Se puede sentir el frío. La neblina casi no deja ver el camino hacia la montaña. Ese manto delgado de bruma cubre el lienzo y parece cubrir también la curva que impide ver el abismo de la carretera. No se sabe bien si es la noche o la madrugada, pero se intuye el vértigo. Se adivina y casi se puede sentir el viaje, la velocidad, el vaho de la respiración acelerada.
También una cierta tristeza: el camino está solitario y parece que no lleva a ninguna parte. Nelson Santos, a través de sus cuadros, narra un viaje, una aventura. Y comparte el viaje con quien se detiene frente a su obra.
Este artista (Quito, 1968), que estudió el oficio en la Facultad de Artes de la Universidad Central en la década de los noventa y tuvo entre sus maestros a Mauricio Bueno y a Pablo Barriga, expuso hace algunas semanas en +Arte Galería, una obra que gira alrededor del territorio, el caminar y el viaje: el paisaje desde una perspectiva contemporánea.
Sus primeras exposiciones fueron en Art Forum (1997) y en La Galería (1999), espacios quiteños ya desaparecidos. Santos recuerda con mucho cariño a Betty Wappenstein, de La Galería, recorriendo los talleres de la facultad y descubriendo artistas jóvenes. Él, uno de ellos.
En su hoja de vida hay catorce exposiciones individuales y la participación en diecisiete exposiciones colectivas desde entonces. Además, residencias artísticas en Art Omi, el Tamarind Institute y la Universidad de Kentucky.
Bitácoras del día a día
“Mis referentes principales son los artistas que caminan, especialmente Francis Alÿs, Richard Long y Hamish Fulton. Son artistas para quienes el andar constituye su principal herramienta creativa y el viaje es su argumento y leit motiv”.

Hace poco terminó un doctorado en Arte en la Universidad Politécnica de Valencia, España. “Fue una oportunidad para abordar a profundidad el tema del paisaje como un lugar para ser pensado, como un encuentro y un diálogo con el entorno. También me interesé por el caminar como un dispositivo para el acto creativo. Fueron tres años intensos, de ir a bibliotecas, de producir obra, de escribir y escribir”, cuenta el artista.
Y añade: “Mi viaje es hacia un lugar inexplorado, donde te encuentras en una constante deriva, en un deambular y en un devenir; donde todo puede ocurrir. Son viajes reales, pero también son viajes ficcionales que habitan en mi cuerpo y se proyectan en las veintinueve obras que forman parte de mi última muestra”.
Un viaje que no es solitario: lo acompañan las ideas y palabras de otros como Thoreau, Baudelaire, Robert Walser, Benjamin, Pessoa y Mekas. “Georges Perec, y su obsesión con hacer inventarios de todas las cosas que ve, también forma parte en la construcción de mi obra. Soy un viajero que recabo todo, a manera de inventario, de los sitios transitados y vividos, para construir paisajes inacabados que pueden ser reconstruidos nuevamente como un palimpsesto, yuxtaponiendo ideas, sentires y experiencias”.
“Para esta muestra he trabajado durante los últimos cuatro años, viajado y caminado cada vez que se me presentaba la oportunidad. El viaje me da la experiencia de sentir en cuerpo; cada uno es diferente, pero todos están compuestos de narrativas y relatos”.

El tema del paisaje y del arte no solo ha sido parte de su taller: también de sus estudios. En la revista digital de la Universidad Central (2018) publicó un trabajo de investigación titulado “Descripciones perceptivas, una aproximación al paisaje a través del arte”, en el que “busca evidenciar la forma en que los fenómenos de la naturaleza se traducen y son interpretados por artistas en diferentes temporalidades y contextos”. Para ello analiza las propuestas de William Turner, Paul Cézanne y Olafur Eliasson.
Las reflexiones de Nelson Santos tienen que ver con el viaje como desplazamiento del cuerpo, el recorrido por el espacio, el vacío, las distancias, la lejanía.
Dice el artista que en su taller lleva diarios de esos viajes. Son bitácoras hechas de trazos, de dibujos, de lecturas, de fotografías. Cuando no trabaja en una obra, se nutre de sus andanzas, de la ciudad, la calle o el paisaje.
“Salgo a caminar y respirar o tomo el auto y manejo por horas. Estos desplazamientos a veces son planificados o simplemente decididos en el momento. Pero sigo pensando en lo que dejé en el taller, en lo escrito o dibujado, en cómo resolver y dar sentido a cada propuesta”.
En la muestra el espectador también forma parte del viaje: mira, explora, se detiene, siente la velocidad o casi puede respirar la neblina que, en forma de transparencia, es parte de la experiencia visual.
Nadie tiene la última palabra

Santos maneja varias técnicas: dibujo, acrílico, óleo, impresión fotográfica y collage. En algunas obras utiliza letras cortadas en plóterpara construir textos que dialogan con la imagen. “Las palabras adheridas sobre el papel o la tela remiten a titulares de periódicos, a frases escuchadas o a lecturas realizadas, que son acopladas y dotadas de un nuevo sentido, un sentido poético que potencia la imagen visual”.
Además, Santos es un artista de series. En su última exposición mostró algunas: En alguna parte, cinco cuadros en gran formato (acrílicos y óleo); De un espacio a otro, cinco obras realizadas en acrílico, adhesivas de plótery grafito sobre papel fabriano; Espacio gris, una serie sobre impresiones fotográficas integrada por seis cuadros; Estancias: óleos sobre impresión fotográfica; Líneas y constelaciones, grafito, pastel seco y lápices de colores, y En la mitad del invierno que incluye collage.
La primera serie es la de formato mayor y la más figurativa. Un elefante de circo, una máquina de escribir antigua, un algodón. Y palabras, textos que acompañan la obra, una poética particular.
Las series tienen un denominador común, algo que las identifica, que las agrupa. “Cada serie parte de una idea, que vincula a las obras, pero estas también funcionan por sí solas. Las series presentadas en esta muestra tienen un hilo conductor, que es el viaje en sus distintas posibilidades, formas y sensaciones de experimentar un espacio. Con las series trato de crear interferencias, vibraciones y desorientaciones”.
Algunas de sus series están para el público en el portafolio que ha colgado en su página web: http://www.nelsonsantosaviles.com, aunque ahí el orden que le ha dado a su trabajo tiene más que ver con la técnica utilizada en su obra: fotografía intervenida, dibujo, pintura y textos.

En el arte nadie tiene la última palabra. Nelson Santos hace de sus lienzos soporte también para las palabras. Casi como si las obras fueran una pizarra. “Las palabras que aparecen escritas o adheridas sobre el papel o la tela no se corresponden directamente con la imagen visual presentada, porque pretendo dar una sensación de incertidumbre y desconcierto. El texto es un recurso que insta al espectador a descubrir lo que está más allá de la imagen, interpelando el estado de las cosas”.
¿Qué busca un artista y qué encuentra? “Intento traducir el mundo que me tocó vivir y habitar”, dice Santos. “Trato de comprender y describir cómo se dan las cosas desde diferentes perspectivas lógicas y emocionales, que me permiten armar y reordenar una visión del mundo. En estos procesos más que respuestas surgen preguntas y ahí empiezan nuevamente mis confrontaciones internas”.
Esas confrontaciones se traducen en nuevas series, nuevos viajes, nuevas obras, apuntes sobre la vida y el camino andado, y también, claro está, sobre el paisaje y el cuerpo.