, arzobispo de Quito e importante humanista, fue quien inició a su sobrino en los estudios virgilianos, dedicación de toda una vida marcada por dos hitos: el estudio de sus inicios Virgilio. El poeta y su misión providencial (1932) y su traducción definitiva —dada por buena después de al menos ocho versiones anteriores—Virgilio en verso castellano, publicada póstuma en 1961; sus últimos días de vida los dedicó al afanoso trabajo de corregir las artes finales de esta obra, labor que no pudo concluir y que dejó encargada a sus discípulos.

Su dedicación a la obra de Horacio comenzó por aquellas mismas fechas, datando sus primeras traducciones publicadas en 1935, labor que solo culminará en 1953 con la versión de la obra lírica —Odas, epodos y canto secular—del poeta venusino.

Las tragedias han influido de manera trascendental en el pensamiento y la cultura.

En cuanto a Sófocles, la primera traducción que Espinosa Pólit publicó fue su Edipo rey en 1935, precedido de un interesante prólogo; una década después publicó una versión revisada (1945), y en seis de sus Dieciocho clases de literatura (1947), de la duodécima a la decimoséptima, volvió a ocuparse de esta traducción. Seguidamente dio a los tórculos, en 1936, su versión de Edipo en Colono y en 1954 la de Antígona, que incluye como voluminoso apéndice un extraordinario estudio: la prelección aureliana a dicha tragedia. Finalmente, en 1959, vio la luz en Quito su versión completa de toda la obra de Sófocles, compuesta por las siete tragedias más los 1129 fragmentos conservados del trágico griego. La editorial Jus de México publicó una segunda edición en 1960, y esta que la PUCE acaba de publicar aparece nada menos que 61 años después.

El P. Ignacio Errandonea, maestro de Espinosa Pólit y como él gran helenista, manifestó: “Su interpretación del texto griego es exacta y fiel”; su versión “honra a las letras ecuatorianas y castellanas en general como a las clásicas de la Antigüedad”.

Espinosa Pólit destacó ante todo en estas obras la psicología de los personajes; son tragedias que han influido de manera trascendental en el pensamiento y la cultura universales.

Señalaré, por ejemplo, como es bien conocido, que dos de los personajes-tipo sofocleos fueron la base para nominar en psicología dos tendencias humanas, los llamados “complejo de Edipo” por Sigmund Freud y “complejo de Electra” por Carl Gustav Jung.

Ahora bien, si la traducción fue una de las más sólidas vertientes en las que el P. Aurelio desplegó su gran talento, no fue la única: otra fue el acopio de la bibliografía nacional, encomiable labor que sus compañeros de orden religiosa y herederos de ideal han continuado hasta hoy, de manera silenciosa y abnegada, en el actual Centro Cultural Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit (Ccbeaep), monumental acervo documental que preserva la cultura escrita de nuestra nación y la pone, con gran competencia y generosidad—además de con muy poco apoyo institucional—, a disposición de todos los investigadores.

A Espinosa Pólit le bastó en 1929 apenas un par de famosas páginas (ver foto) para establecer un sólido manifiesto acerca de la cultura nacional, y lo puso por obra mediante la creación de la citada biblioteca-archivo de Cotocollao. Con gran lucidez, desde la convicción de que nuestra patria no es solo territorio, monumentos y edificios, sino preferentemente nuestros escritores, de los más destacados a los más humildes, denominó “el alma de la patria” a este organismo propiedad de los jesuitas, quienes en estos 92 años han cumplido a cabalidad su papel de custodios y acrecentar muy significativamente la mayor colección bibliográfica de nuestro país; cumplen así el sueño de un hombre que vivió toda su vida convencido de que la cultura nos haría un país mejor y unas personas mejores, sin perder nunca de vista que como nación no podíamos estar aislados del mundo.

Es nuestra obligación, desde cualquier posición que ocupemos, cuidar este activo intangible de nuestra patria. Contamos hoy, además, con todas las herramientas tecnológicas para acceder a los fondos del Ccbeaep, como sus catálogos, tanto impresos desde hace décadas como ahora en formato digital; la institución cuenta, por otra parte, con un eficacísimo servicio de reprografía digital que hace posible que cientos de miles de documentos puedan ser consultados mediante la adquisición de DVD que nos permiten, por ejemplo, leer desde nuestras pantallas monumentos como las Primicias de la Cultura de Quito —nuestra primera publicación periódica—, El Quiteño Libre, el Registro Oficial, El Comercio, El Universo, El Telégrafo, El Día, entre cientos de otras revistas y periódicos de todo el territorio nacional; o bien conjuntos de DVD temáticos con las obras completas de Juan Montalvo, Juan León Mera, Dolores Veintimilla y muchos otros autores; ya no hay excusa que nos exima de conocerlos y difundirlos.

La Fundación Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit constituye el centro de investigación a nivel superior más completo de cultura e historia ecuatoriana.
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