Dudamel el rock star sencillo

Gustavo Dudamel se convirtió con dieciocho años en director titular de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela. Con veintitrés años ganó el Concurso de Dirección Gustav Mahler en Bamberg y dos años después debutó en el Teatro alla Scala de Milán, para pasar a ocupar antes de que terminara su tercera década de vida el puesto de director musical de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles.

Fotografías: Cortesía Los Angeles Philharmonic Orchestra.

Señora 1: “¡¿Dudameeel?!”. Señora 2: “Oh, my God!”. Señora 3: “Is he married?”. Señora 4: “¡Es guapísimo!”. Estas nueve palabras, que nacen de la euforia de cuatro señoras que asisten juntas a uno de los conciertos del verano de 2021 de la Filarmónica de Los Ángeles, resumen el “efecto Dudamel” entre quienes quedan cautivados ante su sola presencia. No necesita hablar, dirigir o hacer algo específico, el hecho de que exista alborota a las masas. El hombre es un rock star, aunque quienes lo conocen de cerca dicen que él parece no darse por enterado. Será, tal vez, el único.

Quien se pasee por Los Ángeles notará que hay una imagen que se repite. Aquí, allá y acullá están los ojos, las manos, la melena rizada en agitación perpetua… Grandes vallas y pendones publicitarios ubicados en un sinnúmero de sitios de alta exposición de esta metrópoli muestran en primer plano a una de sus inversiones más valiosas: Gustavo Dudamel (Barquisimeto, Venezuela, 1981). Hay una maquinaria publicitaria potente al servicio de esta apuesta musical y cultural que llevó hace doce años al director venezolano a dirigir la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles o LA Phil (eleifil, como le dicen todos). El dinero invertido ha pagado con creces y la “Dudamanía”, que comenzó a fraguarse en abril de 2007, apenas se anunció que reemplazaría a Esa-Pekka Salonen en la dirección de la orquesta, sigue al alza.

La gente quiere saber todo de él. Desde nimiedades hasta noticias importantes, como pasa con cualquier estrella de rock. En Google la segunda pregunta más frecuente sobre él es “Is Gustavo Dudamel married?”. La gente también quiere saber cuánto mide; la respuesta es 1,70. ¿De qué otro director de orquesta sus seguidores saben pormenores de su estado civil/sentimental o el precio al que acaba de vender su casa? Otra pregunta frecuente es ¿cuánto gana? Gana lo que pesa su estrellato: tres millones de dólares anuales. Es decir, más que todo el presupuesto anual de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE) que, según el último dato públicamente disponible, en 2019 contaba con dos millones, setecientos mil para toda su operación.

Lógicamente, Dudamel tiene desde enero de 2019 su estrella en el Paseo de la Fama, en Hollywood. Además, es innegable que el protagonista de la serie Mozart in the jungle, Rodrigo de Souza, interpretado por Gael García Bernal, está inspirado en él; de hecho, el eslogan de la serie es “Hear the hair”, un juego de palabras que en español pierde gracia (“Escucha el pelo”) y que alude al protagonismo que la melena de Dudamel ha tenido durante todos estos años en la imagen que la LA Phil promociona de él. Aunque ahora, a sus casi 41 años, lleva el pelo más corto, ya pinta canas y su cuerpo parece haber encontrando una cadencia más serena, en el escenario su figura mantiene su cualidad encandiladora.

Su estrellato también se nota en los proyectos en los que participa, como haber conducido la música de los créditos de apertura y cierre de The Force Awakens. O la dirección musical de West Side Story, del cual Leonard Berstein (Estados Unidos, 1918-1990) creó la música en 1957, y que Steven Spielberg acaba de estrenar como película en diciembre de 2021. Pero no todo es farándula, su marca también se construye sobre proyectos menos glamurosos aunque muy potentes, como el Dudamel Fellowship Program que beca a prometedores músicos de todo el mundo para que se formen como directores de orquesta. Y a propósito del centenario de la LA Phil, en 2019, nadie dudó en reconocerlo como parte de la realeza de la filarmónica angelina; junto a Zubin Mehta y Esa-Pekka Salonen, Dudamel es considerado uno de los directores históricos de la institución.

Todo este protagonismo lo convierte también es un blanco fácil. No faltan quienes quieren atraparlo en algún gesto que lo revele como divo. Como bien planteaba el crítico musical Alex Ross en un artículo de 2009 en The New Yorker, a propósito de la llegada de Dudamel a la LA Phil, es esquivo y delicado, el equilibrio para alcanzar la celebridad sin ser arrasado por la cultura de la celebridad. El venezolano llegó con sus credenciales relucientes a dirigir el concierto de su estreno como director el 3 de octubre de 2009, con un Hollywood Bowl sobrepasado en su capacidad, al que acudieron gratuitamente dieciocho mil personas (este escenario está hecho para acoger a 17 500), y en el que dirigió a la Youth Orchestra of Los Angeles (YOLA) y a la LA Phil, interpretando la “Novena sinfonía” de Beethoven. Más de un decenio después, su fama se ha multiplicado y él —así parece indicarlo todo— ha logrado alcanzar el delicadísimo equilibrio del que hablaba Ross por entonces.

Periodistas anclados en Los Ángeles y especializados en el área cultural, como Betto Arcos o Catherine Womack, lo describen como una persona sencilla, sin poses. “Ha logrado mantener su imagen de ser muy cálido. Y no creo que se trate de una representación. Es compasivo y empático, lo cual elimina cualquier posibilidad de divismo”, dice Womack. Y completa Arcos: “Es muy carismático y generoso. Yo creo que todo se trata más de que a la Filarmónica le conviene que aparezca como un rock star”. Sin duda, la LA Phil traduce en más ingresos y auspicios el aura de rock star de su director.

El fenómeno del estrellato de Dudamel es muy particular, con Claudio Abbado (Italia, 1933-2014) o Simon Rattle (Reino Unido, 1955) alabándolo, por un lado; y, por otro, con una cadena como Pink’s bautizando uno de sus hot dogs en su honor. Pese a ser uno de los músicos más promocionados del mundo y reconocido entre el público que ni siquiera escucha música clásica, no se trata de un producto de mercadeo de usar y desechar. Tanto no lo es que el 22 de septiembre pasado se estrenó con un repertorio de fragmentos de varias óperas como director musical de uno de los templos de la música, la Ópera de París. En diciembre pasado dirigió ahí mismo Turandot de Puccini. Y para enero y febrero de 2022 está previsto que dirija Las bodas de Fígaro de Mozart. Desde septiembre pasado su ya imposible agenda se complicó aún más con la suma de la Ópera de París —donde estará las próximas seis temporadas— a su agitada rutina, que hasta entonces se dividía principalmente entre la LA Phil y la Orquesta Simón Bolívar (Venezuela).

Su fama se equipara con su capacidad de trabajo. Así lo demostró en 2012 cuando con la LA Phil y la Simón Bolívar llevó a cabo el Proyecto Mahler. Parecía una locura, pero siguió adelante y cumplió su sueño de dirigir todas las sinfonías de Mahler (Bohemia, 1860-Viena, 1911). Lo hizo junto a sus dos orquestas en un lapso de cinco semanas entre Los Ángeles y Caracas, con ocasión del centenario de su muerte. También ha dirigido y grabado las obras completas de Charles Ives (Estados Unidos 1874-1954) y en 2021 ganó su tercer Grammy con el disco Ives: Complete Symphonies.

No solo la complicada relación entre la música clásica y una fama enorme que tiende a desbordarse hacia los espacios de la cultura popular empaña la idea que algunos tienen de él. También su cercanía al chavismo y su inicial ambigüedad política ante la crisis social venezolana —que duró hasta que en 2017 se pronunció frontalmente contra el régimen de Nicolás Maduro— le han ganado mucha malquerencia. Entre quienes están menos pendientes de esos factores extramusicales, pero que igual lo desdeñan, la crítica común es que no ha logrado imprimir un sonido característico a la LA Phil. Suelen ser los devotos de la perfección en la interpretación de una pieza quienes no se inmutan, en cambio, ante un repertorio variado (en la temporada de 2018 la LA Phil interpretó 64 piezas nuevas, por ejemplo).

Lo que los diferentes públicos esperan de él puede volverse confuso: notoriedad y seriedad, profundidad y ligereza accesibilidad y magia… Como apunta Womack: “Los Ángeles es una ciudad de estrellas y una ciudad de estas características necesita una estrella —incluso en una institución tradicionalmente formal. Y él es eso exactamente: una estrella”. Quién sabe si en contra de su propia voluntad.


Gustavo Dudamel dirigió a cuarenta jóvenes de la Orquesta Juvenil de Los Ángeles en el 50 aniversario del Super Bowl. En la foto vemos a Coldplay, Beyoncé, Bruno Mars, Gustavo Dudamel y los niños y niñas de YOLA en el Super Bowl de 2016.

El programa Orquesta Juvenil de Los Ángeles de LA Phil que fue iniciativa de Dudamel. A través de sus iniciativas de YOLA y YOLA Nacional, LA Phil busca empoderar a los jóvenes de poblaciones históricamente excluidas de la formación musical intensiva, y desarrollar una comunidad de músicos y educadores comprometidos con la justicia social a nivel local, nacional e internacional.

El wunderkind en la fábrica de estrellas

No fue amor a primera vista. Al menos no para él. Para entender las dudas iniciales de Dudamel respecto de esta ciudad a la que ahora está íntima y eternamente relacionado, hay que decir que Los Ángeles no es un sitio que enamore a primera vista. Es, más bien, un gusto adquirido que luego se vuelve un vicio. Este breve desencuentro de los inicios es raramente mencionado, como lo recoge la LA Magazine, porque “Dudamel se ha convertido en un símbolo de Los Ángeles y habla todo el tiempo de su amor por la ciudad y su compromiso con quienes la habitan”. Ahora se declara “venezolano-angelino”.

No es para menos, la LA Phil se ha encargado de ofrecerle un espacio y unas condiciones inmejorables para su crecimiento. Esta institución centenaria —que hace casi treinta años, con Salonen, pasó de las ligas secundarias de la música clásica estadounidense a ser uno de los epicentros musicales a escala mundial— es la responsable de la revolución protagonizada por Los Ángeles y Dudamel.

La celestina de este productivo idilio fue Deborah Borda, entonces presidenta ejecutiva de la LA Phil. Una vez que Borda conoció el entusiasmo de Salonen por Dudamel, ella nunca más lo perdió de vista. Él empezó a encontrarse con Borda en todos los sitios a los que iba a dirigir y ella ha contado en varias ocasiones que Dudamel llegó a pensar que estaba enamorada de él. Claramente, lo estaba pero no en términos románticos. La tenacidad de Borda durante dos años, así como todo lo que la LA Phil le ofrecía —entre lo más importante estaba el inicio de un programa de formación musical para niños y adolescentes, que se concretó en 2007— sellaron el compromiso.

La fijación de Dudamel con la YOLA y el papel extramusical que esta cumple no es un tema menor para él. Su papel de embajador de El Sistema (Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela), fundado en 1975 por el maestro José Antonio Abreu y que en la actualidad educa musicalmente a cuatrocientos mil niños en Venezuela, es su proyecto de vida. En buena parte gracias a él, este modelo de educación musical para el cambio social se ha replicado en cerca de sesenta países y ha evolucionado en lo que hoy se conoce como Sistema Global.

El rostro del futuro

Cuando Womack intenta resumir o definir a Dudamel en un frase corta se toma casi seis minutos hasta dar con lo que quiere decir: “Es el rostro del futuro de la música clásica”. Lo que estas nueve palabras implican es poderoso, porque involucran los conceptos de inclusión y de diversidad, sin los cuales ya no es posible pensar el mundo. Ningún mundo.

Dudamel también tiene su mirada en el futuro. Se lo dijo a Arcos en una entrevista de 2019 cuando le preguntó sobre sus planes en los próximos diez años: “Quiero mantenerme en esta dinámica de hacer gran música a la vez que difundo el mensaje de que la formación musical es esencial en la educación de todos los niños. Y seguir expandiendo YOLA (que hoy forma a 1300 niños y adolescentes); esto es lo más importante para mí, lo demás es complementario”. Aún es pronto para decir qué otras puertas le abrirá su paso por la Ópera de París y el legado que dejará en la LA Phil, cuando dirija la que se presume será su última temporada, 2025-2026, al mando de la orquesta angelina.

Canal: Euronews

Y mientras el futuro llega, con los reflectores alumbrando con toda su potencia sobre él, estamos presenciando en directo la transformación del eterno niño prodigio en un director entrado en la mediana edad, con todas las credenciales en orden y las posibilidades intactas. En un estado de gracia que al parecer no se lo quita ni siquiera su estatus de rock star.

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