Texto e investigación: Leisa Sánchez.
Infografía: E. Rivas.
Edición 441 – febrero 2019.
Hace cinco siglos, un portugués y un español estuvieron al mando de la primera circunnavegación del mundo que expandió el horizonte humano a tierras y mares desconocidos.
La expedición, que comenzó Fernando de Magallanes y terminó Juan Sebastián Elcano, cambió la perspectiva que se tenía del mundo al certificar la esfericidad de la Tierra y revelar la interconexión continental de Europa, América, Oceanía, Asia y África mediante los océanos Atlántico, Pacífico e Índico.
Tres años de celebración con más de 200 actividades conforman el programa oficial español que encabeza la Comisión para la Conmemoración del V Centenario. Las actividades abarcarán hasta 2022 múltiples ámbitos: debates académicos, música, literatura, teatro, ópera y artes audiovisuales, exposiciones, publicaciones y eventos deportivos y náuticos que retoman la ruta insignia. Además, se acuñarán monedas de colección y emitirán sellos conmemorativos.
Por otro lado, la web del V centenario es una plataforma interactiva con abundante información histórica (http://vcentenario. es/) que invita a viajar “desde el siglo XXI al mundo por descubrir del siglo XVI, con la mirada curiosa de un viajero, la inquietud de un investigador y el espíritu aventurero de un navegante”.
LA CONQUISTA DE LAS ESPECIAS
Cada descubrimiento europeo trajo consigo ansias de conquista y poder. Cada punto geográfico visto por primera vez marcó la expansión territorial y las fronteras de las posesiones de los imperios colonialistas.
En los siglos XV y XVI, portugueses y españoles se enfrascaron en una impetuosa carrera por hallar una vía marítima rápida para acceder al Oriente, un paraíso de oro y plata, de especias, madera y algodón, que controlaban Venecia y los árabes.
“Ningún navío cristiano tenía permitido cruzar el Mar Rojo, salvo que pagase el tributo necesario en dinero o con las vidas de sus tripulantes. De este modo, estando tan separada Europa de la lejana India, resultaba imprescindible encontrar otra ruta para controlar aquellos fabulosos mercados”, señala el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.
El tratado de Tordesillas (1494) fijó una línea imaginaria, al oeste de las islas de Cabo Verde, que dividió el mundo entre las coronas de España y Portugal: a la primera correspondían territorios al oeste, y a la segunda los del este.
Los portugueses Bartolomé Díaz y Vasco de Gama, y el genovés Cristóbal Colón tomaron rumbos diferentes; por el este los dos primeros y por el oeste el tercero, para ir en busca de las Indias. Colón creyó llegar al destino de su misión al encontrar Bahamas, Cuba y Haití. Esas incursiones fueron el preludio de la gesta emprendida por Magallanes.
Uno de los obstáculos de la navegación en esa época era que, si bien había presunción sobre la dirección a tomar para llegar a un destino, no se conocía el diámetro exacto del globo terráqueo y por tanto las distancias resultaban mucho mayores a lo estimado.
Aventurarse en el océano insondable, con los recursos limitados de aquel tiempo, constituía una proeza que requería de fortaleza física y psicológica. “En el novelesco mundo de los galeones y flotas que unían Sevilla con las Indias, no todo estaba lleno del relumbrante brillo de los tesoros que transportaban. Los barcos de Su Majestad Católica también eran testigos de la existencia cotidiana de sus tripulantes, unos hombres que solían pagar con el esfuerzo de un trabajo muy duro la enorme ventaja que para los reyes y poderosos de su tiempo tenía el recibir los ríos de plata que fluían desde la otra orilla del océano”, señala Pablo E. Pérez-Mallaína, catedrático de la Universidad de Sevilla.
La expedición Magallanes-Elcano, ya de por sí monumental por el alto costo humano, tuvo impacto en la navegación, la cartografía, el comercio, las comunicaciones, la botánica y la zoología.
Esa travesía pugnó contra la soledad de los océanos, el hambre, la sed y el escorbuto. Los expedicionarios “se vieron obligados a comer serrín, cueros, bizcocho con gusanos y ratas”, señala Manuel Lucena Giraldo, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.
A partir de esa gesta marítima, la construcción naval apostó por barcos de gran tamaño y mejores aparejos, pero siempre a expensas del viento y las corrientes. No fue hasta el siglo XIX que hubo una verdadera innovación con la propulsión a vapor, los cascos en hierro, la hélice y la electricidad.
En un dossier sobre la conmemoración, el antropólogo José Manuel Núñez de la Fuente afirma que “se configuró la primera ruta global e integral de nuestro mundo”, la única que utilizaron los barcos para cruzar del Atlántico al Pacífico hasta que comenzó a operar el canal de Panamá a principios del siglo XX.
Facilitó “los intercambios en materia de comercio, el conocimiento científico y las más diversas prácticas culturales, artísticas y religiosas”, y se podría decir, añade, que produjo “aun de forma inconsciente, la primera globalización”.
MAGALLANES
De niño fue paje en el palacio real de Lisboa y supo de las propuestas que ante el rey presentaban navegantes para llegar al Oriente en busca de las especias.
Se enroló en expediciones, a India, Malasia y Marruecos. Conoció el duro batallar de la vida en el mar y adquirió conocimientos cartográficos y náuticos. También quedó lisiado de una pierna.
La exploración era su sueño y estaba convencido de que, si la Tierra era redonda, era posible alcanzar las Molucas (Indonesia). Creía que detrás el mar del Sur (océano Pacífico), descubierto por Vasco Núñez de Balboa, debía haber tierra, aunque no tenía idea de cuán largo era el trayecto.
Presentó al rey Manuel I de Portugal su proyecto de encontrar la mina de oro de las especias, pero el monarca lo humilló y negó rotundamente su apoyo. Al igual que Cristóbal Colón, acudió a España y el soberano Carlos I vio con buenos ojos los argumentos del navegante luso, quien, según sus cálculos, aseguró que las Molucas no eran parte del área de influencia portuguesa, sino de la española.
ELCANO
Juan Sebastián Elcano fue quien en realidad se ganó el mérito de dar la vuelta al mundo, porque la completó. El buque-escuela de la armada española lleva su nombre.
Su semblanza “es una historia en construcción”, afirma el historiador y escritor Salvador Bernabéu Albert, al considerar que pese a que Elcano es uno de los navegantes españoles más importantes “tiene la peor biografía”.
Se sabe que provenía de una familia vasca de armadores y notarios, que se alistó a las órdenes de Magallanes como maestre y que a la muerte de este logró tomar el mando de la misión. Su apellido, por ejemplo, es una de las “lagunas” documentales pues hay registros en los que nunca aparece como Elcano, sino de varias formas: Del Cano, Delcano, DelCano y Elkano.
Lo que se conoce, dice el investigador español, “peca de palabrería, de buenas intenciones, de lugares comunes…” y por esa razón historiadores y estudiosos están abocados a corregir esa falencia durante la conmemoración.
Elcano murió en 1526, víctima de escorbuto en el Pacífico, durante la expedición de García Jofre de Loaisa a las Molucas.
PIGAFETTA
Al italiano Antonio Pigafetta hay que agradecer que llevara un diario de la travesía oceánica, tal vez “el primer libro etnográfico global de la historia”.
Esas anotaciones constituyen un invaluable testimonio con “un registro pormenorizado de costumbres, lenguas y rasgos culturales, insólitos hasta ese momento, de los diferentes territorios, pueblos y culturas que se encontraron alrededor del mundo”, explica José Manuel Núñez de la Fuente en uno de los materiales sobre el V centenario.
Conocido también como Antonio Lombardo o Antonio de Plegafetis, Pigafetta prestó servicios a un embajador católico en España, donde conoció a Magallanes, quien aceptó llevarlo en la expedición sin una responsabilidad concreta.
Tras regresar entre los privilegiados sobrevivientes de la expedición, relató sus impresiones y peripecias de la misión en la publicación Relazioni in torno al primo viaggio di circumnavigazione. Notizia del Mondo Nuovo con le figure dei paesi scoperti. Se cree que murió entre 1532 y 1536.