Depp vs. Heard es una serie documental de tres capítulos que cubre el pleito legal entre dos estrellas de Hollywood: Johnny Depp y Amber Heard. El juicio fue ampliamente cubierto por la prensa y, sobre todo, por los usuarios de redes sociales.

Era cuestión de tiempo, supongo, hasta que Netflix estrenara “algo” sobre el juicio entre el actor Johnny Depp y la actriz Amber Heard. Digo “algo” porque bien pudo haber sido cualquiera de sus productos: una película, una serie, un especial; la materia prima da para moldearse y presentarse en cualquier formato. Escogieron el camino fácil, me parece: una docuserie de tres capítulos que enfrenta ambos testimonios en tiempo real, como si la acusada y el demandante hubieran intercambiado turnos en el estrado cada día de proceso.
No fue así. El primero en dar testimonios y responder a los abogados fue Depp, lo hizo durante varios días seguidos, luego vino la tanda de Amber Heard. Fue él, además, quien puso la demanda por difamación contra su exesposa. La acusaba, en pocas, de haber causado una especie de cancelación que dañó su reputación y causó su separación de varios proyectos. Depp pedía cincuenta millones de dólares como compensación. La actriz respondió entonces con una contrademanda, argumentos muy similares, y pidió otros cincuenta millones.
¿Televisión o TikTok?
El juicio comenzó en abril de 2022 y se vivió como un evento deportivo, acaso olímpico. Por mutuo acuerdo se permitió el acceso de cámaras de televisión en el juzgado, así que el público pudo seguir la acción segundo a segundo y, claro, reaccionar. Quizás lo recuerden, eran días en que los hombres, con razón, se tomaron las redes sociales y se apropiaron del #MeToo. Fue histórico e histérico. Johnny Depp, que cuenta con esa rara mezcla de popularidad y respeto entre una legión no menor de admiradores (me incluyo), se declaró víctima de abuso y prendió la mecha.
Fueron, todo hay que decirlo, días de gloria. Hombres del mundo entero, sin que importen razas ni posiciones/poses sociales, especialmente esposos y padres separados que cargan con la mala y terrible reputación adjudicada por quienes fueran sus parejas, compartían los testimonios del actor y acompañaban esas imágenes y esas palabras con la emoción de quien se siente, al fin, representado y defendido. Fue también ridículo, como si los problemas maritales o sentimentales se solucionaran con una afirmación en algo resentida: ellas también son unas hijas de puta.
La televisión, claro, hizo eco; pero la televisión, tal como la conocemos ahora, resulta limitada, paranoica y conservadora en cuanto lo que puede o no decir. Fueron quienes transmitieron por streaming, algunos desde sus canales de YouTube, pero la gran mayoría desde sus cuentas en TikTok, los que se convirtieron en líderes de opinión. Deep vs. Amber, disponible en Netflix desde agosto, cobra profundidad y drama cuando se cuestiona cuán pesada pudo haber sido la influencia de la comunidad en el jurado. ¿Fue todo esto un reality sometido a la votación del público?
Quiero espectáculo
Hay una verdad sobre Internet que no nos gusta demasiado recordar: si le dedicas el tiempo suficiente, si pones las palabras clave en el orden correcto, si sigues y persigues a tu reflejo, si tu búsqueda no parte de la curiosidad sino de la necesidad de confirmación y pertenencia, encontrarás muy pronto una y varias versiones de los hechos que coincidan exactamente con tu criterio. Ese termina siendo el peligro real, que la infinidad de contenido permita resistir apasionadamente casi cualquier argumento (nada es desquiciado si mucha gente está de acuerdo en ello). Al parecer, las discusiones entre las personas serán canjeadas por las discusiones entre sus links.
Amber Heard, que luego de jurar que diría la verdad lloró varias veces en el estrado, cayó en mentiras evidentes, en contradicciones tontas, y cada error en la corte fue una celebración fuera de ella. Hasta las feministas más comprometidas, que en principio la apoyaron ciegamente, tuvieron que reconocer que los testimonios de la actriz fueron pasos hacia atrás para la causa. Heard hizo caer en vergüenza eso de “hay que creerle siempre a la mujer”, pero hizo un bien, nos aterrizó y en mi opinión le dio carne a un estereotipo femenino que de tan perfecto estaba ya siendo difícil de creer.
Deep vs. Amber pudo haber sido más y mejor, pudo incluso ser cine: a ratos lo es, hay que ver y escuchar cómo hablan los protagonistas, conscientes del público, a la par entre el testimonio y el espectáculo, casi esperando aplausos al final de cada intervención. La docuserie no impresiona ni brinda realmente nuevas luces sobre un conflicto harto conocido, pero materializa el estado de las cosas, desde lo más superficial hasta lo más concreto: hay una fiesta en la que todos hablan al mismo tiempo, estamos invitados, hablaremos también, hablaremos sin que nadie nos lo pida, hablaremos sin que nos pregunten, seguiremos hablando sin saber. Hablaré mientras hablas tú para no escucharte.