Según datos del Observatorio Social del Ecuador, 3 de cada 10 adolescentes de 12 a 17 años tienen una pareja. El 9% sufre violencia física y el 12% maltrato verbal.

Nos conocimos en una feria, intercambiamos números de teléfono y empezamos a hablar; cortó con su novia e iniciamos una relación de casi un año y medio; él tenía dieciséis.
Yo, con catorce, me sentía enamorada. Todo lo que él hacía me parecía bien, no veía sus errores, mis amigas me decían que lo deje, pero para mí no había nadie como él. Yo accedía a lo que me pedía. Me manipulaba.
Era inteligente y buen estudiante. Eso me gustaba. No era atento conmigo; nuestras llamadas eran cortas y aunque compartíamos poco tiempo juntos, yo me sentía protegida. No le escribía por no molestarlo; él lo hacía si tenía tiempo.
Me pedía fotos o videos íntimos. Eso se convirtió en su obsesión y cada vez lo hacía con más frecuencia. Llegamos a tener relaciones sexuales. Yo confiaba en él. No hubo violencia física, pero su insistencia por las imágenes me cansó. En 2021 terminamos, intentamos ser amigos. No funcionó.
Ella es Samanta (nombre protegido), una adolescente a la que su primer amor la metió en una relación tóxica. Fuera de ella, y con una dolorosa lección a cuestas, esta joven se concentra ahora en sus estudios.
Casos como el de Samantha son difíciles de identificar para los adolescentes, lo cual los pone en situación de riesgo. Así lo señala Daniela Ziritt, psicóloga y directora clínica del centro Oasis, Bienestar y Salud.
“Las relaciones tóxicas se han convertido en un término muy aceptado. Muchas veces se las coloca en un menor riesgo al decir que no es una relación violenta, sino tóxica”, explica la especialista, a la vez que aclara que a estas relaciones las adolescentes las definen como dependencia emocional.
Pero, ¿qué es una relación tóxica y/o dependiente? Son aquellas en las que el adolescente pierde autonomía en sus acciones y busca constantemente la aprobación de la pareja. Las rupturas y el restablecimiento frecuentes se vuelven una constante.
Amor ideal o el primer paso a la dependencia emocional
La especialista aclara que los adolescentes reciben un exceso de información a través de redes sociales y medios de comunicación. Eso provoca que los chicos tomen decisiones sin sentido crítico.
Y sin ánimo de satanizar a las redes sociales, ellas tienen también su cuota de responsabilidad. Dan a los adolescentes patrones de comportamiento y, como consecuencia, fijan estándares de una relación romántica ideal.
Por ejemplo, el novio que revisa el celular y aparece en las clases o la casa, sin ser invitado, es visto por el adolescente como amoroso. Al respeto, la psicóloga levanta una bandera roja: “No se observa la manifestación de inseguridad sobre sí mismo, frente a lo cual busca ser reconocido como la persona que realmente ama”.
Doble bandera roja. Estas actitudes se confunden con enamoramiento. El adolescente lo toma como muestra de interés y acepta que se crucen los límites de la intimidad, luego se aísla en una relación que no es saludable. En este punto llega la búsqueda de aprobación, desarrolla un sentimiento de que la única persona que lo/la puede comprender es su pareja. Y así da el salto al vacío de la dependencia emocional.
Esto, que ocurre a cualquier edad, es especialmente preocupante en los adolescentes porque están en proceso de construcción de su identidad. Sienten que cualquier cosa que hagan debe validarla su pareja. Y esto trae un resultado devastador a corto y largo plazos porque su identidad se desarrolla a partir de una inseguridad constante o sensación de desesperanza.
Esta sensación no solo abona a la relación tóxica, sino que se convierte en una camisa de fuerza de la que es difícil salir.
Patrones culturales que influyen
Las relaciones tóxicas incluyen algún tipo de violencia en distintos grados. Así, sin medias tintas, lo dice la directora de formación y desarrollo del personal de la división de niños y adolescentes en McLean Hospital, afiliado a la Universidad de Harvard, Fairlee Fabrett.
En entrevista con revista Mundo Diners explicó que las relaciones tóxicas gatillan abusos y afectan la autoestima. “Hay muchas jóvenes en relaciones que las están abusando físicamente y no dicen nada por vergüenza o porque creen que así debe ser”.
Es común escuchar que una relación es de dos. Pero cuando se juntan dos que crecieron sintiéndose menos, que no eran dignos de ser amados o eran dependiente de los padres, la toxicidad hecha raíces.
Sin embargo, las relaciones tóxicas no solo se dan en el plano del noviazgo, sino también en el territorio de los amigos. “Los adolescentes llegan a ellas por varias referencias. Puede que idealicen el comportamiento tóxico, o tal vez vienen de hogares en los que el maltrato es normalizado porque lo han visto entre sus padres. A eso se suma la falta de educación y acciones de enseñanza en el sistema educativo”, explica Fabrett.
Al respecto, Fabrett encuentra en los factores culturales una causa de este tipo de vínculos. Además, asevera que entre los latinos es casi permitido que el hombre sea un poco agresivo. Sin embargo, aclara que la toxicidad en parejas adolescentes existe también en otras culturas. “Este tema no solo tiene que ver con la mujer, hay hombres que también están envueltos en esta situación, recae más en la mujer, por los estereotipos y roles de género”.
Fabrett, quien participó en el Congreso de Salud Mental 2022, organizado por la USFQ y el McLean Hospital, lamenta que, frente a este tipo de relaciones, en la región no haya acciones concretas sobre salud emocional.
El rol de los padres y el entorno
Uno de los rasgos de los adolescentes es que no hablan fácilmente de esta situación, por eso, los padres deben estar muy atentos a cómo se comportan. Ese es el consejo de Jenniffer Santander, especialista en adolescentes y coordinadora académica de Innovar.
Ella, además, da algunas pautas a los padres: “Se puede percibir distanciamiento con el círculo social o familiar, agresividad; dejan de hacer lo que les gusta o tienen más contacto de lo usual con su pareja; bajan el rendimiento académico o su estado de ánimo se vincula al vaivén de la relación en la que están”.
Frente a esto, recomienda mantener una comunicación abierta, evitar hacer juicios de valor sobre lo que es importante para ellos. Por el contrario, se debe propiciar que los adolescentes reflexionen sobre la situación, dejando que sean ellos quienes pongan límites saludables con sus parejas, sin que el adulto decida y lo imponga.