Billy Elliot: un musical en clave social

En medio del desempleo y la tensión social se cuenta esta bella historia que funde las ganas de bailar de su protagonista con la lucha obrera del entorno.

La Inglaterra de 1984 tenía serios conflictos. La señora Thatcher estaba en el poder y gobernaba con un estricto programa de privatizaciones. El desempleo y la pobreza aumentaban. Los trabajadores del sector minero, en el centro del país, ejercieron tenaz oposición por medio de una huelga que duró muchos meses. La vida era dura para muchos. En ese ambiente de tensión y violencia se sitúa una bella historia, devenida en el clásico filme Billy Elliot.

Billy es un muchacho de once años. Vive en una modesta casa de provincia, con su padre y su hermano, ambos trabajadores mineros en paro, y su anciana abuela, afectada de Alzheimer. Billy tiene un predicamento: entrena boxeo (algo que odia) motivado por su padre, pero tiene gran curiosidad por el ballet (algo que es visto como una actividad exclusiva para niñas), que se practica al lado del gimnasio de boxeo.

Cuando, a escondidas, empieza a tomar clases de ballet, su maestra detecta un gran talento. Su padre sufre un shock cuando se entera, pero sus fieros mitos masculinos finalmente ceden, apoyando a Billy y, con la solidaridad de sus compañeros de huelga, logra enviar a Billy a una audición en la Escuela Real de Danza en Londres. Pasa el tiempo. Billy crece. La huelga termina. Billy Elliot se hace una película que habla sobre el sueño de Billy y el destino de la clase obrera inglesa.

Billy Elliot

Cine devenido en teatro

El filme narra estas cosas en dos claves que, asombrosamente, se llevan bien: el drama social —al mejor estilo de Ken Loach o Mike Leigh— y el clásico musical de Hollywood. Entonces, entre las secuencias de huelga, vida familiar o comentario político, Billy danza. Para él, la danza es una posibilidad de mostrar su frustración por lo difícil de la vida de su entorno, y a la vez un escape lúdico y fascinante de esa vida. Sus coreografías —puestas en escena en la típica forma del cine musical— son violentas y rabiosas, mientras que, en otras secuencias, más realistas, debe aplicar delicadeza y elegancia cuando practica el ballet.

Esta película fue el debut del director Stephen Daldry, que luego haría otras notables producciones como The Hours (2002), The Reader (2008) y la serie televisiva The Crown. Daldry dirige Billy Elliot con maestría. Narra los eventos con la dosis justa de emoción, utilizando canciones de la música popular británica de la época hasta el clímax de “El lago de los cisnes”de Chaikovski, y adjudicando a todos los personajes humanidad y posibilidad de reivindicación.

Billy Elliot resultó inesperadamente taquillera (recaudó más de cien millones de dólares cuando se estrenó a principios de siglo), y se convirtió luego en un musical presentado en el West End de Londres y en Broadway, Nueva York, y ha girado por todo el mundo. La música de Billy Elliot: el musical fue escrita por nada menos que Elton John. Película y musical teatral se han convertido, con el tiempo, en nuevos clásicos de esos medios.

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