
Hace veinticinco años, en una casa en la 12 de Octubre, en Quito, un grupo de comunicadores pensaban en una nueva forma de hacer televisión. Querían mostrar el rostro humano y la profundidad de una sociedad que no aparecía en la televisión de finales de los noventa. Así nació la revista televisiva Día a Día.
“Otra manera de hacer televisión” fue la frase que impulsó el trabajo de un equipo de periodistas e investigadores que querían tomar distancia de la coyuntura local para acercarse a la gente y contar historias desde una perspectiva más cotidiana.
En 1998 la parrilla de televisión ecuatoriana estaba llena programas de entretenimiento y deportivos. En este contexto apareció Día a Día. Sus primeras transmisiones fueron los martes, hasta que se integró al staff de Teleamazonas, en 2004, y se posicionó como un programa dominguero.
Hace veinticinco años no había las comodidades que ofrece la tecnología actual, eso obligaba a hacer un periodismo más recursivo que permitiera a la audiencia palpar los hechos, recuerda Álvaro Samaniego, quien, además de coordinador periodístico, fue uno de los realizadores.
El trabajo no era fácil; a pesar de que se contaba con equipos de última generación, no dejaba de ser un proceso analógico, en todos los sentidos. El uso de cámaras Betacam implicaba grabar con casetes de treinta minutos. En una sola cobertura Samaniego trabajaba con diez de esos casetes.
El proceso de edición de cada minuto tomaba alrededor de dos horas. Para un programa de diez minutos necesitaban veinte horas de trabajo. Sin embargo, recuerda con nostalgia la adrenalina que implicaba editar la noche anterior a la transmisión.
Tomás Ciuffardi, quien también integró el staff de Día a Día, considera que las facilidades actuales, como contar con un teléfono o una laptop, permiten trabajar sin depender de un equipo tan grande que los volvía más visibles. “Antes estábamos a la vista de todos y por eso teníamos ciertas restricciones para realizar las tomas ya que nos reconocían como periodistas”.
A esto se suma la logística. Ciuffardi vivió la experiencia de caminar por la selva mientras el camarógrafo y él cargaban un equipo de gran peso y tamaño. Pese a todas estas dificultades asegura que ninguna herramienta tecnológica deja de lado lo más importante: la manera de contar una historia acompañada con imágenes potentes.
Por otro lado, comenta que el programa surgió en una época en la que los medios se concentraban en informar lo que ocurría en Quito y Guayaquil. Uno de los especiales más recordados de esos primeros años fue el que, durante una hora, abordó la crisis migratoria.
Este documental salió en 2000, cuando la migración era un fenómeno a escala nacional. Los realizadores hicieron un recorrido por la ruta que atravesaban los migrantes: inició en Cuenca, continuó en Guatemala, cruzó por la frontera mexicana para pasar a Estados Unidos, hasta llegar a Nueva York.

¿Hay fórmula para el éxito?
El equipo de Día a Día identificó una regla básica: prestar atención a las cosas que a simple vista parecerían triviales. De hecho, las historias que cuentan nacen en la calle, la fila del supermercado o en las anécdotas que llegan a oídos de algún integrante del equipo.
Desde el primer momento, para el equipo de producción del programa lo importante era debatir a profundidad sobre los temas. “Al inicio esto se hacía bajo una dirección colectiva, eran seis personas discutiendo sobre el enfoque, lo que llevaba a reuniones de varias horas, casi interminables”, recuerda Samaniego.
Además, recalca que antes había mayor libertad para poner color a las historias. Por ejemplo, cuenta, jugaban con el humor sin que esto los llevara a perder la relevancia de la información y la claridad en los mensajes.
Otro diferenciador entre la actualidad y los inicios del programa ha sido la tecnología. Si bien recursos como la inteligencia artificial ayudan a conseguir información de manera más ágil, Día a Día no ha dejado de enfocar sus reportajes en la parte humana.
Un Ecuador desconocido
A criterio de Xavier Aguirre, productor de Día a Día, los reportajes del programa han aportado para mostrar un Ecuador poco conocido en su geografía y su gastronomía.
Entre los platos y productos que ayudaron a visibilizar están el porotón y el postre de mellocos. Gabriela Osorio, directora periodística, recuerda el puchero, un plato compuesto por carnes y frutas, que recrearon a propósito de la conmemoración del bicentenario de la batalla de Pichincha. Para esta historia trabajaron con el investigador gastronómico Julio Pazos y su hijo, quien se animó a replicarlo.
Por otro lado, han contado historias desde parapentes, aviones supersónicos y bajo tierra, incluso, como recuerda Aguirre, hicieron una expedición a la cueva de los Tayos.
Reportajes inolvidables
En veinticinco años han producido seis mil reportajes, visitado cincuenta países y llegado a doscientos destinos. La cámara de Día a Día estuvo en África, Asia, Europa, el Polo Norte y el Polo Sur. También recorrió el continente americano y la mayoría de parajes ecuatorianos. En los últimos años el programa se ha enfocado también en las personajes e historias locales. Una de ellas es la de la iglesia de San Francisco, que empezó como un reportaje pero terminó siendo un especial.
En una semana el equipo investigó y reporteó una serie de hechos que no se habían contado antes, entre ellos el hallazgo de un códex en una de las cúpulas.
Entre los reportajes que Ciuffardi recuerda están el de la base de Guantánamo y el perfil que le hizo al creador de Mafalda, Quino.
Ángela Castillo, otra de las realizadoras del programa, afirma que tras diecinueve años y luego de pasar por diferentes áreas, Día a Día se ha convertido en un “trabajo soñado”, porque el formato de revista le permite plantear diferentes propuestas de contenido. Recuerda que realizó un programa acerca de los camales clandestinos, una investigación que la afectó a tal punto que dejó de comer carne varios meses.
Otro de los temas que la marcó fue un reportaje de la droga H, que le permitió conocer las consecuencias del consumo de esta sustancia que genera una fuerte dependencia entre los consumidores. Descubrió que muchas veces son encadenados o encerrados para sobrevivir al síndrome de abstinencia.
Asimismo, recuerda lo que ocurre en Manabí, en una zona que se llama Río Vendido, donde viven tres generaciones que no están inscritas en el Registro Civil, porque los funcionarios no pueden llegar ahí a causa del nivel de vandalismo. “En el transcurso de las investigaciones intentamos poner distancia con las historias, pero eso no significa que no nos sentimos desbordados y conmovidos”.
La televisión no está muerta
Entrevista a Xavier Aguirre
“Desde los años cincuenta hasta la actualidad, los hábitos de consumo televisivo han cambiado. En el año 2000 se encontró un formato adaptado a la realidad ecuatoriana, que también ha cambiado sus preferencias respecto a la información.
A esto se suma la aparición de nuevas tecnologías que brindan datos de manera directa y rápida. En este sentido, la adaptación del formato de revista televisiva a nuevas tendencias tiene que ver con la profundidad de los temas.
Esa es la principal diferencia con las redes sociales, que presentan información más volátil y a manera de cápsulas. En ese sentido, los canales digitales no representan una competencia frente a la televisión, sino que son una herramienta adicional.
La adaptación del lenguaje de los diferentes formatos, de acuerdo con el consumo, es lo que mantiene vigente a la televisión. Al menos, una década atrás ya sabíamos que debíamos entrar en un proceso de renovación y reingeniería que tenemos hoy.
Es cierto que se ha perdido un nivel de audiencia, porque hay algo que la televisión no tiene, que es la portabilidad, pero sí la añoranza que da la nostalgia: de sentarte en familia a disfrutar de un programa, y si esto se ha perdido, es porque la sociedad ha cambiado, no porque la televisión no esté vigente.
El reto con las nuevas generaciones que consumen el mundo virtual es integrarlos a este formato, darles información que los motive a ver televisión. En ese sentido, por su forma de explicar los temas, programas como Día a Día logran enganchar públicos jóvenes”.