¡Ah! Qué dulce es el sabor del café, más dulce que mil besos, más suave que el dulce moscatel. Café, café, debo tomarlo, y si alguien quiere tomarme, ¡Ah, mi taza con café se llena!”
(Aria de Liesgen)
El mayor representante del barroco musical, Johan Sebastian Bach (1685-1750) escribió centenares de cantatas en su amplio repertorio sacro, sin embargo, se dio tiempo para componer una cantata dedicada al café, una bebida que los alemanes tomaban con recelo.
Esta cantata, basada en un poema de Christian Friedrich Henrici, en realidad es una pequeña ópera bufa con pocos personajes y voces para soprano (la hija Liesgen), tenor y barítono.
En el escenario el tabernero reparte café sin parar mientras se desarrolla el argumento de la obra. El padre amenaza a la hija: si no dejas de tomar café te quito todo y te quedas sin novio.
La escena jocosa ocurre en Leipzig, la ciudad alemana con mayor número de cafeterías (al menos ocho), pero la potente y exótica bebida solo podía ser consumida por los hombres.
La obra musical fue compuesta entre los años 1734 y 1735.
No hay pruebas fehacientes de por qué Bach compuso esa obra secular tomando en cuenta la connotación religiosa o luterana de la mayor parte de su música.

Es probable que la escribiera para los estudiantes de música que se reunían en el café Zimmerman de Leipzig, dice la literatura musical.
De lo que se conoce, la única presentación de la cantata en Quito fue en julio de 2015 en la Casa de la música, con un elenco integrado por :
- María José Fabara (soprano)
- Alexis Haro (tenor)
- Diego Zamora (barítono)
- Orquesta de Cámara de Quito dirigida por Gustavo Lovato.