La fiebre del ciclismo ha llegado al Ecuador y sus adeptos buscan un estilo de vida e identificarse a través de la indumentaria al estilo de Carapaz.
La fiebre del ciclismo llegó para quedarse por mucho tiempo y a la vista está que no se trata únicamente de pedalear. Esta tendencia implica un estilo de vida y sus adeptos demuestran que también requiere identificarse a través de los implementos deportivos, la propia bici, los accesorios y la indumentaria. En otras palabras, lucir maillot está de moda.

Richard Carapaz y su triunfo en el Giro de Italia 2019 constituyen el punto de partida de esta corriente. A partir de ahí, la pandemia también contribuyó a relanzar este deporte por sus ventajas para desplazarse con rapidez y huir de los riesgos de la masificación en el transporte público. Después, la medalla de oro de la Locomotora del Carchi en los Juegos Olímpicos de 2022 se encargó del resto.
Hoy, el número de ciclistas aficionados se ha duplicado. “La pandemia retrasó la fabricación de bicis y ahora ya se pueden hacer eventos públicos, lo que ha hecho que la demanda crezca todavía más”, comenta Pedro José Tovar, de la tienda Tecnocyclo, quien asegura que el perfil del comprador es “gente principiante, atraída por la moda, que busca bicis con un precio entre los ochocientos y dos mil dólares”.
“Antes del fenómeno Carapaz la bici que más se vendía era la de montaña, en 85 %, respecto a la de ruta, que apenas llegaba al 15 %”, según el jefe de tienda de Europa Bike, Felipe Borja. Ahora, los porcentajes están en el 60 % para la bici de montaña y el 40 % para la de ruta”, asegura. Sus clientes son personas “de clase media alta, de alrededor de treinta años y con trabajo estable”. En general, “tienen un concepto de vida saludable y desean un estatus para moverse, no solo por la ciudad, con una bici bonita y que llame la atención”.
En cuanto a la indumentaria, ¿cuánto cuesta vestirse como Carapaz? “Hay quienes se llevan el outfit completo del Ineos, el equipo en el que corre Richard Carapaz”, aseguran en la tienda especializada setecientos.cc, donde cuentan con los modelos top de gama que usa el ciclista. Por ejemplo, los zapatos italianos de la marca SIDI tienen un valor de 530 dólares, la licra está en torno a los 200, el jersey cuesta unos 149 y la chompa alrededor de 339. Habría que añadir las medias, los guantes, el casco… y, por supuesto, ¡la bicicleta! Para mantener el estilo de Carapaz sería necesaria una Pinarello, cuyo precio bordea los trece mil dólares.
El ministro del Deporte, Sebastián Palacios, dice que no solo Carapaz, sino también otras grandes figuras como Jonathan Narváez, Martín López, Miryam Núñez y Ana Vivar son referentes del ciclismo ecuatoriano y refuerzan la idea de que el ciclismo no sea una moda pasajera. El ministerio, por su parte, también está tomando medidas: “Hemos brindado apoyo económico para que se configure un nuevo equipo de ciclismo continental, el Team Banco Guayaquil Ecuador, con uno de los mejores técnicos a su cargo”, el exciclista Víctor Hugo Peña. “A mediano plazo el objetivo es convertirse en un equipo World Tour, es decir, llegar a las grandes ligas del ciclismo”, aclara. Por otro lado, el Plan de Alto Rendimiento (PAR), con un financiamiento de alrededor de setenta millones de dólares para los próximos Juegos Olímpicos de París 2024, mira al ciclismo como uno de sus deportes prioritarios.

El mismo Sebastián Palacios también es ciclista y asegura que lo lleva en la sangre. “Mi abuelo, Ernesto Palacios, fue un ciclista muy reconocido en el país. Estuvo dentro de las primeras selecciones que viajaron a un panamericano de ciclismo en Chicago, en los años cuarenta del siglo pasado”. Después, “mi padre fue ciclista olímpico y nos representó en los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980”. Con estos antecedentes, “antes de aprender a caminar, mis hermanos y yo aprendimos a montar en bicicleta”.
El ministro comenzó a practicar bicicrós con siete años y, tan solo un año más tarde, se subió al podio, pues logró quedar tercero en el mundo en Francia, en 1999. A los dieciocho años cambió el bicicrós por el velódromo o ciclismo de pista. Después se tomó un descanso, que duró algunos años, para culminar sus estudios. Confiesa que hace un par de años “ha vuelto mi fiebre por el ciclismo y ahora estoy practicando ciclismo de ruta”, afirma, con una gran sonrisa. Su bicicleta es de la marca española MMR. Tiene “una buena relación calidad-precio porque brinda las mismas condiciones que otras bicis mucho más caras. Es liviana, tiene componentes modernos y cambios electrónicos”.
Palacios menciona que un evento que está alimentando el entusiasmo de los aficionados ecuatorianos es la etapa del Giro de Italia, una de las tres grandes vueltas ciclísticas, que se celebrará en Quito en el mes de julio para corredores amateurs y reunirá a unos cuatro mil participantes. Para animarles recuerda emocionado una anécdota de los últimos Juegos Olímpicos, donde, rodeados de los mejores ciclistas mundiales del momento, preguntó: “Richard, de los que están aquí, ¿quién es el hombre que va a ganar?”. Carapaz le respondió: “Sebas, aquí el hombre a ganar soy yo”.

La nueva gran promesa
Su pueblo natal es La Esperanza (Ibarra), y ahí es donde Martín López se está preparando para su principal objetivo, el Giro de Italia sub-23.
Su afición empezó gracias a su hermano mayor, que practicaba triatlón y fue “mi gran ejemplo y quien me inculcó la pasión por el deporte”, dice López. Ahora “llevo seis años en el ciclismo y mi referente, además de mi hermano, es Byron Guamá, un gran campeón y amigo que, con gran empatía hacia mí, me ha enseñado todo lo que ha podido”.
Martín López aconseja a los aficionados: usar siempre el casco, no utilizar audífonos cuando están sobre la bici y, lo más importante, disfrutar del paisaje, de la carretera y de los amigos con los que se comparte la ruta.