El aporte argentino a la dactiloscopia

La utilidad de las huellas dactilares en la investigación criminal tuvo su momento histórico en el siglo XIX.

Dactiloscopia.
Juan Vucetich, creador del sistema de identificación por huellas dactilares.

El análisis de una huella de sangre en un crimen cometido el 29 de junio de 1892 en la ciudad argentina de Necochea, provincia de Buenos Aires, impidió culpar a un sospechoso que insistía en su inocencia (Ramón Velásquez) y señalar a la verdadera autora (Francisca Rojas), la madre de dos niños asesinados.

Fue el primer caso en el mundo en que la comprobación de rastros dactilares permitió resolver una investigación criminal y “admitir la dactiloscopia como prueba judicial”, señala el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.

Ese hito se debe a Juan Vucetich (1858-1925), un croata nacionalizado argentino, quien inventó un sistema efectivo para identificar personas por sus huellas digitales. En 1888 comenzó a trabajar en dependencias policiales de la ciudad de La Plata, en las áreas de estadísticas, dactiloscopia e identificación antropométrica.

Las investigaciones del antropólogo y geógrafo inglés Francis Galton, quien a propósito era primo de Charles Darwin, captaron su atención y sirvieron como base para crear en 1891 sus primeras fichas dactilares utilizando las huellas de veintitrés procesados.

En 1896 precisa el Museo Policial de la provincia de Buenos Aires, Vucetich dio a conocer un método perfeccionado de identificación con varios tipos de clasificación de huellas que dio origen al Sistema Dactiloscópico Argentino.

Fue así que el trabajo investigativo del argentino, reconocido incluso por la Academia de Ciencias de París, trascendió a la autentificación de documentos y de identidad que se usan ampliamente en todo el mundo.

Aunque las nuevas tecnologías facilitan análisis cada vez más precisos, “la ciencia sigue corroborando la singularidad de las marcas personales e inalterables (huellas dactilares) como un método de identificación cotidiano que hasta usamos para desbloquear la pantalla de un smartphone”, comenta el portal de divulgación científica OpenMind BBVA.

Antecedentes

Así como el análisis del ADN resultó un hito en los años ochenta en investigaciones policiales, la dactiloscopia lo hizo en el siglo XIX con la contribución de varios estudiosos y criminólogos.

Uno de los primeros fue el fisiólogo checo Jan Evangelista Purkyne, descriptor del sistema cutáneo y de una catalogación de los surcos de la mano dada a conocer en 1823.

Dactiloscopia.
Francisca Rojas (huella) fue condenada por degollar a sus dos hijos.

Aunque no logró repercusión, otro pionero fue el médico y misionero escocés Henry Faulds, quien publicó en 1880 estudios sobre la utilidad de las impresiones dactilares con fines de investigación policial.

En 1850 el oficial británico William James Herschel ordenó estampar “la yema de los dedos en todo documento oficial y contrato” firmado en una localidad remota de India donde prestaba servicios.

Dactiloscopia.

“Herschel pudo observar que ninguna huella impresa era igual y que a pesar del paso del tiempo estas permanecían inalterables”, señala National Geographic.

Por su parte, Galton hizo grandes aportes a partir de análisis estadísticos y estudios cuantitativos de las características físicas humanas. En 1882 publicó el libro Fingerprints, en el que sostuvo que las huellas dactilares “son únicas e irreemplazables”.

Marcas únicas

La dactiloscopia resulta clave para confirmar o refutar la identidad de alguien y se basa en la biometría, la ciencia sobre las características físicas o biológicas individuales.

“No hay dos personas con las mismas huellas dactilares; ni siquiera los gemelos homocigóticos”, afirma Interpol, al precisar que estas “no cambian nunca, ni con la edad, a menos que la capa profunda o basal se destruya o se modifique intencionadamente por medio de cirugía plástica”.

“La forma, el tamaño, el número y la disposición de pequeños detalles en estos patrones hacen que cada huella sea única”, señala la mayor organización internacional de policía criminal.

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