1922: Posdata

Ilustración: Shutterstock

Cosas interesantes y relevantes ocurren en cualquier año. A mí me convoca lo que pasó en 1934 o en 2008, por ejemplo, tanto como lo que ocurrió en 1922. Durante el transcurso de este año he utilizado este espacio para conmemorar varios centenarios, no porque crea que existe un podio de años o de obras, sino por la sensibilidad que despiertan las cifras: el cien, los dos números dos.

Muchas personas habrán oído decir o habrán leído alguna vez que 1922 fue un año particularmente fecundo en cuanto a publicaciones, un annus mirabilis de la literatura y el arte (Trilce, Ulises, La tierra baldía, La semana de Arte Moderno…); en honor a esas lecturas desperdigadas y a ser parte de esa comunidad de gente atenta a este tipo de información (innecesaria), intenté prepararme para el momento.

1922 coincide con el período de las llamadas vanguardias artísticas o modernism; un área de estudios que me ha atraído particularmente. Mucho de lo que he escrito en este proyecto está atravesado por ese interés y por la importancia que veo en este período de la producción artística en Occidente. Esos creadores y creadoras apuntaron lejos. Tensionaban alrededor de la cultura popular, el nacionalismo, el compromiso político, el absurdo y una forma de actuar en colectivo cada vez más vigente.

Cuando se estudia se aprende de personas más dedicadas y más afortunadas que uno. Pero el traje del “estado del arte” nos queda bien solo durante una época. No hay nada como sacarse el traje de lo aprendido. Se aprende para dejar atrás lo aprendido, para volver a la incertidumbre o al asombro y al contacto inicial. Puedo decir que experimenté ese estado de confusión alegre como parte de este proyecto.

Pero ya me estaba volviendo loco también. Pensar en términos de qué falta decir sobre 1922 me volvió ansioso e indeciso. Estaba a punto de forzar las cosas. La mayoría de los textos los había escrito a finales de 2021, luego agregué uno sobre el centenario del nacimiento de Kurt Vonnegut que salió por otro lado y supuestamente iba a inaugurar otro ciclo de homenajes. Pero es preferible detenerse ahora.

Muchas cosas quedaron fuera: publicaciones importantes de Gabriela Mistral, Katherine Mansfield, F. Scott Fitzgerald, Hermann Hesse, Oliverio Girondo, Franz Kafka y Agatha Christie. Algo relacionado al cine mudo del tipo que hicieron Charlie Chaplin o Buster Keaton. Algo relacionado a artistas visuales como Francis Picabia, Paul Klee o Fernand Leger.

Jack Kerouac y Phillip Larkin nacieron en 1922, y podría haber escrito sobre ellos. Un dramaturgo español, Jacinto Benavente, ganó el Nobel en 1922. Marcel Proust murió ese mismo año. Y, por supuesto, en el Ecuador había alboroto por el primer centenario de la batalla del Pichincha, entre eso una película de las conmemoraciones cívicas que reapareció en 2015, en París. Es tanto lo que uno pudiera revisar y comentar.

Los textos dedicados a 1922 aparecieron entre los meses de enero y julio de 2022 en esta revista. Gratitud hacia editores, ilustradores y lectores de Mundo Diners. Ahora vuelvo a escribir sin pensar en el año que vivimos y qué pasará antes de que nos demos cuenta.

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