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Mariana Enríquez: la escritora del otro lado

‘El otro lado’ reúne los artículos periodísticos de la argentina Mariana Enríquez. Retratos, confesiones y un recorrido por el panteón pop y literario de la escritora del horror.

Enriquez
Mariana Enríquez es una de las escritoras más reconocidas de la última década.

Horror más realidad latinoamericana. A esa sumatoria, a veces tautológica, que en los peores momentos también podría traducirse como “horror más horror”, se ha dedicado Mariana Enríquez en su literatura. 

A los 21 años, esta autora se obsesionó con las películas ‘Entrevista con el vampiro’ y ‘My Own Private Idaho’, así que decidió reescribir descaradamente esas dos obras y filtrarlas desde sus experiencias con los excesos. En ese momento, la literatura argentina fichó una nueva voz y también ganó un personaje. 

Sus libros se adentran en casas abandonadas que se tragan a quienes la visitan, hogueras que alimentan sus llamas con mujeres, rituales dirigidos a los desaparecidos de la dictadura o incluso el amor de una mujer con unos huesos desechados en la facultad de Medicina.

Enríquez acumula homenajes, a veces dignos del fan, como el de lectores que se tatúan personajes de sus novelas, y otras veces dignas del anecdotario wikipédico global, como el hecho de que Alan Moore, autor de ‘Watchmen’ y ‘V de Vendetta’ haya recomendado leerla.

Antes de transformarse en una de las más celebradas autoras de terror contemporáneo de Latinoamérica y de ganar el Premio Herralde de Novela, Enríquez fue periodista de rock y, luego de un ascenso en la escalera del prestigio autoral, articulista cultural.

Periodismo pop

‘El otro lado’ es su compendio de textos periodísticos. Allí muestra su faceta de fan del cine, la música y los libros y cómo estos han servido de alimento para su escritura. La autora es considerada por algunos como una estrella de rock literaria. Aunque hoy está alejada del malditismo, ha probado y vivido varios de los mismos excesos que sus héroes. Oscuras estrellas de la cultura popular como Nick Cave, River Phoenix y Marianne Faithfull.

El subtítulo de ‘El otro lado’ resulta bastante preciso -“retratos, fetichismos, confesiones”- y, más que una carta de invitación a las catacumbas es una declaración de amor y devoción, un homenaje de más de 800 páginas a la baja cultura. La excepción son  algunos textos que dedica a Mary Shelley, Sylvia Plat y Edgar Allan Poe. 

Sus artículos sobre Kurt Cobain, The Rolling Stones, Eminem y Tupac Shakur, además de su tensa y graciosa entrevista con Charly García, de quien no es fan, son joyas que brillan en ese mundo supuestamente bajo (por popular) que, no obstante, Enríquez no tiene ganas de oponer al elitismo cultural. Es más, en el panteón de sus pasiones literarias se enfilan aquellas altas figuras sobre las que se hacen volúmenes serios y tesis doctorales que nunca acaban: James Joyce, Arthur Rimbaud, Baudelaire T.S. Eliot y Silvina Ocampo, entre otros.

Enríquez a tope

Enríquez también ejerce su agudeza crítica, su capacidad de observación, sus pies sobre la tierra (esa tierra real y muy latinoamericana) y, sin embargo, nunca se contenta con la literalidad. Su prosa periodística emplea la información y los datos con sabiduría, no ahoga al lector con pretensiones de erudición, y, a la vez, no deja de ser expresiva. Podría decirse que su estilo empata con su personal definición de Stephen King: “King es un realista que sube el volumen”. 

Y, cuando se trata de música, Enríquez sí que le sube el volumen al aparato. No se cansa de decir que en su vida personal la literatura ocupa un segundo lugar. Lo importante, lo primero, siempre es la música: “En el momento privado de la escritura lo único que sé es que necesito la intervención musical… La noche suena como David Bowie, plateada y azul; la calle suena como The Stooges, gris con franjas de tigre rojas, amarillas, verdes”. 

Así, cada vez que escuche una buena canción de Manic Street Preachers o de The Birthday Party, sabrá que Mariana Enríquez la está usando de fondo o sobrevolando su tecleo obsesivo encargado de conjurar monstruos, pesadillas y también humor. 

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