El atractivo físico de los candidatos tiene un efecto positivo importante en su éxito electoral. Dicho efecto es mayor cuando el candidato ocupa posiciones destacadas en la papeleta y en circunscripciones electorales con votantes menos educados. Que los candidatos sean principalmente juzgados por su apariencia física, en lugar de por sus competencias y propuestas, va en contra de una justa participación como sinónimo de democracia.

La belleza —en términos generales— está principalmente asociada a la hermosura, a lo que conocemos como atractivo físico. Ser atractivo físicamente tiene varias ventajas que provienen de lo que se conoce como el “efecto halo”. Este se refiere a la extrapolación de la percepción de un rasgo o característica a otros atributos desconocidos.
En el caso de la belleza el efecto halo se refleja en el beneficio que obtienen las personas atractivas pues, a partir de este rasgo positivo, asumimos que son también competentes, confiables, amables y generosas, aun cuando no dispongamos de información suficiente para llegar a dichas conclusiones. La belleza, entonces, puede significar una ventaja en varias áreas para quienes la poseen, y la política no es la excepción.
Las elecciones —desde la perspectiva de los ciudadanos— implican involucrarse en un proceso de toma de decisiones. Idealmente, cada individuo elige luego de haber analizado cuidadosamente todas las opciones existentes. En escenarios complejos y con poca información, las personas usamos heurísticas: atajos mentales que permiten tomar decisiones complicadas, sin que exista la necesidad de analizar una gran cantidad de información; es decir, se utilizan para simplificar la solución de problemas cognitivos complejos, como el de elegir entre muchas opciones.
En un proceso electoral un posible atajo es la ideología. En el Ecuador se ha observado que la identificación ideológica de los votantes con los partidos es débil. De ahí que las características de los candidatos adquieren un rol preponderante al momento de elegir por quién votar.
Si los votantes no tienen mucha información sobre los candidatos, la apariencia física se puede utilizar como heurística en el proceso de toma de decisiones. Esta posibilidad cobra aún más relevancia si consideramos que nuestras papeletas electorales —a más de los nombres— muestran las fotografías de los candidatos.
Para comprobar esta hipótesis la autora de este artículo junto con Royce Carroll, profesor de la Universidad de Essex en Reino Unido, realizamos un estudio utilizando un modelo econométrico —representación simplificada de la relación entre dos o más variables— que examina los resultados electorales de las elecciones a concejales del Distrito Metropolitano de Quito de los años 2014 y 2019.
A más de analizar si los sufragantes favorecen con su voto a los candidatos más atractivos, se evaluó también si características de los candidatos (educación, género, edad) y del electorado (estrato socioeconómico y género) pueden modificar el efecto de la apariencia física.
Para los 670 candidatos que participaron en los procesos electorales mencionados (214 en las elecciones de 2014 y 456 en las elecciones de 2019) se procedió a generar un índice de belleza (2-10) correspondiente al promedio simple de las calificaciones otorgadas por estudiantes de una universidad privada. Cada candidato fue calificado por al menos veinte estudiantes. Más de mil estudiantes participaron como evaluadores.
Los resultados
El análisis cuantitativo arrojó resultados contundentes: los candidatos más atractivos tienen un mayor éxito electoral. En promedio, un/a candidato/a muy atractivo (índice de belleza de diez) recibe entre 16 % y 24 % más de votos que un/a candidato/a nada atractivo/a (índice de belleza de dos). Como parte del análisis se incluyeron otras variables como edad, sexo y educación de los candidatos, encontrándose que no tienen un efecto significativo en los resultados electorales.
La belleza y el género de los votantes
Si bien tanto los hombres como las mujeres son conscientes de la importancia de su apariencia física en su funcionamiento social, las mujeres son evaluadas con mayor frecuencia por su aspecto físico que los hombres. Un hallazgo interesante de este estudio es que, al evaluar por separado las mesas de votantes hombres y mujeres, se identifican importantes diferencias en las tendencias de voto. El efecto de la belleza de las candidatas es mayor en las mesas de votantes mujeres.
En otras palabras las candidatas se benefician en una mayor magnitud de su apariencia en las mesas de mujeres. ¿Es esto un indicativo de que las mujeres valoramos en mayor medida estas características superficiales? No. Más bien, el nivel de conocimiento político e información de los votantes presenta diferencias, que tienen su origen en las disparidades de género, según otros estudios han demostrado, no solo en el Ecuador sino en América Latina. Estas diferencias quedan capturadas en la votación femenina.
La belleza y las circunscripciones electorales
Quito es una ciudad altamente polarizada donde se observan diferentes tipologías de tejidos residenciales y laborales concentrados geográficamente. Esta polarización —en términos electorales— implica que el norte y los valles suelen estar, en su mayoría, poblados por votantes de clase media alta y alta, a quienes se asocia con mayores niveles de educación; mientras que el sur y el centro concentran mayoritariamente a la clase trabajadora, con menores niveles de educación. Los resultados muestran que el efecto del atractivo físico es mayor en las circunscripciones electorales del centro y sur de la ciudad; es decir, donde se encuentran los votantes con menor calificación académica.

La belleza y la posición en la papeleta
El diseño de la papeleta electoral también juega un rol importante en el proceso de toma de decisiones de los votantes, en particular de aquellos poco informados. Se ha observado que los candidatos ubicados en las primeras posiciones de la lista reciben más votos, aun cuando a los partidos políticos no les gusta admitir la existencia de dichas diferencias.
Además de la ubicación en la lista, la prominencia de un candidato puede provenir de la ubicación del partido en la papeleta. En nuestro país el orden de los partidos se asigna de acuerdo al número de la lista. Al interactuar el índice de belleza y el cuadrante en el que se ubica el candidato, encontramos que el efecto de la apariencia física aumenta en posiciones destacadas de la papeleta. Esto se puede deber a que el efecto del atractivo de los candidatos proviene de la presentación de las fotografías en la papeleta electoral; y es el primer cuadrante el que capta la mayor atención.
En conclusión este estudio muestra cómo varios factores afectan los resultados electorales en el Ecuador: a) la belleza impacta positivamente en el éxito electoral de los candidatos; b) el atractivo físico de las candidatas tiene un mayor efecto en las mesas de votantes femeninas; c) la apariencia tiene un efecto mayor en las circunscripciones con electores con menor calificación académica, y d) los candidatos ubicados en posiciones más prominentes (primer cuadrante de la papeleta) pueden beneficiarse de su apariencia física en mayor proporción que los ubicados en otras posiciones.
Se evidencia que un contexto complejo como el ecuatoriano impone altas exigencias a los votantes, muchos de los cuales están desvinculados de la política e incluso acuden a votar únicamente porque es obligatorio. Si bien se ha demostrado que la apariencia de los candidatos es relevante en muchos sistemas políticos, nuestros hallazgos sugieren que una compleja combinación de factores contribuyen a que las elecciones seccionales sean susceptibles a este fenómeno.
El hecho de que los resultados electorales favorezcan a candidatos atractivos va en contra de una justa participación como sinónimo de democracia. Los candidatos deberían competir sobre la base de sus competencias y propuestas y no de su apariencia. Los resultados obtenidos son, además, preocupantes, puesto que se identifica que la belleza es un atributo que tiene mayor importancia para el votante respecto de otras características del candidato como la educación. Esta última —al estar estrechamente asociada con la calidad de su gestión futura— debería importar mucho más y no es el caso. Al final este estudio demuestra que el atractivo físico de los candidatos en las elecciones importa y mucho.