Por: Boris Cepeda
“Boris Cepeda tiene nervios de acero” fue el titular que utilizó un matutino berlinés para anunciar mi concierto en la prestigiosa Konzerthaus en 2007, lo que podría también haber descrito mis primeras apariciones en programas de televisión a los cuatro años y mi primer recital en público a los seis.

Tenía siete cuando viajé en representación oficial del Ecuador a una asamblea internacional en Bulgaria en 1981 y, sin una gota de nervios, expresé mi mensaje de paz, toqué el piano y hasta bailé en traje típico ante 2500 niños del mundo entero.
Ese aplomo lo heredé de mis padres, ambos músicos y profundos conocedores del repertorio popular ecuatoriano y latinoamericano, quienes me inculcaron también el afecto por la música de Bach, Beethoven y Mozart. A ellos les debo mi larga lista de triunfos, entre otros una beca en el colegio Alemán de Quito, que fue la base para seguir mi licenciatura en la Universidad de las Artes de Bremen, que culminé con máximas calificaciones. Allí absorbí la tradición musical alemana, sin olvidar las melodías de una tierra lejana, pero siempre presente en mi corazón.
Ese amor por el arte musical ecuatoriano me incentivó a organizar, todavía en mis tiempos de estudiante, un festival de música en Bremen, donde el Ecuador tuvo una fuerte presencia con músicos de la talla de Luciano Carrera y Jorge Saade. Después vendrían grabaciones con música de Gerardo Guevara, Corsino Durán, Juan Pablo Muñoz Sanz e Ignacio Canelos, en medio de la crisis del año 2000 que no impidió que los discos se agotaran en poco tiempo, habiendo ganado hasta la simpatía del príncipe Bernardo de Holanda, quien instruyó a su familia para que se oyera específicamente esa música en su funeral.
Mi ideal de fortalecer la presencia ecuatoriana en Alemania me impulsó a servir como encargado de los asuntos culturales en nuestra embajada en Berlín a partir de 2002. Mi prueba de fuego llegó en 2006, cuando gracias al gran interés suscitado por la participación del Ecuador en el Mundial de Fútbol, pude organizar más de sesenta eventos culturales en toda Alemania. A pesar de no contar con un centavo de presupuesto, pude gestionar giras de conciertos de grupos de rock, presentaciones de danza folclórica, teatro, muestras de cine, exposiciones de pintura, conferencias sobre el Ecuador, a más de coordinar la difusión turística y comercial ecuatoriana.
Sigo difundiendo con éxito música ecuatoriana, especialmente de jóvenes compositores desde Tel Aviv hasta Tokio. Mi proyección internacional que se resume en mi reciente designación como Artista Steinway y las experiencias adquiridas en mi actividad diplomática me han motivado a crear una iniciativa para potenciar la presencia comercial, cultural, científica y turística del Ecuador en Europa, juntando, por ejemplo, tecnologías innovadoras de transformación digital con la exportación de productos orgánicos en el marco del cambio climático. Otro eje de acción será la promoción de una Ruta Humboldt, dedicada al turismo cultural y científico, a la par de la atracción de inversiones de capital a gran escala para proyectos de desarrollo sostenible.
Un aspecto prioritario es también el apoyo para conseguir la eliminación de la visa Schengen para nuestros compatriotas. Para cumplir estas ambiciosas metas, además de mis “nervios de acero”, tengo la suerte de contar con amigos en el Ecuador y en Europa, quienes desde sus respectivas áreas colaboran para que la marca de nuestro país se posicione con fuerza.