El francotirador, o la boda y el funeral

Por Gonzalo Maldonado Albán
Edición 457-Junio 2020 

No es coincidencia que el filme empiece con una boda y termine con un funeral. Son los dos ritos ancestrales más importantes de la cultura humana; los que, desde siempre, han suscitado las más hondas emociones en las personas. Cada boda y cada funeral evocan esos dos hechos —el amor y la muerte— determinantes en el destino de cualquier ser humano; dos hechos que, al parecer, jamás podremos descifrar ni aceptar por completo.

En The Deer Hunter o El francotirador Michael Cimino acomete la empresa de indagar el estado de aquellos dos ritos y lo que encuentra es nada halagador. La boda de Steven (uno de los tres protagonistas de la historia) es retratada con el ojo de un documentalista. Durante casi una hora de las tres que dura la película, Cimino muestra los detalles de un matrimonio cristiano-ortodoxo cuyo intrincado ceremonial mágico es envilecido después por las costumbres de la era industrial.

De esta forma, el rito del amor puro que se celebra en una iglesia, con coros, velas y coronas, termina convirtiéndose en una borrachera más de unos jóvenes desaliñados que se han enlistado en la guerra de Vietnam y que, para celebrarlo, se van a cazar alces en una montaña de por allí cerca.

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