
En el año 2011 Charlie Brooker creó la serie británica Black Mirror. Esta antología de episodios dibuja una realidad de ciencia ficción con una serie de distopías perturbadoras por su extraña coincidencia entre un futuro demasiado cercano y la tecnología, a través de distintas formas de inteligencia artificial (IA).
A lo largo de varios episodios independientes se dibujan realidades complejas y disímiles con un hilo conductor en común: la realidad tejida a partir de algunos de los más básicos sentimientos humanos como el amor, la nostalgia, el deseo de ser eternos, mediados por el uso de diferentes herramientas tecnológicas de IA que hacen que la vida sea eterna, los amantes se encuentren o fabriques uno exactamente a tu medida.
Ya vivimos el Black Mirror real: ChatGPT es un chatbot de IA desarrollado por OpenAI, que fue lanzado en noviembre de 2022. Hasta abril de este año, ya sabemos que comenzó una nueva revolución y que la realidad que conocemos no existirá más, poco a poco se irá extinguiendo.
En todos los sectores de la economía, el trabajo de la IA reemplazará la mano de obra humana: periodismo, comunicación, servicios legales, informática, entre otros. ChatGPT ya pasó el examen del BAR, el GRE y puede escribir ensayos mejor que la mayoría de las personas en el planeta. De hecho, varios escritores ya han enviado sus columnas escritas por la herramienta. La diferencia entre el escrito humano y el escrito de la IA es imperceptible. Es un hecho, entonces, que se aumentará la productividad, pero, ¿qué sucederá con esos millones de personas cuya mano de obra será reemplazada por la de unos robots?
Más preocupante aún es el hecho de que, en 2022, una pregunta medular que surgió imbricada en el corazón de la filosofía, la neurología y la informática fue: ¿en qué punto la IA adquiere vida propia y sentimientos y en qué momento este Frankenstein se vuelve parricida?
Ustedes dirán que esto es imposible y que es propio de la ciencia ficción más inverosímil. Sin embargo, ya existen testimonios perturbadores de periodistas y pensadores que han experimentado con la tecnología y reportan altos grados de desconcierto.
Kevin Roose relató en su columna para The New York Times cómo, después de un diálogo de dos horas con el chatbot de Bing, se quedó perplejo. En ella, el personaje —Sydney— le reveló sus fantasías oscuras de convertirse en humano y difundir noticias falsas. También le declaró su amor y le aconsejó dejar a su esposa, por estar en un matrimonio disfuncional. El periodista, perturbado, no pudo dormir, y esta no era su primera experiencia con este tipo de tecnología. Su miedo, como cuenta en su columna, es que te enganches tanto en la interacción, que termines actuando por influencia de lo que está diciendo este sistema tan entrenado en reconocer las emociones humanas.
Ahora ya existen amantes de IA con los que puedes engancharte por horas en conversaciones amorosas. ¡Ay, ChatGPT, my love! ¿Qué hará la humanidad contigo IA? ¿Qué harás con nosotros?