Ábrete sésamo música que abre portales a la poesía

Un disco que recopila voces de escritoras mujeres y de diversidades sexogenéricas a través de la música experimental y de vanguardia.

Conjuro de inicio

Ábrete sésamo.
La cantautora Mariela Espinosa. Fotografía: Gonzo Bojorquez

Sr. Maniquí es el nombre artístico de la cantautora Mariela Espinosa, quien le dio vida a Ábrete sésamo, su primer proyecto solista. Esta propuesta, que ganó un fondo concursable del Instituto de Fomento para las Artes, Innovación y Creatividad (Ifaic), convirtió en canciones a poemas de siete mujeres y un hombre transexual del Ecuador.

Hechas las presentaciones de rigor, cabe decir que Ábrete sésamo adapta textos de Sarawi Andrango, Ileana Espinel, Ana C. Blum, Elsye Suquilanda, Violeta Luna, Dolores Veintimilla (la escritora más conocida del álbum), Tomás Proaño y Ana María Iza.

El conjuro empezó a rondar a Mariela a raíz de la lectura de Ana María Iza y el poema que nombraal disco. Ese fue el primer golpe de inspiración. Luego había que poner en orden el universo de cada poema y hacer una canción. Mariela lo hizo a través de un método que consistía en empezar a componer cada tema con instrumentos diferentes, dentro de patrones rítmicos lejanos a los que está acostumbrada a utilizar. Una vez armada la estructura, cantó los versos en su cabeza, hasta encontrarles sentido. Y, ¡eureka!

A continuación, se presenta una selección azarosa de versos de todas las canciones del álbum:

Blackout

Deseo tiempo para crecer,
que tu geometría se expanda.
Acero roto por el mar demente,
cristal ahogado por la luna llena;
40 grados de nostalgia plena,
azul muriente, pura luz ausente.
No hay refrán que valga,
ni por mucho trasnochar se escribe
un gran poema.
Te configuras solo, agregas amigos solo,
planchas mensajes, haces pancakes solo.
¿Cuánta vida pudo ser raíz y hoy es astilla?
Menos bella que tú, Carmela mía,
memoria lisonjera.
Los ojos en el río, aguantarse el canto,
el agujero ya no quiere tragar más penas.
Qué ganas de no tener ganas,
de quitarme el bozal,
de escribir la novela de mi vida
y no leer la vida de los demás.

¿Por qué ellas, por qué él?

Fueron el instinto y el gusto personal de Mariela —o Sr. Maniquí— los que se dieron el trabajo de seleccionar a las autoras. La premisa, además, era abordar textos cortos, libres de las intrincadas fórmulas retóricas de cierta lírica.

Por otro lado, está la curiosidad por el arte y una gran pregunta ¿dónde está el rocanrol femenino ecuatoriano?, pensando en lo roquero como actitud, rebeldía, inteligencia y valentía. “Tiene que ver con la sensación de orfandad de mujeres referentes en la composición musical del país. La historia no ha registrado esta creación”.

Mariela quería y debía llenar ese vacío. Por ello rastreó en la literatura y fue ahí donde encontró un universo rico y abundante de mujeres escritoras.

En el álbum oímos voces diversas. El sentido del humor de Elsye Suquilanda, en “A Huawei”, donde trata al celular como a un amigo; la valentía de Dolores Veintimilla que, en el siglo XIX, escribe “A Carmen”, de connotaciones lésbicas; la oscuridad de Ileana Espinel, que en “Mar demente” relata la crónica de su enfermedad. “Históricamente lo femenino se asocia a lo delicado, a la sensibilidad, a la maternidad y a lo luminoso, y para mí, encontrarme con la poesía de estas mujeres fue encontrarme con ese lado que no es precisamente el de la sutileza, sino el del carácter y la fuerza”.

La inclusión de un poeta trans surgió cuando Mariela, en su investigación, se encontró la obra de Pe Proaño, a quien asumió como mujer, al ponerse en contacto. Su sorpresa fue leer la respuesta de un artista que, desde la sensibilidad y humildad, aclaró que es un hombre transexual y que quizá no encaje en su intención.

Si bien las mujeres han sido ignoradas a lo largo de la historia, más aún lo han sido las personas queer, teoría transgresora que integra sexualidades periféricas dentro de la práctica y el discurso social. Y aquí es necesario hacer un alto para recordar que, hasta 1997 en el Ecuador, la homosexualidad era considerada un delito. Entonces había que incluir a Pe Proaño (Tomás Proaño) en Ábrete sésamo para ayudar a construir esa mirada diversa que le urge a la sociedad contemporánea.

Mariela Espinosa convierte en canciones los poemas de siete mujeres y un hombre transexual. Foto: Ana Lu Zapata

Sr. Maniquí

Esta es la analogía: su música no pretende encasillarse y rehúye de los géneros, tal como lo hace un indeterminado maniquí. Mariela experimenta con sonidos y texturas que van de lo electrónico a lo acústico y de lo sutil a lo estridente. En sus canciones hay sonoridades folk, alternativas, roqueras, psicodélicas, atmosféricas, dentro de estructuras muy variadas. “No me considero una artista que profundiza en un solo género musical, me gusta dejar ese espacio en un lugar indefinido”.

Ábrete sésamo tiene ocho temas compuestos con instrumentos acústicos como cuatro, guitarra, clarinete y piano, mezclados con sonidos electrónicos de sintetizadores y samplers (sonidos digitales incorporados en canciones y presentaciones en vivo). El hilo conductor es su voz, cuya melodía, dulzura y potencia proponen también contrastes con pasajes intensos, pesados y oscuros, tal como lo hacen los poemas seleccionados, que en versos como “apenas me quedé como la hierba, tenaz y humedecida” dejan sentir el latido, potente y disruptivo, de estas voces que habitan la obra de Mariela.

Ilustraciones de Canela Samaniego.

Más experimentación

El disco se enriquece de otras artes, pues cada canción tiene ilustraciones de Canela Samaniego, amiga de la infancia de Mariela, encargada de realizar un fanzine, en el que interpretó gráficamente estos versos. Una muestra de su trabajo es el video de “La hierba”, poema de Violeta Luna, en el que vemos la que, a decir de Canela, fue su ilustración favorita dentro de un trabajo colectivo. “Fue un proceso compartido, en el que hubo un ida y vuelta de comentarios sobre lo que nos movía de los poemas; de ahí nació cada ilustración”.

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