NOTA DE LIBRE ACCESO

Blando

Conectar, le dije, es darse cuenta de que el otro también está vivo.

Luego de varios años sin poder conectar, sin poder querer ni mucho menos amar, saludo a todo el mundo con un abrazo: los aprieto, los oprimo, los detengo por un momento para que, ya liberados de mi abrazo, igual se lo lleven puesto.

Blando

Si me llevan con ustedes, pienso, estaré siempre acompañado.

Si me llevan con ustedes, asumo, llegaré a lugares que no conozco todavía.  

Si me llevan con ustedes ruego echarle más agua al caldo.  

Cuando abrazo, me doy cuenta de que me inclino hacia adelante, pego la cabeza a la otra cabeza, el pecho al otro pecho, pero alejo un poco el estómago justamente para que, según yo, no se me note tanto la panza. Me da vergüenza que al abrazarme descubras lo blando que soy, lo blando que me he vuelto; que sientas que debajo de la camisa abierta que me pongo para disimular (sin lograrlo) el volumen de mi existencia, y que funciona más bien como la carpa de un circo que conserva en su espectáculo a una familia de elefantes,  debajo de la camiseta XXL (te queda como funda de basura, me dijeron una vez) hay unas carnes que se acomodan una encima de la otra como un pastel fuera de control.

El pastel es de color azul porque soy niño.

El pastel tiene, por dentro, helado de ron pasas.

El pastel se parte y se reparte y espero ser yo quien se lleve la mejor parte y se la coma solito.  

Fíjate en la frase que usé más arriba, “me da vergüenza que al abrazarme descubras lo blando que soy”, fíjate en la forma del verbo “descubras”, que trato de pasar de contrabando, como si nada, con el mayor descaro. Conmigo no hay que descubrir nada, todo queda a la vista, queda a la vista mucho más de lo que yo quisiera. Está triste; está acabado; está solo; ya no hace drogas, entonces, come, ya sabes, para calmar la ansiedad. No es cierto. No es totalmente cierto. Soy un planeta de caucho que gira y se sostiene con dificultad sobre dos piernas que, por suerte, también están gordas. Y en algo me alivia saber, llegado el caso, que podrán comerme y alimentarse al menos por una semana, que en ustedes, dentro de ustedes, volveré a ser carne. Dicho lo cual los invito a empezar por mis mejillas, jugosas, tonificadas, ejercitadas de tanta risa, alimento puro; se las recomiendo con chimichurri y agua de coco.

Al final del día, escrito lo escrito, hecho lo hecho, me acuesto en la cama y mientras veo noticias tomo entre las manos mi panza, la recojo, la masajeo, la armo como si fuera un monte, el Gran Monte Blando (buen nombre para una atracción turística que ofrezca aventura sin esfuerzo, puro placer), y le dedico unas palabras. Le digo hasta aquí llegamos, hermano mío, hijo mío, vida de mi vida, no puedo cargarte más; la verdad, quisiera ir a la cocina ahora mismo, tomar un cuchillo y hacer turnos para rebanarte y rebanar trozos de queso andino y ver, ojalá en cámara lenta, cómo te caes al piso mientras mastico y pienso cómo limpiar la sangre, cómo deshacerme de tu cadáver blando que se mueve pero no se arrastra porque le sobran dignidad y soberanía.

Pierdo peso, gano pellejo. La piel estirada que alguna vez supo inflarse y contenerme cuelga como la lengua de una boca sin aliento, la boca de un animal viejo que caza sentado. Pensar que has tenido que buscar debajo de esa lengua, que has tenido que hacer la lengua a un lado para encontrarme y luego ponerme dentro de ti. Pensar que, como en el poema del Perro de la Luna, saber que ha estado dentro de ti / dos veces hoy día / me hace sentir hermoso. Miro mi panza con afecto, cómo no querer ponerle brazos, piernas, cabeza y corazón; cómo no querer dejarla ir sólo para encontrarnos muchos años después y preguntarnos cómo te va mi amor o mejor aún proceder sin preguntas. Invítame un café y hazme el amor que seremos los dos la panza bajo la lluvia y una gata sabrá lamernos para limpiar la memoria.  

Panza mía /

Saber que creciste conmigo /

Que nunca te negaste a nada /

Que siempre me dijiste traga, traga, traga /

Me hace sentir hermoso.          

Artículos relacionados de libre acceso

Etiquetas:

Comparte este artículo
WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email

Otros artículos de la edición impresa