Carlos Vives, El Patrón

Carlos Vives
Fotografía: ALAMY PHOTO STOCK.

A Carlos Vives le dicen El Patrón porque con su banda, La Provincia, redefinió la identidad sonora de Latinoamérica y plantó los cimientos de la potencia musical que es Colombia hoy en día. Este año se conmemoran treinta del lanzamiento de Clásicos de La Provincia, el disco con el que todo comenzó.

La historia

A los veintiocho años, Carlos Vives vivía en Puerto Rico, donde era una estrella de la televisión local. Nacido en el corazón del Caribe colombiano en 1961, había conseguido labrarse una carrera como galán de telenovelas después de hacerse publicista y estudiar Actuación en la Escuela Nacional de Arte Dramático de Bogotá. Corría 1989.

Por entonces era un exiliado de Macondo. En Colombia lo amaban y lo odiaban por igual quienes veían en él a su primer actor de exportación y a un tipo que cortó raíces para alcanzar el éxito. En Puerto Rico lo creían venezolano por el dejo cantarino de su acento caribeño. El error se mantuvo durante varios meses, hasta un día en que el alcalde de Ponce quiso entregar las llaves de la ciudad “al actor venezolano Carlos Vives”. Su mánager no soportó el error y puso las cosas en claro.

Él no le daba importancia al tema. Carlos, que procedía de una familia prominente y acomodada de Santa Marta, entendía al Caribe como un todo. Una especie de patria distinta de donde venía la música de su niñez: sones, boleros, cumbias y vallenatos que aprendió de su padre, Luis Aurelio Vives.

Carlos Vives experimentó de cerca el mundo de la juglaría vallenata. El trabajo médico de su papá causaba efecto en los campesinos del Magdalena. “Esa gente era tan noble, que su manera de agradecer las cosas era llegar a la casa a cantar. Yo los recuerdo sobre todo por la cosa familiar, que después perdí”. Sus padres se divorciaron cuando él tenía doce años.

La división de la familia Vives-Restrepo marcó un antes y un después. Aracely, la mamá, dejó a Luis Aurelio y se llevó a sus cuatro hijos para Bogotá. Carlos se sintió extranjero por primera vez. Hablaba raro, no lo entendían. Para superar la barrera regional no se le ocurrió otra cosa que valerse de los cantos que aprendió en la costa. Así lo recordaría años después en la canción “Malas lenguas”:

Yo conocí a los juglares del más allá,
canté con Francisco El Hombre en la serranía.
Después conocí a la gente de Bogotá,
soñaron con las canciones que me sabía.

El rock de mi pueblo

Mientras se hacía mayor en el altiplano, Carlos Vives se hizo fan de los artistas argentinos de moda. Cuando se habla de la música de Vives, se suele pasar por alto que está construida sobre los cimientos del rock ochentero. Hay referencias evidentes, como la alusión a “Parte del aire” de Fito Páez en la letra de “Un pobre loco”, y otras más sutiles como la armonía de “La tierra del olvido”, basada en las estrofas de “Tu amor” de Charly García y Pedro Aznar.

En Puerto Rico comenzó cantando baladas a instancias de la CBS (Sony), que necesitaba una voz para la música de las telenovelas de Tele Once; llegó a grabar tres discos en los que infiltró un par de covers de Charly García. Entonces lo invitaron de regreso a Bogotá.

Carlos Vives
Carlos Vives y su fiel acompañante, el acordeonero Egidio Cuadrado, tocando “La gota fría”, éxito que abrió las puertas del vallenato hacia el mundo.

Aquel año obtuvo el protagónico en Loca pasión, una serie del canal estatal colombiano Cadena Uno, que trataba de la juventud roquera. “Tenía muchas fallas porque el director no estaba muy claro de cómo vivíamos el rock argentino ni lo que representaba”, diría décadas después. Pero esa producción lo puso en contacto con el movimiento bogotano y con Distrito Especial, la banda del director musical de la serie, Carlos Iván Medina.

A Vives le llamó la atención el concepto de Distrito Especial. “Eran muy bluseros, pero como había un baterista barranquillero, cuando el man quería cambiar lo que estaba haciendo y ponerlo en cumbia, le salía muy fácil. Me di cuenta de que la cumbia era del (río) Magdalena y que el blues era del (río) Misisipi. Entonces podía aplicar a nuestra música cosas que el blues había usado en la creación de sonidos nuevos, como el rock and roll, el ska y muchos otros. Y veía que, en Distrito, ellos lo hacían”. Con esa inquietud volvió a Puerto Rico.

La serie de Escalona con Carlos Vives.
En 1990 filmó Escalona. La serie y la banda sonora lo llevaron a hacer el álbum Escalona: un canto a la vida y recorrió varios escenarios de América Latina.

Cuatro años después de Loca pasión, Carlos Vives regresó a Colombia con la misión de grabar una biopic del compositor de vallenato Rafael Escalona para Caracol Televisión. Esta vez no fue a Bogotá, sino a la costa. Llegó recién divorciado y se encontró de frente con el Macondo que dejó atrás a los doce años. “Por lo general dormía en un hotel. Yo llegué a grabar en Santa Marta… (y) a dormir en mi casa para mí fue como volver”. Esta fue su epifanía.

Clásicos de La Provincia

CD Carlos Vives "Clásicos de la provincia"
El álbum “Clásicos de la Provincia” catapultó a Carlos Vives como artista.

Escalona tuvo un éxito sin precedentes. Sacaron dos álbumes con el soundtrack. Eran discos tradicionales que sonaban a vallenato. Pero Carlos ya era roquero y quería hacer rock con la música de su región. Le dijeron que estaba loco. Entonces tomó la decisión más arriesgada de su carrera: dejó Caracol y firmó con RCN para hacer novelas a cambio de grabar un disco experimental.

Aceptaron como quien le da un caramelo a un niño. El sello musical de RCN, Sonolux, estaba a punto de quebrar. La expectativa de la compañía era grabar el disco, liquidar el sello y aprovechar el trabajo del Vives actor. Pero él tenía otros planes. Reunió el conjunto vallenato de Egidio Cuadrado con los roqueros de Bogotá, y con ellos formó el grupo La Provincia. Tomaron el folclor como su materia prima y la rompieron.

En agosto de 1993 salió a la venta Clásicos de La Provincia. Las ventas se dispararon. Se dice que la disquera no previó la cantidad de ejemplares que requerían y eso le costó el puesto a una alta ejecutiva. Cuando se dieron cuenta, pusieron la fábrica a trabajar veinticuatro horas. Se convirtió en el disco más vendido en la historia de Colombia. Vives no volvería a actuar en televisión hasta 2023, cuando protagonizó la serie El club de los graves para Disney Channel.

El legado de Carlos Vives es multidimensional. Su visión puso al folclor colombiano a competir en el mainstream internacional. Esto lo explicó el productor argentino Sebastián Krys en una entrevista de 2012: “Carlos ha sido para la música colombiana lo que Bob Marley fue para la jamaiquina. Creó un género, un sonido, una visión que fue copiada por todas partes, de Argentina a México”.

Hoy en día es usual que la música comercial incorpore sonidos de las tradiciones locales. Pero, para 1993, la idea era disruptiva. Vives desafió el canon y a la crítica le quedó difícil identificar si estaban llevando los instrumentos de rock al folclor o los tambores, gaitas y guacharacas al rock.

Amor latino

El productor ecuatoriano Ivis Flies considera a Vives un músico necesario: “Ha sido fundamental para que las músicas tradicionales de nuestro lado se hayan puesto en el mapa”. Con Flies coincide el compositor y baterista Andrés López, quien asegura que su disco Outrospección —que reúne figuras relevantes de la escena jazzera de Nueva York— le debe su esencia a la música del colombiano. “Mi tema ‘Historia del camino’ es un sanjuanito-jazz. ¿Qué tiene que ver con Carlos Vives? Esa necesidad de expresar la identidad musical a través del sincretismo de culturas y sonidos”, explica.

Esta huella del “concepto Vives” se escucha en todos lados: de la instrumentación folclórica que Calle 13 usaba en Latinoamérica, a los tambores de cumbia que sostienen la base del “Despacito” de Luis Fonsi. Hits mundiales como “La bicicleta” integran flautas y semillas originarias de comunidades indígenas con samplers y sintetizadores.

Diego Miño, líder de la agrupación ecuatoriana Tomback, asegura que esta influencia se siente incluso en el estudio. Cuando se va a grabar “algo latino”, la pregunta de cajón es “¿Como Carlos Vives?”. Antes, aquella idea estaba ligada a lo cubano-puertorriqueño. Vives rompió el estereotipo.

Esto fue lo que entendieron en 2017 los del Berklee College of Music de Boston, quienes con el apoyo de la Fundación Cultural Latin Grammy abrieron la Beca Carlos Vives para el estudio de la música latina y le otorgaron un máster honorario.

A nivel discursivo, generó una narrativa que ha llamado la atención de la academia. En 2014 cuatro investigadores de la Universidad Javeriana publicaron Travesías por la tierra del olvido, un estudio de quinientas páginas que explora el impacto social, cultural y musical de la obra de Carlos Vives y La Provincia.

Sus letras exploran temáticas como la identidad, la preservación del medioambiente y las culturas locales. Incluso ha llegado a componer en lenguas ancestrales, como el fragmento de invocación a las deidades kogui que se escucha al final de “Tu amor eterno”:

Jaba Kunani, Jaba Kasuma,
Madre Kunani, Madre Kasuma
Mama Naboba Dagunabi na teyuna.
Mamá Naboba presente en Ciudad Perdida
Yulukxa aluna, Mama Jakuni
En equilibrio espiritual Mamá Jakuni
Teti kakuama makunani na teyuna
Hombre kakuamo es jefe en Ciudad Perdida

Esto, sin contar con que el nivel de ventas de Clásicos de La Provincia llamó la atención de las multinacionales y abrió para Colombia la puerta por la que después entró gente como Juanes, Shakira o Karol G. Por todo esto, en el medio musical del continente a Carlos Vives le dicen El Patrón.

Esta historia cumple treinta años en 2023. La celebración comenzó en abril, con el lanzamiento del disco Escalona, nunca se había grabado así. Hay un documental, una gira internacional (El tour de los 30) y varios reconocimientos de la industria musical.

El testamento – Bonus track

Vives ha dicho en varias ocasiones que su intención era quedarse en Colombia y que Clásicos de La Provincia era un regalo para su gente. Por eso fue su padre quien lo ayudó a escoger las canciones del disco. Una de ellas, “Contestación a la brasilera”, quedó incompleta porque a Carlos se le perdió el casete que le dieron para aprenderla.

Luis Aurelio Vives falleció en abril de 2021. En el último track del nuevo disco está aquella canción perdida. Primero se escucha hablar a Carlos: “Decirle a mi papá que me perdone que me haya tomado treinta años”. Entonces suena la música.

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