Breve, pero increíble, así fue la vida del embajador del tango que “cada día canta mejor”.
El tango ha llegado tan lejos que es Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, un alcance universal que entre sus máximas figuras tiene a Carlos Gardel, quien puso voz al baile de arrabales y burdeles, y marcó una de las etapas decisivas en la música popular con el género del tango-canción. PAOSS
Para contar la leyenda del Zorzal criollo hay que empezar por su nacimiento, un hecho envuelto en polémica porque su origen se han disputado Argentina, Francia y Uruguay, y en diferentes años, entre 1883 y 1890.
La opción más aceptada es que nació en Toulouse, Francia, el 11 de diciembre de 1890 con el nombre de Charles Romuald Gardes, hijo de Berthe Gardes, una joven madre soltera que,, dos años después, emigró a Sudamérica en pleno apogeo de una ola migratoria que probaba suerte en Buenos Aires. Gardel adoptó la nacionalidad argentina en 1923.
En los suburbios del Abasto, tras bambalinas como utilero y en serenatas del barrio, la voz del joven Morocho comenzó a llamar la atención. Los primeros pasos hacia la gloria los dio en un dúo, junto al cantante uruguayo José Razzano, y llegaron a grabar 171 discos. Una enfermedad en la garganta impidió a Razzano continuar con el canto y esa dupla se disolvió en 1925.
Después, Gardel emprendió su carrera en solitario y triunfó en Europa y Estados Unidos. El cariño del público se expresó en apodos como Carlitos, Zorzal criollo, El morocho del Abasto y El rey del tango.
Gardel impuso una nueva manera de cantar el tango, en la que “lo teatral —no en el sentido actoral aunque sí en el expresivo— tuvo una importancia capital. Para eso contaba con una voluminosa voz de barítono, de buen timbre y con un registro amplio —algo más de dos octavas— y extendido hacia el agudo. A esto se agregaban su gran sentido de la afinación y su enorme intuición expresiva”, señalan pasajes biográficos citados por la Fundación internacional Carlos Gardel.
Su dominio de la interpretación provino de cualidades propias, de una privilegiada voz y una intuición musical natural. “Yo nunca estudié antes de [dedicarme a] cantar. Me inicié por verdadera afición. Tocaba un poquito la guitarra y solo, sin ayuda ni consejo de nadie, empecé a murmurar vidalitas, trovas y estilos criollos. El estímulo de los amigos que me oyeron alguna vez y mi propio deseo de mejorar hicieron el resto”, explicó en una ocasión Gardel, quien tras alcanzar el éxito se preocupó de recibir entrenamiento vocal.
Según esta fundación, hay quienes le describían como un hombre “alegre y juguetón con sus amigos”, “introspectivo, con aura de tristeza” o “formal y correcto”. Por otro lado, no se casó y durante varios años mantuvo una relación “ambigua” con Isabel del Valle, con quien “no supo afrontar personalmente la ruptura”.
Idolatraba a su madre. La casa en la que vivió con su mamá fue convertida en un museo. Le gustaban las carreras de caballos y, aunque no practicaba el fútbol, simpatizaba con futbolistas y grabó varios tangos relacionados al balompié: “Patadura”, “Largue a esa Mujica” y “Mi primer gol”.
El cantor criollo de “Volver”, “Caminito”, “Cuesta abajo”, “El día que me quieras” y “Mi Buenos Aires querido” murió el 24 de junio de 1935 con tan solo 44 años. Estaba de gira por América Latina y su avión se estrelló en una maniobra de despegue en el aeropuerto de Medellín, Colombia. Cada 24 de junio Argentina conmemora el Día del Cantor Nacional.
Discografía
Gardel realizó alrededor de 1500 grabaciones entre 1912 y 1935, que incluyen el dúo con José Razzano y versiones no editadas. Es solo una parte del legado gardeliano, ya que no hay registros de actuaciones en vivo en teatros, de audiciones en la radio y en veladas privadas.
Cinematografía
Con la cinta silente Flor de durazno se inició en 1917 su carrera cinematográfica que se prolongó hasta 1935. En 1930 intervino en su primera producción sonora. Sus éxitos incluyen filmes como Cuesta abajo, El tango en Broadway, Tango bar y El día que me quieras (su mejor película, estrenada de manera póstuma).