Adelgazar bien no es fácil, pero es posible

Fotografía: Shutterstock.

No existe una varita mágica ni producto milagroso que le ayude a bajar de peso de forma estable y sana. Si aún tenía esa idea en mente, debe borrarla y empezar un plan ordenado de alimentación.

Engordamos porque no gastamos energéticamente todo lo que ingerimos. Ese es el resumen. Sin embargo, aunque engordar parece más sencillo que adelgazar, existen varios factores detrás. Una razón para que sea más difícil bajar de peso es que, cuando iniciamos una dieta restrictiva, nuestro cerebro activa la hormona del cortisol, relacionada con el estrés, y produce, sobre todo, ansiedad, como lo explica a Mundo Diners la nutricionista Denisse Gudiño.

“Cuando quieres bajar de peso o te quieres someter a una dieta, te estresas, automáticamente escuchas la palabra dieta y la asocias con un sacrificio, piensas que vas a tener que morir de hambre o dejar algo que te gusta por un propósito. Entonces, fisiológicamente, la hormona del cortisol se activa y desencadena más hambre y ansiedad”. Eso no ocurre cuando el proceso se inicia con un plan de alimentación para cambiar los hábitos, sin estrés ni prohibiciones de por medio.

Para la especialista lo primero que hay que preguntarse antes de pensar en adelgazar es: ¿cuál es el objetivo?, ¿para qué quiero lograr esto?, ¿por qué lo quiero lograr?, ¿qué cambios alcanzaré si eso ocurre? Solo respondiendo a estas inquietudes se puede avanzar hacia una nutrición consciente.

Lo siguiente es ser realistas con lo que queremos. Es decir, una meta poco objetiva será retornar al peso que teníamos en el colegio. “Cuando tienes cierta edad y te planteas volver al peso que tenías a los dieciocho años y pesabas cien libras, te centras en un objetivo que ya no puede ser real porque cambiaron muchas cosas en tu anatomía y en tu organismo que no pueden volver a ser como antes”, apunta Gudiño.

Después de eso, hay que “hacer las paces con la comida”, es decir, mantener un balance, no catalogar a los alimentos como buenos o malos ni erradicar para siempre el arroz o el chocolate. Como afirma la experta, lo fundamental “es generar ese balance en el que se puede comer de todo, pero en porciones adecuadas, y siempre y cuando exista un gasto adecuado de lo que se come”. Esto se ata a no sentirse culpable por ningún tipo de alimento que ingiramos si lo hacemos a conciencia.

Claro que cada organismo es diferente y los metabolismos también inciden, por lo que el camino para bajar de peso será diferente para cada uno, más aún si existe alguna enfermedad de por medio como hipotiroidismo, ovario poliquístico o resistencia a la insulina que requieren tratamiento especializado con un médico tratante y un nutricionista.

En cualquier caso, siempre hay que alimentarse bien y no cometer errores que solo significarán a la larga un terrible retroceso. Entre ellos está, por ejemplo, dejar de comer o saltarse las comidas, o hacer actividad física en ayunas. “A veces la gente cree que eso es lo óptimo, que con eso se va a perder más peso, pero no es así”, afirma Gudiño al añadir que otra equivocación es recurrir con frecuencia a la balanza porque pueden darse tres posibles escenarios.

El primero, sentir frustración porque no muestra lo que se esperaba y pensar que el esfuerzo no valió la pena. El segundo, que nos guste el resultado y sigamos dejando de comer. Y el tercero, que al pesarse se eleven los niveles de cortisol, lo que puede derivar en un atracón. “No es sano pesarse todo el tiempo porque atas tu estado de ánimo a lo que dice la balanza”, advierte.

Además, hay que estar conscientes de que no siempre el peso determina el estado de salud ya que dos personas pueden pesar lo mismo, pero una con un buen nivel de músculo y de grasa, y otra con exceso de grasa y poco músculo, lo que variará ampliamente la condición de ambos aunque pesen igual.

Si se evitan todos estos errores, gran parte de la batalla estará ganada. Lo siguiente será implementar poco a poco algún tipo de actividad física, pues aunque la alimentación representa el 70 % del esfuerzo, el 30 % restante le corresponde al ejercicio. Pero lo más importante es no esperar milagros. “Puede que alcances tu meta con ayuno, con una dieta Keto (alimentos ricos en grasas y proteínas)… vas a lograr bajar rápidamente, el problema es que es a corto plazo y al cabo de un mes habrá efecto rebote”, sentencia Gudiño.

Por ello, si ya ha tomado la decisión, busque a un especialista que no le venda magia, sino un plan con el que se sienta conforme, motivado y que no ponga en riesgo su salud.

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