Vivaldi

Se cumplen 280 años de la muerte del “cura rojo”, el extraordinario violinista y prolífico compositor de la música instrumental y vocal barroca.

Antonio Vivaldi (1678-1741). Fotografías: Wikipedia.org y Shutterstock.

El músico veneciano Antonio Vivaldi sobresalió en la música barroca con una fértil e ingeniosa producción de composiciones instrumentales, religiosas y teatrales. Murió en Viena a los 63 años, el 27 de julio de 1741 (se suele citar en la noche del 27 al 28), debido a una inflamación interna.

Aunque al final de su vida, la fama se había esfumado y tuvo penurias económicas, dejó para la posteridad los registros sonoros de la naturaleza más famosos de la música clásica: Las cuatro estaciones.

La composición más célebre del repertorio vivaldiano refleja “un lenguaje musical preciso, amplio y completo, siendo un ejemplo magnífico de cómo la música ha sabido recoger y plasmar a través de los aspectos cromáticos, tímbricos o dinámicos, las vivencias sonoras y sensoriales de una época”, señala un artículo del compositor, profesor y ecólogo José Luis Carles en el sitio web The Conversation.

Los cuatro conciertos para violín y orquesta, acompañados de sonetos que ilustran los sonidos instrumentales de las cuatro estaciones del año, revelan la bienvenida de jubilosos pájaros a la primavera; un verano caluroso entre una dulce brisa, truenos y relámpagos; la celebración de una buena cosecha en otoño, y la helada nieve y las ventiscas del invierno.

La imitación de la naturaleza en la música de Vivaldi, señala Carles, “se ensalza gracias a que se potencia un concepto sensorial, audiovisual, enormemente actual”, es decir, “es una experiencia precursora, una propuesta visionaria de un ‘cine para los oídos’, en la que, de la propia música, surgen las imágenes”.

El gran maestro veneciano se consolidó en diferentes géneros musicales con sonatas, conciertos (las célebres colecciones “L’estro armonico” y “La Stravaganza”), música sacra (“Magnificat”) y óperas (“Orlando furioso”, “Tito Manlio” y “La Olimpiada”, entre otras).

El violín fue el protagonista en más de 450 conciertos que escribió, pero también concibió piezas que diversificaron la combinación con otros instrumentos como el violonchelo, la flauta y la mandolina. Se atribuye a Vivaldi la introducción de la estructura musical ritornello y la contribución a consolidar los tres movimientos: rápido-lento-rápido. Su música se caracterizó por “los contrastes expresivos junto a ritmos alegres, trepidantes y vitales”, señala la enciclopedia italiana Treccani.

Tras la muerte de Vivaldi, su música cayó en el olvido. Empero, uno de los ilustres compositores contemporáneos del veneciano fue Johann Sebastian Bach, quien hacia 1713 transcribió varios de sus conciertos.

Monumento al “cura rojo” en Venecia.

Recién en el siglo XX creció el interés de investigadores como Arnold Schering, Mario Rinaldi y Marc Pincherle por redescubrir el universo creativo del gran exponente de la música barroca. Otro hecho crucial fue la donación en los años veinte de un enorme volumen de manuscritos y partituras del compositor a la Biblioteca de la Universidad Nacional de Turín.

El Instituto Italiano Antonio Vivaldi posee copias de composiciones musicales, ediciones modernas, ensayos monográficos y archivos en audio y video. Con la editorial Ricordi ha publicado composiciones instrumentales (550 títulos) y música vocal sacra y profana (87 obras).

Pudo más la música que el sacerdocio

Vivaldi nació en Venecia el 4 de marzo de 1678 y su padre, el violinista Giovanni Battista, ejerció una gran influencia en su formación musical. Recibió educación eclesiástica, siendo ordenado sacerdote en 1703, una consagración que junto al color pelirrojo de su cabello motivó el apodo de “cura rojo”.

Desde niño padeció bronquitis asmática crónica que condicionó su estado físico e incluso celebrar misa, un deber que solo cumplió “por poco más de un año”, según comentó en una carta al cardenal Guido Bentivoglio d’Aragona en 1737 en la que describió su dolencia como “estrechez de pecho”.

Sin embargo, esa afección fue compensada con la destreza para tocar el violín y no le impidió viajar por toda Italia, sobre todo para la representación de sus óperas. La docencia ocupó una buena parte de la vida de Vivaldi, quien entre 1703 y 1740 —con algunas interrupciones por medio— fue profesor de violín, maestro de coro y compositor en el Ospedale della Pietà, un importante convento, orfanato y escuela de música en la Venecia de los siglos XVII y XVIII. Se estima que en el transcurso de su colaboración con esa institución produjo alrededor de 140 obras.

A los treinta años fue contratado como maestro en la corte de Mantua y mostró interés por una joven discípula, la cantante Anna Girò (se especuló que hubo algo más que una amistad, pero nunca se comprobó), quien durante catorce años fue parte de las giras del compositor.

¿Te resultó interesante este contenido?
Comparte este artículo
WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn
Email

Más artículos de la edición actual