
Organizaciones y centros universitarios se esfuerzan por difundir investigaciones científicas en la sociedad, superando los espacios académicos y las publicaciones especializadas. Videos, calendarios, sketches teatrales y publicaciones con lenguaje sencillo, buscan hacer de la ciencia un tema digerible y atractivo para el gran público.
Lleva vestido de terciopelo color vino, ajustado hasta la cintura, falda ancha y el cabello recogido en un moño. Saluda y se presenta como Matilde Hidalgo. Cuenta que pudo estudiar una carrera universitaria gracias a que su madre y su hermano creían en las ideas de Eloy Alfaro.
Mi hijo Miguel, de once años, mira el video. Sofía Cabrera parece una actriz cuando interpreta a la primera médica ecuatoriana. Él ha leído y se le ha hablado sobre Matilde en clases de sociales y en casa, pero le entusiasma mucho más “escucharla”.

“Me decían machoncita, eso es para los hombres, cuando ejercía mi profesión”, enfatiza Sofía, profesora de periodismo científico de la Universidad UTE, mientras encarna a Matilde, quien, además, en 1921, fue la primera mujer que sufragó.
Sonríe, cuando le recuerdo su participación en “El sketch de las científicas que no conocías”, adaptación de lo que ha visto de sus rock stars españolas. No niega ser una activista de la divulgación científica. Desea cambiar ese chip, que hace ver a la ciencia como algo lejano y no como parte de la vida.
La entrevista se hace a través de la plataforma Zoom porque en febrero estaba en Salamanca, España. Su tesis doctoral trata sobre la divulgación científica en las universidades.
La doctora Cabrera analizó las estrategias de divulgación de diez universidades de la región y diez del país. Seleccionó a las mejores del Ranking Scimago 2021, que mide número de publicaciones e impacto.
Las universidades analizadas fueron la UTE, San Francisco de Quito (USFQ), De Las Américas (UDLA), Central, Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), Cuenca, Técnica del Norte, Yachay, Escuela Politécnica del Litoral (Espol) y Técnica del Manabí (en ese orden aparecen en ese ranking).
Su conclusión es que hacen lo que pueden. Unas tienen revistas como la USFQ y su Ciencia al Rescate; Crear Conciencia de la U. de Cuenca. La UTE ha organizado eventos como el Concurso de monólogos científicos y capacitaciones para periodistas, y la PUCE impulsa ComCiencia para llegar a jóvenes.
Con ese escenario, Sofía quiere incidir para que la divulgación sea parte de las políticas públicas, como ocurre en la región. Colombia cuenta con una estrategia de apropiación social de la ciencia, Brasil lo tiene en un ítem especial.
¿Es lo mismo difusión?
Cabrera pide diferenciar entre divulgación y difusión, que nace para que la comunidad científica se entere de los desarrollos. Existe desde el Renacimiento, en la época de Galileo Galilei.
Esa definición se mantiene. Los investigadores buscan publicar en revistas indexadas como Science o Nature. Pero, en ellas, se usa un lenguaje técnico, que no llega al gran público. En eso coinciden consultados de la USFQ, PUCE y de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (Remci).
Hugo Navarrete es el director de Investigación de la PUCE. En su oficina —recuerda— que hace veinte años dirigía el Centro de Estudios Botánicos. En su afán por divulgar distribuyeron pósteres con ilustraciones científicas. Después, cada año, imprimían tres mil calendarios en A3 y hasta regalaban álbumes en colegios.
En 2006 con algunos colegas hicieron un video llamado La conquista verde, que ganó premios. En el camino encontró al biólogo Esteban Baus, aficionado a la fotografía. Apoyó la idea que dio paso a ComCiencia que, junto al blog Conexión, son apuestas de divulgación de la PUCE.
“Publicar en revistas indexadas es como evangelizarse entre curas. Se leen entre quienes están en el mismo ámbito”, comenta Navarrete y cita a su rector, el jesuita Fernando Ponce. “Siempre nos dice que, ‘el centro de la universidad está fuera de la universidad’ y que, para asumir que logramos un impacto real, ese debe sentirse más allá del campus”.
La reflexión encaja con la explicación de Sofía Cabrera, quien es cofundadora de Kuna, comunidad de divulgadores científicos. En los últimos cuarenta años, dice, despegaron los procesos de divulgación.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la gente se interesó por saber, por ejemplo, de qué sirve una bomba atómica, y surgió la necesidad de entender cómo la ciencia cambió la historia. Yo me siento en una clase con Sofía, que bromeando les dice a sus alumnos que soñaba con el show y las luces de la TV, pero que la vida le hizo profesora.
En 2007 fue pasante de la primera maestría en Educación pública de la ciencia, en la Central. Conoció a Bienvenido León, profesor de la Universidad de Navarra, quien, a través del cine científico, hace divulgación.
Allí empezó esa pasión. Se emociona al mencionar a Pampa García Molina, una física que estudió Periodismo y es editora de Sinc, agencia de ciencia y tecnología de España.
También le gusta Órbita Laika de Televisión Española. Revisé sus videos con mi hijo Miguel; se enganchó con uno sobre el estudio del cerebro; divertido, con especialistas que usan el humor para explicar temas complejos. Lo trabajan periodistas y científicos.
En esa línea hay quienes admiten que les hace falta acercarse al mundo de la comunicación. Lo subraya Manuel Guayasamín, vicedecano de Investigaciones de la USFQ, experto en ecología y biología evolutiva.
Desde el decanato —adelantó— buscan más que lograr que un medio publique la copia de un resumen de artículos. “Eso a veces no es accesible ni para otros investigadores. Hay que hacerlo digerible, atractivo y evidenciar su relevancia en la vida diaria”.
Su universidad —resalta— es la que más publica, según Scopus, base de datos de revistas científicas. En 2021 tuvieron 530 artículos. “Seguro falta visibilizarlo más y es el objetivo para este año”.
Las barreras
Según el Consejo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Caces), el modelo de evaluación para las universidades establece que los docentes investigadores a tiempo completo registren una publicación en revistas indexadas en los dos últimos semestres. Y un libro o capítulo de libro, mínimo, en ese lapso.
No se trata, según el Caces, solo de sumar investigaciones en revistas. Esperan que resuelvan problemas planteados. Pero no lo miden.
Según la evaluación de 2018, las universidades registraron 7476 publicaciones. Hasta el 11 de febrero aún validaban la información de la evaluación 2019-2021.

En el Ecuador, en 2012, según Scopus, se registraron 596 publicaciones en revistas indexadas.
“Entre las tareas del docente no está la divulgación, según la Ley de Educación Superior (LOES). No ganamos puntos al hacerlo. Hablar de ciencia y tecnología no parece importante. Es puro activismo desde la sociedad civil”, lamenta Claudia Segovia.
Ella es cofundadora de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (Remci), profesora de la ESPE, esposa y madre de dos hijos de dieciséis y veinte años. Admite que acá los divulgadores son empíricos. No cree que todo termina con la publicación de un artículo. “Debemos salir del laboratorio”.
La Red cumple ocho años este 2022. Tiene cuatrocientos integrantes en el país. Incluye no solo a quienes estudian Ingeniería o Matemáticas, también Arte y Humanidades. El 11 de febrero con Microbios presentaron un calendario con doce mujeres científicas. Hay otros grupos trabajando con ese fin, como Quinto Pilar.
En esa línea Sofía Cabrera y otras organizaciones seguirán en su activismo por la divulgación científica. Antes de la pandemia le propuso a una concejala llevar a los investigadores a las casas barriales y hacer que, cual Testigos de Jehová, “evangelicen” al ciudadano en temas científicos.
La historia de ComCiencia
En TikTok y otras redes hablan de desnutrición, con una dramatización llamada Los juegos del privilegio, por ejemplo. Una presentadora maneja una ruleta rusa; anuncia que sortean un destino, una calidad de vida. El jugador 65 se emociona, le toca Pichincha, donde está concentrada la atención del Gobierno. El 66 quiere correr, le asignan Chimborazo, donde dos de cada diez familias tiene desnutrición, sobrepeso u obesidad, dicen.
@comciencia.ec Responder a @salazar_thammysp Los Juegos del Privilegio 2: ¿Cuál será tu familia? #fypシ #privilegio #Ecuador #juegodelcalamar ♬ sonido original – Comciencia PUCE
Esa es una de las “adaptaciones” que ComCiencia hace de datos e investigaciones de la PUCE, como define Ricardo Borja, periodista que se encarga de revisar artículos, hablar con fuentes, resumir todo y pensar en infografías.
“No hacemos una traducción, es una adaptación, como se adapta un libro a un guion para una película. Buscamos llegar con humor y con un lenguaje digerible; nuestra audiencia no debe sentir que ve un noticiero, sino que se divierte y conoce de temas importantes”.
Kelly Morales, content manager, confirma que su trabajo está dirigido a jóvenes de dieciséis a veinticinco años; que también gusta a los de 35. Su ventaja es contar con un equipo multidisciplinario (periodistas, diseñadora gráfica, expertos en videografía, edición, hasta una pasante), coordinado por Esteban Baus.
“Buscamos salir de un círculo vicioso, por el que nos comunicamos solo entre pares”, dice Baus. En 2016 nació ComCiencia, al inicio se enfocaban en lo ambiental; en 2020 ampliaron el lente.
José Luis Cañizares, a cargo de los guiones creativos, afirma que son rigurosos. “No por ser divertidos, decimos cualquier cosa”. Trabajan en equipo.

“Ricky me dice que es la patrulla o el curador, que vigila lo que pongo en TikTok”, dice José Luis.