Desastre: historia y política de las catástrofes

Niall Ferguson. Fotografía: Shutterstock.

La pandemia de la covid-19 es el punto de partida del historiador Niall Ferguson (Glasgow, 1964) para escribir una historia universal del desastre, enfatizando en la relación entre los cataclismos, naturales o por error humano, y el poder. Un desastre es esencialmente un evento de muerte, o más bien de muertes, cuyos números dan una dimensión distinta al hecho existencial del fallecimiento de un individuo. Esta situación se ilustra con la cínica frase atribuida a Stalin: “La muerte de un hombre es una tragedia, la muerte de un millón es una estadística”.

El título de este libro habla de la política de la catástrofe. Si entendemos la política como el arte de manejar todo poder y no solo el estatal, se tiene el cuadro completo, pues hay casos como el hundimiento del Titanic o el choque de los jumbo jets en Tenerife, en los que poderes empresariales o meramente técnicos fueron los que convirtieron un iceberg o la niebla en un desastre.

Ferguson maneja montañas de información. Describe en contundentes páginas inundaciones, explosiones volcánicas, terremotos, tsunamis, hambrunas, junto con explosiones de centrales nucleares, fracasos con naves espaciales y guerras… Aunque la guerra en sí es una catástrofe, hay situaciones en las que el mal manejo conduce a derrotas o a victorias pírricas con desproporcionados costos de vidas humanas, como la batalla del Somme, en la Primera Guerra Mundial, en la que el avance de unos cuantos centenares de metros conllevó más de un millón de muertos.

Tolstói, el sida, la política

En Desastre el famoso historiador Niall Ferguson nos lleva a pensar que, detrás de toda catástrofe, están las imprevisiones y errores de los políticos.

La cultura literaria del autor es notable. Gran lector de Tolstói, a quien cita muchas veces, hace una minuciosa descripción de la inoperancia militar. El tema no es secundario, puesto que, si consideramos que la esencia del Estado es el monopolio de la violencia, que se ejerce a través de la clase militar, es obvio que los defectos de esta se transmitan al ADN de todo lo público. El defecto fundamental de toda gestión burocrática es que importa más el procedimiento, el manual, que la realidad objetiva, aun cuando la norma esté equivocada.

Como la obra se publica pensando en la pandemia de nuestros días, el tipo de cataclismo más analizado son las enfermedades epidémicas, las pestes, desde las descritas por Homero, pasando por la famosa peste negra, que podría ser la peor, hasta las gripes que precedieron a la covid-19, sin olvidar al temido sida, al que bien llamaron los africanos “el mal lento”, cuyo saldo de víctimas mortales multiplica en varias magnitudes a las del ruidoso coronavirus.

Ferguson debe haber terminado el libro a principios de este año y las conclusiones que entonces se podían sacar de esta catástrofe han variado y seguirán variando, especialmente en lo relativo a las consecuencias culturales y económicas. Sin embargo, la argumentación dedicada a establecer la premisa fundamental cumple su propósito y queda muy claro que, cualquiera sea el factor desencadenante, toda catástrofe finalmente es política.

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