Al Oriente filme del ecuatoriano J. M. Avilés

“Al Oriente”, del ecuatoriano José M. Avilés, se estrenó en el Festival de Venecia y cuenta la historia del joven Atahualpa, mientras intenta encontrar el tesoro de los Llanganates.

Atahualpa es joven y trabaja como obrero para una empresa china que abre un camino en el trópico. Los pocos tiempos libres los pasa junto a su novia, que pronto partirá. El trabajo es arduo y peligroso. Como tantos, Atahualpa no tiene porvenir.

película Al Oriente

Escucha rumores de un tesoro escondido en la mitad de la selva. Contempla el bosque, el agua de una represa. Se pone en marcha. Su compañero de trabajo le pregunta: “¿A dónde vas?”. Es una pregunta cuya respuesta solo se resuelve en nuestras cabezas.

Así arranca Al Oriente, el segundo largometraje de ficción del ecuatoriano José María Avilés, que tuvo su estreno mundial en el Festival de Venecia y estuvo en las salas ecuatorianas hace poco.

En busca del tesoro

Retrocedemos cien años. Otro Atahualpa —interpretado por el mismo actor— camina, junto a otros aventureros, a través de páramos, altiplanos, bosques, ríos y selvas. Van en pos del tesoro. Son territorios desconocidos, pero es una historia famosa, contada mil veces. Allá en el sistema montañoso conocido como los Llanganates fue escondido un caudal considerable de piezas y joyas de oro y piedras preciosas. Era el rescate que llevaba Rumiñahui hacia Cajamarca, donde yacía secuestrado por los españoles el inca Atahualpa. Pero al recibir la noticia del asesinato de Atahualpa, escondió el rescate en algún lugar de los Llanganates.

Cientos o miles de aventureros, de todos los confines, llegaron hasta ese impenetrable follaje. En Al Oriente vemos que el joven Atahualpa, acompañado de un avezado explorador y de un gringo buscafortunas, ha seguido el mismo derrotero.

El camino es lo que cuenta

La naturaleza es hermética y hermosa a la vez. Avilés decide presentarla en toda su complejidad. Los bosques de frailejones se ven como nunca antes se han visto en toda la inmensidad de la pantalla gigante del cine.

Ellos caminan, en el camino pasan cosas grandes y pequeñas y vemos cómo esta no es una película sobre el tesoro o la fortuna, sino sobre el camino que hay que recorrer para llegar a ella.

El primer Atahualpa, el humilde obrero, le decía a su novia: “No te sorprenda si regreso del Oriente con los bolsillos llenos de oro”. El segundo Atahualpa, en medio de la selva, pensará que su suerte más grande será salir vivo de esta aventura.

Mitos nacionales

“El Oriente es un mito” dijo, aparentemente, Galo Plaza, porque en 1950 Plaza pensaba que de la selva no saldría nada útil para el Ecuador. Hoy todos sabemos que el petróleo —descubierto allí tiempo después— cambió al Ecuador.

Avilés, en su película, se mete con los mitos, los usa a su favor. Al final, para nosotros, quedan las imágenes y los sonidos de este filme: escenas que se desarrollan lentamente, como para que podamos apreciarlas en toda su dimensión. Queda la reflexión sobre ese lugar que llamamos “el Oriente”, que ha despertado tantas expectativas, tanto misterio, tantas frustraciones.

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