
Elephant Ethogram ofrece un exhaustivo archivo sobre el comportamiento, la comunicación y la cognición de los elefantes africanos.
Individuos socialmente complejos, conscientes de sí mismos, poseedores de personalidades e intereses diferentes, y capacidad de manifestar sus emociones son algunas de las características que distinguen a los elefantes, mamíferos extraordinarios por su inteligencia, memoria y sociabilidad.
Ese conocimiento y mucho más está alojado en el African Elephant Ethogram, una especie de biblioteca con recursos informativos y audiovisuales creada por la investigadora estadounidense Joyce Poole y su marido, el noruego Petter Granli, a su vez fundadores de ElephantVoices, una organización sin fines de lucro que promueve la protección de los elefantes a través de la investigación y la educación.
Poole es una reconocida experta mundial que por más de cuarenta años ha estudiado el comportamiento social y la comunicación de los elefantes en el Parque Nacional de Amboseli y la Reserva de Masái Mara en Kenia y en el Parque Nacional de Gorongosa en Mozambique. Ha hecho contribuciones científicas sobre el ciclo reproductivo y las vocalizaciones de los elefantes africanos.
Esos estudios son el fundamento del etograma, un compendio exhaustivo con descripciones, relatos, videos, imágenes y grabaciones de audio. Alrededor de tres mil archivos, trescientos sonidos y más de 2400 videoclips forman parte de ese repositorio multimedia.
¿Por qué un etograma? Sus creadores recuerdan que los elefantes africanos son una de las especies de animales más complejas por su comportamiento social y a la vez enfrentan una serie de amenazas provenientes de las acciones humanas. El objetivo, explican en la web del proyecto, es documentar la conducta y la comunicación de esta especie, proporcionar material para estudios científicos y generar interés público hacia la conservación y el bienestar de los paquidermos.
¿Cómo se comunican los elefantes?
Tienen un sistema de comunicación bien desarrollado que usa el oído, el olfato, la visión y el tacto, incluida una capacidad excepcional para detectar vibraciones.
En cuanto a la acústica emiten una amplia gama de sonidos, de muy baja y alta frecuencia, y pueden detectar un llamado a diez kilómetros de distancia, también poseen una excelente visión periférica y alta sensibilidad al movimiento.
Usan el lenguaje corporal para transmitir un mensaje: por ejemplo, en actitud desafiante o dominante intentan parecer más grandes alzando la cabeza y extendiendo las orejas, o si sienten miedo levantan la cola y la barbilla.
Otro aspecto notable es que mantienen una intensa interacción táctil con el cuerpo en diferentes situaciones: conflictos, confrontaciones, atracción, cortejo, juego y protección. Los colmillos sirven para empujar, levantar a un pequeño elefante o expresar solidaridad, mientras al frotar sus orejas manifiestan cariño y utilizan la trompa en acciones afectivas, defensivas, sexuales y exploratorias.
Además, se comunican por el retumbar de las pisadas, que a través del aire se propagan a unos 309 metros por segundo y a través del suelo entre 248 y 264 metros por segundo.
Una gran parte de su composición genética se concentra en el olfato. El agudo sentido olfativo de los elefantes es el doble de lo que perciben los perros y cinco veces más que los humanos. Son capaces de huir de amenazas provenientes desde dos kilómetros de distancia.
Menos elefantes
La población de elefantes africanos de sabana ha disminuido en 60 % en las cinco últimas décadas, una constatación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), al declarar en marzo pasado que esa especie se encuentra “en peligro”.
La Lista Roja de la UICN también incluye el elefante de bosque africano, declarado “en peligro crítico”, con una baja en su número de más del 86 % en el transcurso de 31 años.
La caza furtiva para obtener marfil y la pérdida de hábitats son las dos causas que mayor peso tienen entre las amenazas contra la sobrevivencia de estos paquidermos.
Es la primera vez que se evalúa a cada especie por separado ya que, antes de este último reporte, se consideraba un grupo común y su estado era “vulnerable”. La población total de elefantes africanos se estima en 415 mil.