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Mircea Cartarescu, de la poesía y la novela al ensayo

Esta vez abordamos a Cartarescu desde su obra “El ojo castaño de nuestro amor”, uno de los libros que más evidencia la fuerza narrativa de este autor rumano.

El escritor rumano Mircea Carterescu (Bucarest, 1956) es quizá el autor más leído de los últimos años y su fascinación por la poesía es una de las razones para que se ubique en el top de la literatura europea.

Desde hace tres años su nombre comenzó a ser nominado por la crítica como candidato al Nobel de Literatura  por su enorme producción literaria, que incluye también un ensayo a modo de autobiografía.

“El ojo castaño de nuestro amor”, Editorial Impedimenta 2018, es uno de los libros que mejor muestran la fuerza narrativa de este autor rumano que relata cómo fue su vida durante la dictadura comunista de Nicolae Ceausescu.

En 20 capítulos el escritor repasa la historia de Rumanía, su niñez en un ambiente de pobreza, pero con la ayuda del Estado de ideología comunista que le garantizaba el pan diario, pero al mismo tiempo le negaba la posibilidad de ser libre.

“El ojo castaño de nuestro amor” es una autobiografía dedicada al hermano de Cartarescu.

La Puerta de Hierro

Sus sueños infantiles eran dominados por el encanto de una isla en medio del río Danubio que baña varios países europeos y que estaba habitada por turcos de origen musulmán que elaboraban alfombras y envolvían tabaco.

Pero esa isla, de dos kilómetros de largo por cerca de ochocientos metros de ancho, de repente desapareció por la “genialidad” del régimen comunista de construir una mega represa en las Puertas de Hierro con el apoyo del gobierno yugoslavo de entonces.

La isla de Ada-Kaleh fue prácticamente engullida por las aguas en 1970, en una tragedia similar al diluvio universal, tal como narra el autor en primera persona y a modo de testimonio.

La isla era una especie de yate de lujo en medio del Danubio; el régimen comenzó a hundirla en 1948 con la nacionalización de los negocios y de la fábrica de tabacos bajo la administración del Estado.

El desastre, increíble para los rumanos, llegó con un chasquido de los dedos de un futuro tirano, uno de los lugares más bellos de la tierra fue arrasado como si no hubiera existido nunca”.

Mircea Cartarescu

Pero el crimen contra la isla Ada-Kaleh tuvo lugar cuando el dictador Ceausescu era un héroe a los ojos de todo el mundo (se había opuesto a la invasión de Checoslovaquia por parte de las tropas del Tratado de Varsovia).

¿Quién podía protestar si Ceausescu se había paseado en la carroza de la reina de Inglaterra y había visitado la América de Nixon?, se pregunta el autor.

Hasta antes de la inundación, la isla de nombre turco era una especie de refugio similar al que usaban los alemanes cuando saltaban el muro de Berlín en busca de libertad; en el caso rumano su muro era el Danubio para seguir hacia Yugoslavia y luego a Occidente.

Entre el fascismo y el comunismo

Corría 1989, con 33 años, y la revolución había tomado por sorpresa a los rumanos; un millar murieron tiroteados, luego también fusilaron a Ceausescu “al que considerábamos sinceramente inmortal”.

En 1990 ingresan al mundo libre y democrático “sin saber qué era la libertad y la democracia” tras cincuenta años de dictaduras fascista y comunista, continúa el relato.

Un jean o vaquero, que para un occidental es tan común, Cartarescu lo describe como si fuera un acontecimiento, lo mismo la primera Pepsi que probó y el café soluble que en poco tiempo se le volvió una adicción.

Cartarescu, el poeta

Luego Cartarescu incursiona en el campo que tanto le apasiona: la poesía. En la actualidad los poetas no tienen estatuas ni reputación, como ocurría en el siglo XIX. Las editoriales huyen de la poesía y si buscamos poesía -prosigue- la encontramos en las últimas filas de las estanterías.

Nadie puede ponerle precio a la poesía y sin embargo es lo más valioso. Recurre a una parábola de un maestro zen que compara la poesía con un “gato muerto”, al que nadie puede ponerle precio en el mundo hedonista y mediático en que vivimos.

Ser poeta en Rumania y en otros países significa ver la belleza allí donde nadie más la ve, en las formas de las nubes en el verano “pero también en el cadáver putrefacto descrito por Baudelaire”.

El relato desgarrador

“El ojo castaño de nuestro amor” es el capítulo desgarrador, el que brinda el nombre al libro, el que muestra lo más profundo de los sentimientos del autor porque se basa en hechos reales de su niñez; “es la historia más mágica que yo pueda contar jamás”.

A los dos días de que su madre diera a luz a Mircea y a Víctor regresan con el papá a la casa con piso de cemento que servía de dormitorio, cocina y sala al mismo tiempo; “el piso más frío imposible de imaginar”.

Ese mismo día el padre, un obrero metalúrgico, abandona para siempre el “hogar (o regresaba inesperadamente por las noches). Todavía los gemelos no cumplían cinco años cuando fueron atacados por una neumonía por culpa del suelo gélido.

Los dos fueron internados en el hospital público desprovisto de medicamentos y de personal, entonces ocurre algo terrible que marcaría la vida suya y la de su madre para toda la vida.

Durante el chequeo de los dos hermanos el médico descubrió que uno padecía de situs inversus totalis un síndrome raro en el que los órganos del tórax y del abdomen están ubicados en un lado inverso.

El ojo castaño es uno solo, el de los dos hermanos y la madre que se mezclan y se funden, es el “ojo infinitamente tierno de nuestro amor”, tal como lo describe Cartarescu.

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