Por Esteban Jaramillo
Es el canal digital de YouTube más popular que se haya montado en el Ecuador. Se muestran pequeños sketches que tienen como base el humor. Los videos tienen un promedio de un millón quinientas mil visitas diarias.
Un abigarrado grupo de gente se reúne frente a la puerta de un edificio. Ese día la selección ecuatoriana de fútbol juega enfrenta a Perú, pero esta gente no va al estadio, ni siquiera oye el partido por radio. No. Ellos están armados con antorchas mientras una patrulla de la policía supervisa que la marcha no se salga de control. La turba camina y grita una consigna inusual: “Muerte al hombre mandarina”.
Un frío lunes por la tarde la modorra que viene después del almuerzo invade la oficina de Touché Films, una productora de contenidos audiovisuales para cine, televisión e Internet que se sostiene, como la gran mayoría, gracias a la publicidad. Hay que terminar dos guiones antes de que termine el día, pero las ideas no llegan. De pronto, aparece Andrés Centeno, productor ejecutivo, con una máscara y un sombrero de constructor y dice: “¿Han oído lo que es el Harlem Shake? Bueno, vamos a hacer uno ahora”. Veinte minutos después, toda la oficina baila en la sala de edición: gente sin camisa y con peluca.
Otro día, durante el almuerzo, parte del equipo se alimenta en un restaurante de comida casera. Alguien dice: “Cuando estaban en el colegio, ¿se quedaron a supletorios? Eso es hecho mierda”. Otro dice: “Deberíamos hacer un video del punto de vista de un estudiante dando un examen supletorio”. Hay risas y Orlando Herrera, editor y actor, como es su costumbre, le dice al mesero que solo quiere “segundo”. Las sopas no le gustan.
Así se trabaja en Enchufe.tv, el canal digital de YouTube más popular que se haya montado en el Ecuador y el producto estrella de Touché Films, donde soy guionista desde hace poco menos de un año. Este es el proyecto que cuatro chicos, por entonces veinteañeros, idearon en el balde de una camioneta. Leonardo Rovalino, Jorge Ulloa, Martín Domínguez y Christian Moya querían hacer sketches cómicos muy cortos y subirlos a la red. En un principio, eso era todo.
Christian dice que su inspiración vino de otros canales web como College Humour, fundado en 2009, con sede en Nueva York. Se dieron cuenta de que existía un hueco gigante en el entretenimiento ecuatoriano. “Vimos qué páginas eran las más visitadas en el país: Facebook, Google, YouTube”, dice Christian. “Luego estaban todas las páginas del Gobierno: el SRI, peleando palmo a palmo con las páginas de periódicos y noticias. Después, venía el porno… mucho porno”. La necesidad de un espacio de entretenimiento que no incluyera mujeres desnudas y orgías era obvia. “Queríamos hacer porno pero nuestras mamás no nos dejaron”, reza lo más cercano a un eslogan que tiene este grupo de cineastas.
El mundo virtual era una jugada arriesgada. Cuando comenzaron a producir videos, solo el 17% del Ecuador tenía acceso a Internet. Hoy en día, la Senacyt habla de crecimiento en el porcentaje de usuarios: en enero de este año, por ejemplo, se registró un acceso del 54%. Las conexiones domésticas y los cafenet se han convertido en repúblicas independientes y es esa señal, abierta de verdad, la que facilita el trabajo de Enchufe.tv. Pocas —por no decir ninguna— de las comedias al aire, en los canales locales, ofrecen algo más que escotes y chistes racistas y machistas. La ceguera de la caja boba no ve —o no quiere ver— que en Internet el público elige con qué quiere divertirse.
Los Enchufe.tv juntaron amigos y amigas de la escuela de cine donde estudiaron y comenzaron a rodar. Los primeros videos fueron El peor casting, Dos tipos y un ascensor, Higiene bucal y Camilo sobre treinta. El lanzamiento no incluyó fuegos artificiales ni grandes anuncios, bastó con diseñar pequeños enchufes de colores que los cómplices se encargaron de compartir en las redes sociales. De un día para el otro, la gente comenzó a compartirlos y así los conocí, viendo sus sketches en mi feed diario de Facebook. Luego venía alguien y me decía una frase que cada vez se hacía más popular: “¿Has visto Enchufe?”.
En esa época viajé al otro lado del océano para hacer un posgrado en guion de humor. Ahí se hablaba mucho del auge de Internet, de los productos transmedia (aquellos que se pueden ver en distintas plataformas) y cómo la comedia encontraba nuevos cauces en la red mundial. Una tarde, para un deber, investigaba sobre canales de comedia en YouTube que usaron fórmulas que funcionaron. Algo aburrido y un poco nostálgico, volví a ver los videos de Enchufe.tv y me topé con uno que me acabó de enchufar: Zapatito cochinito. En este pequeño sketch —apenas dura 36 segundos—, un inocente juego de niños tiene un desenlace sanguinario. Humor absurdo de color negro, algo que, para mí, le hacía falta al Ecuador hace rato.
Me subscribí al canal y así pude ver a una pareja que se odia y no lo dice; una versión del carnaval ecuatoriano pensado como un juego de video; un tipo obsesionado con que el cumpleañero muerda el pastel; una mujer despechada que encuentra el novio perfecto en un robot; una chica con un síndrome premenstrual tan fuerte que, a su lado, la niña de El exorcista parece una dulce corista de iglesia cristiana. Los números de suscriptores y vistas subían. Mil vistas, tres mil vistas, seis mil vistas. En cuestión de meses ya era un boom.
¿De dónde provenía tanta popularidad? La tiranía de la barra donde se miden los “Me gusta” y los “No me gusta” es implacable. Si la mayoría desaprueba los videos subidos, lo más probable es que el canal desaparezca en cuestión de meses. Pero este no era el caso. Aquella barra verde que mide el éxito o el fracaso en el inmediato mundo virtual jugaba a favor de los creadores.
“¿De dónde son? ¿De México?” Me decía un amigo catalán cuando le mostraba el video de San Valentín. “No, tío, son del Ecuador”. “Pues me gusta, son buenos, joder”. Él no era el único en dudar que en la mitad del mundo se hiciera un humor así. En los comentarios de los primeros videos, de lo que más se hablaba era del origen del canal. De la incredulidad al chauvinismo enfermo, los comentaristas no dejaban de recordar que esa producción de calidad estaba hecha aquí. Dónde se hiciera Enchufetv nunca me importó. Lo que me importaba era que me hacía reír.
Esto es un “farrón”
Tuve la suerte de empezar a trabajar con ellos cuando volví al país, sobre todo como actor, y el primer rodaje en que participé fue en la casa de Alejandro Lalaleo, asistente de dirección y también actor: en esta empresa tener varias responsabilidades no es inusual. Nos reunimos para rodar uno de los sketches más populares realizados hasta ahora. Cuando me llegó el guion, lo leí con algo de incredulidad, debo admitirlo. “¿Esto va a ser chistoso?”, me pregunté. Era cómico, de eso estaba seguro, pero nunca pensé que se convertiría en un éxito en la red. El nombre me gustó desde el inicio, eso sí: Farrón.
Esa fue mi oportunidad para descubrir otro de los grandes secretos del éxito de Enchufe.tv; es tan simple que lo puedo repetir aquí, sin ningún problema: se divierten haciendo su trabajo. Había espacio para algo de improvisación. Jorge, el director, y Christian, director de foto, intercambiaban ideas para que el rodaje avanzara en un ambiente festivo. Para hacer “un farrón” hay que tomarse la vida como viene, en completo relax.
El efecto que tuvo ese sketch en el público fue notorio. Se compartió masivamente y la gente repetía “que se iguale” (una de las frases del video) en cada reunión. Tiempo después, saliendo de un bar en la zona céntrica de Quito, escuché retumbar la canción que se usó en el video en una discoteca frecuentada por extranjeros. In the jungle, como se llama el tema del desconocido WS Will, pasó de tener menos de 130 reproducciones y ocho descargas a 4 000 reproducciones y 1 300 descargas el día que se estrenó Farrón. Una semana después, los números marcaban 22 000 reproducciones y 7 000 descargas.
Entré definitivamente al equipo a mediados de junio de 2012. Todo cuajó luego de uno de los shows de stand up (o monólogos cómicos, para hacer más castizo el asunto) que suelo escribir y presentar con Pancho Viñachi, al que acudieron algunos de los miembros de Enchufe.tv. Al parecer, hablábamos de los mismos temas, pero en distintos formatos: las exnovias, lo típico de los ecuatorianos y la posibilidad de que alguna vez vayamos al espacio con nuestra propia NASA (Nunca Alcanzaremos Suelo Amazónico), idea que acabó siendo uno de mis sketches preferidos. Pancho y yo comenzamos a escribir guiones y entendimos el vertiginoso ritmo con el que se manejan: producir tres sketches a la semana implica mucho trabajo de equipo.
América enchufada
Una niña de cuatro años repite frases de los videos y su madre sube la grabación a YouTube. Adolescentes de un colegio de la Costa hacen su propio remake de Farrón. Se publica un artículo que realiza un análisis sociológico del humor de Enchufe.tv. Un canal peruano hace un reportaje sobre el canal. De pronto, el enchufe se vuelve una marca reconocida. “Queremos renovar el audiovisual ecuatoriano”, me dijo Leonardo Rovalino, conocido por interpretar uno de los personajes que más impacto ha tenido: el “Quién dice”. Leonardo es el gerente y en la oficina viste terno y luce muy serio. ¡Quién diría!
Renovar el audiovisual ecuatoriano parece una tarea titánica, pero los números siguen subiendo: los videos del canal tienen casi un millón de vistas diarias. Hace poco más de un mes se pasó la barrera del millón de suscriptores y cuando escribo estas líneas son ya casi un millón quinientos mil. Ningún video de los 159 subidos a la red tiene menos del 90% de aceptación. Enchufe.tv se ve en México, Argentina, Chile, Perú, Colombia y muchos países más de América Latina. Incluso, por alguna azarosa jugada del destino, el video más visto de todos, Me gusta, con casi ocho millones de reproducciones, llegó a ser un boom en Rusia.
Durante el acto en que se lanzó la página web del canal a la prensa y agencias de publicidad, ocho meses después de la publicación del primer video (en un ya lejano noviembre 13 de 2011). Jorge Ulloa se me acercó con un entusiasmo de alcohol y bocaditos y me dijo: “Esto va para arriba. Solo cree”. Yo creí y ahora seguimos trabajando, probando varios estilos de humor gracias a la libertad completa que te da la red.
Abril llegó con una tormenta eléctrica a Quito. Para evitar que mis aparatos electrónicos sufran algún desperfecto, los desconecto. Me hago una pregunta tardía: “¿Por qué el canal se llama Enchufe?” Una semana después, en un partido de fútbol aficionado, le hago el mismo cuestionamiento a Jorge. La respuesta es simple pero decidora: “Estamos todos conectados y el enchufe es la manera más rústica de hacerlo. Intercambiamos videos, intercambiamos fotos, intercambiamos información. Aprovechamos eso para joder”.
Conectados y con ganas de joder. No sé si eso describe a Enchufe.tv. Lo que sí sé es que le calza perfectamente a mi generación.