En el quinto centenario de su muerte, el mundo hispánico honra al polímata que sacó de la postración el latín para darle carácter y estructura a la lengua castellana.

Figura esencial de la lingüística, el humanismo y el conocimiento, Antonio de Nebrija fue el arquitecto de la gramática castellana, la primera de una lengua romance, por delante de la italiana, la francesa y la portuguesa, e introdujo el Renacimiento en la península ibérica.
Fue un hombre superdotado —lingüista, gramático, lexicógrafo, traductor, exégeta bíblico, docente, catedrático, escritor, poeta, historiador, cronista, pedagogo, impresor y editor— que, además de la filología en lenguas clásicas y el castellano, escribió sobre derecho, medicina, astronomía, historia y educación.
Su vida, dice Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional de España, giró en torno a “el valor de la palabra, la necesidad de su permanencia y la importancia de la difusión y del conocimiento como medio de mejorar el mundo, como medio de avance de las sociedades”.
Nebrija nació en 1441 (o 1444) en Lebrija (antigua Nebrissa, de donde proviene el apellido por el que sería conocido), Sevilla. Tras familiarizarse con el humanismo italiano en Bolonia, comenzó a ejercer la docencia en la Universidad de Salamanca y se afanó en mejorar los métodos de enseñanza.
Libre de prejuicios y desafiante, resultó incómodo para su época y en 1506 estuvo a punto de ser condenado por la Inquisición por disentir con teólogos opuestos a la revisión de textos bíblicos.
“… no imagino desvaríos, no hago suposiciones, no interpreto por conjeturas, sino que deduzco con razones muy firmes, con argumentos irrefutables, con demostraciones apodícticas”, decía el académico que enfrentó a la servidumbre medieval y mantuvo sus convicciones humanistas.
“No soportaba la estrechez mental disfrazada de sabiduría, que conducía a la incompetencia y a la estupidez”, precisa la Fundación Nebrija, al añadir que intentó “desenmascarar la falsa autoridad académica de ciertos profesores mediocres, que se refugiaban en las verdades absolutas de sus conocimientos”.
Nebrija pasó los últimos años de su vida en Alcalá de Henares, donde ejerció la docencia, y murió el 2 de julio de 1522.
Legado
Para facilitar el aprendizaje del latín como base del conocimiento y “desarraigarlo de la barbarie”, Nebrija publicó en 1481 sus famosas Introductiones latinae, que fueron objeto de múltiples ediciones y reimpresiones.
En 1492 dio a conocer la Gramática sobre la lengua castellana con apartados de ortografía, prosodia, etimología, sintaxis y una introducción “para los que de extraña lengua querrán deprender”.
Esa fue la primera gramática de una lengua romance, en una época en que “todavía no se consideraba el castellano como una lengua de cultura”, precisa la Biblioteca Nacional de España.
También publicó el Diccionario latín-español, con más de treinta mil vocablos (1492); el Vocabulario español-latín, con veinte mil términos (1495); Apología (1507), un alegato contra la censura y a favor de la libertad de expresión, y Reglas de ortografía en la lengua castellana (1517).
Celebración
Un vasto programa cultural y educativo promueve la figura de Nebrija y la influencia de su obra no solo en España, sino también en Europa y América.
La agenda contempla exposiciones, publicación de libros, cine, emisión de monedas y sellos conmemorativos, conferencias y un congreso internacional. Además, el proyecto Nebrija Digital consta de una biblioteca y recursos multimedia.