En la tierra somos fugazmente grandiosos

Ocean Vuong autor de 'En la tierra somos fugazmente grandiosos'.

Poesía y novela no son géneros antagónicos, ni siquiera separados. Imposible trazar la frontera que los divide, pero sobre todo inútil, porque siempre se contaminan mutuamente, enriqueciéndose. La maestría del narrador o del poeta sabrá ajustar la dosis respectiva.

Ocean Vuong (Ciudad Ho Chi Min, 1988) ha sido poeta desde siempre y sigue siéndolo al publicar este primer relato: En la tierra somos fugazmente grandiosos. Su vida es en sí misma una novela y, de hecho, el libro que abordamos es esencialmente autobiográfico. La intromisión de lo lírico no convierte a este texto en un balcón florido, sino que desciende a la calle de la historia y aún más a la alcantarilla de la vida para hallar los materiales terribles con los que conformará su obra.

Las vidas de Vuong, su familia y de su nación están marcadas por el conflicto y los bombardeos de napalm. Pero no vaya a pensar que se trata de un texto político o antibélico. La fuerte imbricación entre la biografía de Vuong y su obra puede confundirnos. Para acentuar este carácter y la descarnada intimidad de las situaciones está narrada en forma de una carta a Rosa, la madre del protagonista, analfabeta porque cuando tenía cinco años su escuela fue barrida en un bombardeo.

Ella es hija de Lam, una mujer que huyó de su casa durante la guerra y se dedicó a la prostitución, para luego casarse con un soldado norteamericano que se hace cargo de ella embarazada y acepta a Rosa, la niña que nace. El militar viaja con licencia a Estados Unidos, en su ausencia se produce la caída de Vietnam y no vuelve a reunirse con su familia.

Homosexualidad y drogas

La brutalidad de la guerra, el abandono, la homosexualidad, mezclados con un poco de autobiografía, es lo que nos regala el escritor vietnamita Ocean Vuong en su primera novela ‘En la Tierra somos fugazmente grandiosos’.

Luego su hija se casará con un hombre que será apresado por maltratarla y lo abandona, pero antes han procreado un hijo, Perro Pequeño lo apodan y será el narrador intensamente subjetivo de la novela. Abuela, hija y nieto emigran a Estados Unidos, donde sobreviven con lo que gana Rosa como manicurista.

El otro tema que encarna el relato se refiere a la adolescencia de Perro Pequeño, cuando comienza a trabajar en una plantación de tabaco. La mano de obra está compuesta casi totalmente por inmigrantes ilegales, pero el patrón les da buen trato. El vietnamita conoce a Trevor, hijo del jefe, y las relaciones homosexuales entre ellos son narradas sin límites ni velos, con todo detalle. Sin embargo, si busca una visión militante de lo gay, este no es el libro. Perro Pequeño se toma con naturalidad su opción y no hace berrinches por haber sido un excluido.

La otra faceta de esa etapa de la vida es la de las drogas y sus resultados, sórdidos y degradantes, quizá igualan a la barbarie de la guerra. Así, con ese título tan extraño nos llega una narración poética, a pesar de su dureza, cuya estética no se disuelve en los hechos repulsivos que nos presenta.

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