NOTA DE LIBRE ACCESO

El lado más subversivo de Eugenio Espejo fueron los libros

Espejo fue custodio de catorce mil libros y dueño de otros cuatro mil. Pasó gran parte de su vida devorando y escribiendo libros.

Eugenio Espejo fue conocido en su época en Perú, Nueva Granada y España donde lo consideraban un sabio. Pero en Quito, su tierra natal, era odiado por sus sátiras y sus panfletos y por considerárselo peligroso.

Desde los libros que Espejo escribió, leyó, y que se le atribuyen se percibe su versatilidad como pensador y protagonista de la historia. Abordó la filosofía y la docencia hasta la medicina, el periodismo, las leyes y la teología.

El historiador Jorge Salvador Lara dice sobre él: “No exponía sus teorías políticas: las insinuaba.(…) Ignoraba el manejo de las armas: conocía el arte de escribir. Le era extraño el olor a pólvora: amaba el de la tinta de imprenta”.

Vida y legado de Eugenio de Santa Cruz y Espejo. Haiku Audiovisual

Libros desde niño

Espejo creció rodeado de libros. Su padre, médico-cirujano, leía mucho sobre su profesión, aunque entonces era ejercida artesanalmente. La actividad de un médico era equiparable a la de un sastre o un albañil, por lo que leer no era indispensable.

Pero el testamento paterno revela que el papá de Espejo poseía libros de su especialidad que los legó a su hijo.

Ese fue el origen de su apego a los libros, pero la época en que vivió también determinó sus inclinaciones literarias. Las revoluciones (industrial, francesa, de independencia de los Estados Unidos, la rebelión de Tupac Amaru) fueron la constante de la época. En la Audiencia de Quito la convulsión se reflejó en la rebelión de los Estancos (1765), la expulsión de los jesuitas (1767), el alzamiento indígena de la sierra centro-norte y las revueltas de Pelileo, Quisapincha, Píllaro y Baños.

A la vez, la educación iba cambiando, sobre todo a partir de 1700, cuando los franceses influyeron con sus ideas en España. Sin embargo, en el Quito colonial el sistema educativo privilegiaba la Escolástica, la Retórica, la Filosofía de Aristóteles, la Teología Moral y Dogmática y el Latín.

Eugenio Espejo tuvo una biblioteca personal de más de 4 mil libros.

Fueron los jesuitas los primeros en proponer cambios en las materias a dictarse. En 1761, el padre Juan de Hospital dictó un curso de Física, del que Espejo fue alumno. Ahí se enseñó por primera vez el sistema copernicano, con cierta resistencia por la revolución mental y filosófica que planteaba.

Del puño y letra de Espejo

En general, Espejo escribió con seudónimos. Salvador Lara explica que lo hacía “por necesidad estratégica; no atacaba de frente, porque al primer impacto hubiera sido aniquilado (…). Era, pues, un zapador silencioso: “un duende”, como se definió él mismo”.

Escribió mucho y no todas sus obras han sido identificadas. Probablemente, algunas han desaparecido, pero en todas hizo el oficio del sembrador de inquietudes.

  • Su primer escrito fue un estudio sobre una epidemia que asoló a los indígenas de la Sierra centro-norte, llamada ‘mal de manchas’ o ‘peste de los indios’. Esta obra no se ha conservado.
  • Después apareció el manuscrito El Nuevo Luciano de Quito, obra crítica, apoyada en la sátira y la ironía. Lo firmaba como don Javier de Apéstegui y Perochena.
  • Vino luego La Ciencia Blancardina, continuación del Nuevo Luciano, con lenguaje mordaz y satírico.
  • Más tarde, El retrato de Golilla, sátira contra Carlos III y José de Gálvez, provocó un juicio contra Espejo pero este alegó no ser el autor y fue absuelto. Por encargo del Cabildo de Quito escribió Reflexiones acerca de un método para preservar a los pueblos de las viruelas.
  • La Defensa de los curas de Riobamba fue un estudio detallado de los abusos y atrocidades de la Iglesia, la Corona y los dueños de los obrajes en contra de los indios. Luego redactó ocho opúsculos denominados Cartas riobambenses, en las que prosiguió sus ataques.
  • Con el Discurso sobre la Sociedad Patriótica, exhortó a los quiteños a unirse a una cruzada en bien del país y su cultura. Y desde el 5 de enero hasta el 29 de marzo de 1792 publicó los únicos siete números del primer periódico ecuatoriano: Primicias de la Cultura de Quito, difusor de las aspiraciones y alcances de la Sociedad.
  • Otra obra científica fue Memoria sobre el corte de las Quinas, donde recomendaba la forma más eficiente de cuidar el árbol del que se extrae la quinina, ante el peligro de su depredación.
  • De esta temática es también Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito, en que analizaba el estado de la economía y la agricultura a fines del siglo XVIII.
  • Desde su faceta de teólogo surge la producción de Carta del padre (1780); Segunda carta sobre la Inmaculada Concepción de María (1792) y Sermones para su hermano, el padre Juan Pablo Espejo, y otros curas amigos.

Patrono de los bibliotecarios

La de bibliotecario es una de las facetas que no han sido muy estudiadas en Espejo, a quien la posteridad habría de reconocerlo como “patrono del bibliotecario ecuatoriano”. Espejo fue el primer bibliotecario público de Quito, nombrado en 1792. Este cargo no existía antes porque las bibliotecas estaban en conventos o universidades. Se mantuvo en el puesto tres años y no recibió pago alguno, otra de las venganzas del régimen colonial contra él. Aprovechó leyendo y meditando en la paz de la gran biblioteca, pues fue un lector empedernido.

Por su lado, a lo largo de su vida, Espejo reunió una gran biblioteca privada de cuatro mil libros. El historiador Enrique Garcés la destaca al decir: “¡Más de cuatro mil libros! ¡Y selectos! ¡Y únicos en la provincia de Quito, por un valor de más de siete mil pesos!

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