El 110 aniversario del natalicio de Roberto Matta es un buen pretexto para recordar al polifacético artista que se ganó un lugar propio entre los representantes del surrealismo y como precursor del expresionismo abstracto.

Roberto Matta nació el 11 de noviembre de 1911 en Santiago de Chile. Se graduó en 1933 como arquitecto, pero volcó con creces su talento en las artes plásticas.
Creó dibujos, pinturas, grabados y esculturas que revelaron su versatilidad creativa, una constante experimentación artística y un profundo compromiso humanista y político. En los últimos años de su vida también se interesó por el arte digital.
Matta siempre buscó “en su desarrollo estético la necesidad de develar aquellos lazos o relaciones entre el ser en todas sus dimensiones y el entorno, como un ente único y vivo, en permanente evolución y diálogo”, dijo Inés Ortega-Márquez, curadora de la exposición Matta, Centenario 11.11.11, un hito en Chile por el centenario del nacimiento del artista en 2011.
Matta trascendió por desarrollar un lenguaje pictórico difícil de encasillar y por motivar a “ver” para descubrir lo invisible, precisó Ortega-Márquez.
El Tate Modern de Londres, los museos Reina Sofía y Thyssen-Bornemisza de Madrid, el Centro Pompidou de París, el Museo de Arte Moderno de Bolonia, Italia, el Met y el MoMa de Nueva York, el Instituto de Arte de Chicago y varias galerías chilenas y de países latinoamericanos son una apretada muestra entre las casi cincuenta salas (sin contar las colecciones privadas) que en el mundo muestran el legado de Matta.
Todo empezó con el surrealismo
El viaje de Matta a Europa en 1931 inició un fructífero intercambio con artistas e intelectuales como Le Corbusier, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Rafael Alberti, Alvar Aalto, Walter Gropius y László Moholy-Nagy.
En 1937 emprendió su camino artístico. El “Guernica” de Picasso y conocer a André Breton fueron los resortes definitivos que impulsaron su carrera en la que también ejerció notable influencia el inglés Gordon Onslow‐Ford, quien lo animó a incursionar en la pintura “basada en el automatismo y guiado por la intuición poética”. En 1938 Matta ingresó a las filas del surrealismo.
Otra faceta trascendental se gestó con el viaje del artista chileno a Nueva York en 1939. Con sus pinturas abstractas y de gran formato, impresionó a la joven vanguardia que personificaban Jackson Pollock, Arshile Gorky, Robert Motherwell y William Baziotes, entre otros. Fue así que Matta se convirtió en el precursor del expresionismo abstracto.
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Matta se alejó de la abstracción (entre 1945 y 1947) e incorporó la representación de la figura humana, al denunciar los horrores de la Segunda Guerra Mundial, una necesidad, dijo, de mostrar “las cosas… de cómo están destruyendo las relacionas humanas, cómo están aplastando los sentidos, los sentimientos y la inteligencia”. El resultado fue su expulsión del grupo surrealista (reincorporado en 1959).
Reconocido en su país natal con el Premio Nacional de Arte (1990) y con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1992), se interesó por los pueblos originarios y los procesos sociales en América Latina. Viajó mucho y se estableció en la localidad italiana de Tarquinia.
El artista que solo aspiró a que “en alguna parte del mundo alguien se deleitara con su arte” murió el 23 de noviembre de 2002 en Italia.